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La incógnita sobre el futuro de Ximo Puig convierte al PSOE valenciano en un hervidero
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CHASCO EN EL PSPV

La incógnita sobre el futuro de Ximo Puig convierte al PSOE valenciano en un hervidero

Dirigentes cercanos al 'expresident' admiten el error de promocionarlo como ministro. La ausencia de alternativa y el calendario descartan un congreso inmediato. Morant emerge como referencia, pero no es la única

Foto: Puig saluda a Sánchez en el debate de investidura. (EFE/Kiko Huesca)
Puig saluda a Sánchez en el debate de investidura. (EFE/Kiko Huesca)
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Una foto del escaño vacío de Ximo Puig en las Cortes Valencianas con una frase irónica sobreimpresionada de su sucesor en la Generalitat, el popular Carlos Mazón, marcaba este jueves la apertura del periódico conservador de referencia en Valencia, Las Provincias: "Un saludo a Puig allá donde esté". El expresident socialista no pasa por su mejor momento desde que fue descabalgado del Palau de la Plaza de Manises, un mal trago que no esperaba y que el PSPV, la segunda federación del PSOE en número de militantes, no termina de digerir.

Sin cartera de ministro, ausente de forma deliberada en los plenos del Parlamento autonómico para evitar las invectivas de Mazón, que se ha consolidado en el ecosistema político regional a la velocidad de la luz, y con una parte importante de su partido reclamando un proceso de renovación. Puig señalaba esta semana su intención de mantener el acta autonómica y no renunciar por ahora al liderazgo orgánico, dispuesto a aguantar este nuevo chaparrón en una organización convertida en un hervidero de conspiraciones y movimientos internos.

El nombre de Ximo Puig era uno de los que ocupaba un lugar destacado en muchas de las quinielas del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, pero el expresidente de la Generalitat Valenciana se ha quedado sin puesto. Bajo el tiempo que ostentó la presidencia de la Generalitat, mantuvo una relación cordial con el jefe del Ejecutivo, más próxima que la de otros barones críticos, como Javier Lambán (Aragón) o Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha). Sin embargo, nunca ha sido una de las piezas que conforman el círculo estrecho de Sánchez. Y este es uno de los factores que han podido malograr su nombramiento. Lo suyo ha sido en parte una mala gestión de las expectativas de su entorno (él sostiene que nunca se vio como ministro, pero tampoco cortó en seco las especulaciones) y un golpe para el PSPV, que solo mantiene la cuota de Diana Morant, ministra de Ciencia y Universidades.

El movimiento también esconde la pugna abierta en el seno del PSOE por el liderazgo del partido. El nombre de la exalcaldesa de Gandía, blindada por Sánchez, suena con fuerza para sustituirle. Pero no es la única ni tiene por qué serlo. El alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, que no oculta sus ambiciones; la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, o el secretario provincial de Alicante, Alejandro Soler, también están dejando que su nombre circule. Aunque este último parece estar jugando más la baza de influitivo, es decir, de generar alianzas sin necesidad de ser él quien encabece la alternativa.

"Él está convencido de que podría volver a ganar en la Comunidad Valenciana"

Y todo ello sin descartar al propio Puig. "No está en estos momentos en nuestro radar", afirmaba esta semana, preguntado sobre si abrirá un proceso de renovación interna. "Él está convencido de que podría volver a ganar en la Comunidad Valenciana. Pero creo que debería al menos haber dejado el acta de diputado autonómico. Ahora esto ya no es posible. Ha sido su gente la que le ha presionado para seguir, con el argumento de que deja un buen legado; la misma gente que ha aireado su nombre como ministro. Pero eso del legado es algo que se ve más a largo plazo, en cuanto dejas la presidencia, se volatiliza. Si vas a las Cortes, te critican, y, si no vas, también", señala un exdirigente socialista, ahora fuera de la vida pública, que ha colaborado estrechamente con Puig.

Para una parte de sus amigos, Puig nunca tuvo opciones de entrar en el Gobierno de Sánchez. "Es una cuestión de química. Por lo que sea, Pedro no lo quiere, y Ximo lo sabe. Le pasa lo mismo que con Miquel Iceta, que al final ha salido", explican. Fue uno de los 17 cargos del PSOE que dimitieron en 2016 para forzar la salida de Sánchez de la secretaría general del partido. Eso siempre quedará grabado. Y eso que el barón valenciano, por su convicción federalista y sus contactos, podría jugar un papel en la relación actual del PSOE con el nacionalismo y el independentismo en busca de una solución al problema catalán.

Noqueado

Hace pocos días, pasó una semana en Cataluña, comiendo y entrevistándose en privado con perfiles como el de Jordi Pujol o el del presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu. Pero Puig no es Félix Bolaños o María Jesús Montero. Nunca estuvo en el círculo de confianza de la Moncloa. Sánchez ha optado por el canario Ángel Víctor Torres para el Ministerio de Política Territorial, la plaza que parecía predestinada al valenciano.

