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Cuando Camarón cantó (y bailó) en la Valencia de 1984 y Benicalap fue la Venta de Vargas
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Aún se usaban acequias

Cuando Camarón cantó (y bailó) en la Valencia de 1984 y Benicalap fue la Venta de Vargas

El cantaor de La Isla actuó en el Parque de Benicalap, inaugurado por el ayuntamiento de Valencia hace ahora 40 años, en un concierto para celebrar la Semana de la Cultura Gitana de aquel año

Foto: Camarón de la Isla, en la portada del disco 'Por bulerías'.
Camarón de la Isla, en la portada del disco 'Por bulerías'.

El día que enterraron a Camarón, el 4 de julio de 1992, una bandera gitana cubría el féretro que transitaba por el cementerio de San Fernando. Esos mismos colores azul y verde, pero en otra tela, esta vez de la Asociación Gitana de Valencia, ondeaban un mes de abril de 1984 en el anfiteatro del recién estrenado Parque de Benicalap, la noche que el cantaor y el guitarrista Tomatito culminaban la Semana de la Cultura Gitana de Valencia.

Desde principios de los años setenta, el asociacionismo vecinal de la periferia valenciana se convirtió en un vector fundamental de la lucha social y la nueva democratización de las masas. Al llegar la década siguiente, ya armados los primeros consistorios municipales, las voces transformadoras se tornaron brazos ejecutivos desde el poder público. En 1980, Valencia estaba por hacer.

Foto: Camarón de la Isla y Paco de Lucía, en una imagen de archivo (Youtube)

La entonces miembro del Partido Comunista Carmen Arjona (Montilla, 1955) fue una de las dos únicas mujeres que integraron el primer equipo de gobierno municipal, en coalición, del alcalde socialista Ricard Pérez Casado, entre 1979 y 1983. “Fina Ciscar llevaba Mercados y yo que me ocupé de la concejalía de Vías, Obras, Parques, Jardines, Devesa del Saler y Albufera. Esta ciudad era un desastre. No había jardines, faltaba alcantarillado, vías por asfaltar, aceras, colectores por construir... Valencia aún usaba acequias”.

En una ciudad de 750.000 habitantes con un único jardín, el de Viveros, en zona noble, y con el futuro cauce del río en proceso, la reivindicación por lograr barrios habitables y con zonas verdes era antigua y urgente. “El proyecto del Parque de Benicalap venía del franquismo, pero los residentes lo pararon al considerarlo inadecuado por su simpleza. Retomamos la iniciativa y los vecinos estuvieron implicados en su aprobación y ejecución de un modo casi asambleario. La empresa adjudicataria contrató a trabajadores empadronados en los barrios de Benicalap y Ciutat Fallera. El resultado tras su inauguración, en 1983, fue un parque de 80.000 m², un pulmón verde para el norte de la ciudad y la primera piscina pública de Valencia”, recuerda Arjona.

placeholder Construcción del Parque de Benicalap. (Cedida)
Construcción del Parque de Benicalap. (Cedida)

Ya fuera por los toques andalusís de los jardines diseñados por Ximo Sánchez o por los escasos recintos municipales acondicionados para albergar grandes conciertos al aire libre, la Asociación Gitana de Valencia, con sede en la sureña Avenida de la Plata, eligió el Parque de Benicalap para proporcionar al espacio el que, probablemente, sea todavía, tras cuatro décadas, el gran acontecimiento de su historia.

Voy a empezar cantando un poquito por soleá, y luego me vais pidiendo lo que queráis. Gracias”, fueron algunas de las primeras palabras de Camarón, tras tomar asiento. Sabedor de los gustos de su público aquella noche, en otro interludio intentaba posponer el jolgorio, “luego cantaré por bulerías y tangos, pero ahora os voy a cantar por tarantos”. La velada fue registrada con una videocámara de la época y subida a internet en 2015.

“Voy a empezar cantando un poquito por soleá", se le escuchó decir a Camarón

La ortodoxia y el rigor fueron asunto de los conciertos posteriores del gaditano, realizados en la Plaza de Toros de Valencia, con promotores profesionales, ruedas de prensa y crónicas en los periódicos. Benicalap pedía otra cosa. Un fin de fiesta del asociacionismo gitano, en el que Camarón acabó soltándose. “Parece que estemos en Tarifa, hace más viento que en Tarifa”, comenta el cantaor. El directo del andaluz termina tras cuarenta minutos de actuación. Los miembros de la Asociación Gitana de Valencia toman la escena. Otros ocupan los micros. Camarón da palmas en un segundo plano.

La gravedad vence a un aprendiz de bailaor, fuera de plano, y cesan las guitarras por un instante. Una flamenca, que algunas fuentes reconocen como la alicantina La Susi, sale a taconear y reclama la compañía del mito. Monje duda, alguien agarra su brazo para arrojarlo al envite, la timidez le puede y da un paso atrás. Ella mira de nuevo, insiste, hasta que el cantaor enfrenta los jaleos.

El día que enterraron a Camarón, el 4 de julio de 1992, una bandera gitana cubría el féretro que transitaba por el cementerio de San Fernando. Esos mismos colores azul y verde, pero en otra tela, esta vez de la Asociación Gitana de Valencia, ondeaban un mes de abril de 1984 en el anfiteatro del recién estrenado Parque de Benicalap, la noche que el cantaor y el guitarrista Tomatito culminaban la Semana de la Cultura Gitana de Valencia.

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