A Puig, senador por designación autonómica, aparentemente solo le queda aspirar a la portavocía de la Cámara Alta. De por sí no es un puesto destacado y, aunque esta legislatura vaya a ser uno de los focos de la batalla PSOE-PP ―los populares, con mayoría absoluta, van a hacer del Senado uno de los campos de juego―, esto resta posibilidades al de Morella. Es un hombre de perfil conciliador y en su carácter no encaja el papel de portavoz duro que va a requerir la legislatura.

El líder del PSPV sigue en cierto modo noqueado tras las elecciones del 28-M. Obtuvo 691.861 votos, casi 60.000 más que cuatro años antes, pero insuficientes para frenar a un PP que consiguió volver a ser la primera fuerza en la región (863.106 papeletas) y recuperar la Generalitat con el apoyo de Vox. Perder no entraba en los cálculos del expresident, y no termina de decidir qué quiere hacer. Mientras, mantiene atado al partido, aunque aumentan las voces que piden un cambio de rumbo.

placeholder Morant, Sánchez y Puig, en un acto de la campaña del 23-J. (EFE/Kai Forsterling)
Morant, Sánchez y Puig, en un acto de la campaña del 23-J. (EFE/Kai Forsterling)

Una vez perdidas la Generalitat y las principales alcaldías que los socialistas ostentaban bien de forma directa o indirecta a través de ejecutivos de coalición con otras fuerzas, Puig no ha cedido los únicos cargos de cierta relevancia y ha colocado a personas de su máxima confianza. Los dos ejemplos más significativos son Gabriela Bravo, exconsejera de Justicia y ahora vicepresidenta segunda de las Cortes Valencianas, y Rebeca Torró, portavoz del PSPV en la institución y la que está haciendo el trabajo duro de tratar de desgastar al PP.

Diana Morant, en tanto que señalada por Pedro Sánchez y a la vez cercana y parte de la familia del círculo ximista, podría entrar en una carrera de relevos del PSPV. De momento, es una simple hipótesis, pero es una de las lecturas que se hacen del afianzamiento de la exalcaldesa de Gandía en el Ejecutivo central, que además de Ciencia esta legislatura suma las competencias de Universidades. Sánchez podría haber aplacado la batalla interna que el PSPV previsiblemente librará los próximos meses otorgándole un ministerio a Puig, como ha hecho con otros barones que el 28-M perdieron sus cargos (véase el caso de Torres, de Francina Armengol o del exalcalde de Valladolid, Óscar Puente). Pero no será así.

No es la primera vez que suena el nombre de Morant. Aunque finalmente fue la persona que encabezó la lista de Valencia al Congreso el 23-J, Sánchez barajó presentarla a la Alcaldía de Valencia. Una operación similar a la de Reyes Maroto en Madrid, pero que finalmente no cuajó. El PSPV no quería una paracaidista para una de las plazas más importantes de la comunidad. La federación valenciana es una organización compleja, en la que cualquier paso requiere una alianza de familias. Incluso en esta etapa de fuerte poder de Ferraz por la figura de Sánchez, abrir el melón antes de tiempo no es garantía de éxito. "No hay que tener prisa. Ximo es ahora la garantía de un escenario cogido con pinzas. El riesgo es que pase como en 1995. Fuimos socarrando líderes y el PP estuvo 20 años. Y tampoco es que ahora se visualice un liderazgo emergente alternativo brutal", explican las mismas fuentes.

Foto: Ximo Puig y Pedro Sánchez en una visita del presidente del Gobierno a Mislata (Valencia). (EFE/Kai Försterling)

El calendario, pese a las críticas y al cuestionamiento de una parte de la federación valenciana, tampoco aboca a un proceso interno inmediato. El congreso extraordinario, con Puig amarrado al puesto de secretario general, parece descartado. Primero tiene que celebrarse el federal, al que Sánchez todavía no ha puesto fecha. "Todo está más verticalizado ahora. Se hará lo que quiera Sánchez y en los tiempos que quiera Sánchez", señala un dirigente socialista que, pese a todo, advierte que el PSPV casa mal con las imposiciones y Ferraz puede equivocarse si no articula consensos. "La militancia ha descubierto su gran poder. No teme cargarse a los que vienen del aparato".

Este mismo dirigente advierte de que el PSPV-PSOE no debe perderse en sus cuitas internas. "Las guerras internas cuando te han tirado del poder no son lo más adecuado. De lo que se trata es de encontrar a alguien que sea capaz de ganar elecciones. Y eso no se ve ahora mismo en el horizonte de una forma clara", concluye. Pero pedir a la gente que esté quieta es una quimera en el PSPV. Mientras usted está leyendo esto, seguro que hay algún cuadro conspirando en una cena o una comida con algún compañero de militancia. Si no, no sería el PSPV.

Una foto del escaño vacío de Ximo Puig en las Cortes Valencianas con una frase irónica sobreimpresionada de su sucesor en la Generalitat, el popular Carlos Mazón, marcaba este jueves la apertura del periódico conservador de referencia en Valencia, Las Provincias: "Un saludo a Puig allá donde esté". El expresident socialista no pasa por su mejor momento desde que fue descabalgado del Palau de la Plaza de Manises, un mal trago que no esperaba y que el PSPV, la segunda federación del PSOE en número de militantes, no termina de digerir.

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