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De Bertín Osborne a El Botifarra: los sonidos protagonistas de la nueva política valenciana
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De Bertín Osborne a El Botifarra: los sonidos protagonistas de la nueva política valenciana

Un presidente que fue candidato a Eurovisión, una discusión parlamentaria en torno a una artista folk o un grupo indie conectando a la Ministra de Ciencia con Pedro Sánchez. En Valencia la música determina el juego político

Foto: El grupo Nebulossa. (Kike Rincón/Europa Press)
El grupo Nebulossa. (Kike Rincón/Europa Press)

Si la nueva política valenciana (nueva en sus combinaciones) reuniera las músicas que abanderan las respectivas formaciones, el resultado sería una amalgama de difícil comprensión, con una fuerte proyección simbólica. Entre las preferencias personales, el bagaje o la apelación facilona a las guerras culturales, la playlist depararía una macedonia fascinante: de La Habitación Roja a Eurovisión, de Bertín Osborne a Zoo, de la Ruta a Pep el Botifarra. Todo esto merece una explicación.

Debía notarse que la Generalitat ha pasado de un President con pasado periodista (Ximo Puig) a uno con una antigua carrera musical a cuestas. Carlos Mazón se presentó con Marengo, su grupo, a la preselección de Eurovisión en 2011. Y solo tú era la canción melódica con la que compitieron sin poder dar el sorpasso a favoritos como Sonia y Selena o Lucía Pérez. Con cierto afán de revancha, Mazón ha acabado siendo protagonista institucional del Benidorm Fest, el certamen auspiciado por la Generalitat Valenciana desde el que España elige a su representante. A lomos de Nebulossa, Mazón tuvo uno de sus momentos de mayor visibilidad nacional.

Foto: La chef Vicky Sevilla. ( EFE/Sergio Pérez)

En la misma cita, compartió bailes con Diana Morant. La aspirante socialista, hace pocas semanas elegida al frente del PSPV en un congreso, desde Benicàssim, eligió como protagonista musical de la jornada a La Habitación Roja, uno de los referentes del indie español de las últimas décadas y formación favorita de Morant. Unas cervezas compartidas en Valencia entre Pedro Sánchez, la actual Ministra de Ciencia e Innovación y los integrantes de La Habitación brindó la ocasión de que Sánchez y Morant se conocieran.

En el mismo congreso extraordinario del PSPV, salió reforzada la Delegada del Gobierno Pilar Bernabé, en el núcleo duro de la secretaria general. Bernabé ofreció otro guiño musical: se mostró con una camiseta del grupo Zoo, quizá como homenaje en el momento de despedida del que, posiblemente, ha sido el grupo valenciano más relevante en la última década. Esta temporada, afrontan su retirada -al menos provisional- de los escenarios.

Foto: El antiguo casino Monte Picayo, cerrado en 2014.

Junto a Zoo, otra de las figuras más emblemáticas de la música en valenciano de los últimos años es Pep el Botifarra, capaz de recuperar, como semillas, parte del sustrato folclórico de la canción tradicional y trasladarlo ante públicos transversales. Aunque no lo suficiente como para que el diputado de Vox en Les Corts, Jesús Albiol, lo conozca: "Con ese nombre ya se dan una idea de la calidad artística del autor", cuestionó el parlamentario para achacar a la izquierda su política cultural en los últimos años. Sin embargo, fue un gobierno del PP, en 2013, el que concedió a Pep el Botifarra la distinción de la Generalitat al Mérito Cultural.

Más que fruto del desconocimiento, habría que enmarcarlo en una estrategia decidida por laminar la música en valenciano. Si en la programación veraniega de los conciertos de Viveros -dependiente de la concejal de festejos del Ayuntamiento de Valencia Mónica Gil, de Vox- no hay ningún grupo en valenciano, esta misma semana el laboratorio de ideas de Vox, la Fundación Disenso, escogía Valencia para presentar su nuevo Instituto de Cultura. Con el vicepresidente de la Generalitat Vicente Barrera de maestro de ceremonias, y con participantes como el crítico musical Víctor Lenore, hablaron del asedio de la cultura nacional. Lenore reivindicó la Ruta del Bakalao y acusó al PSOE de orillarla a favor de la Movida Madrileña.

Foto: Dulceida, la organizadora de los Premios Ídolo, en el evento. (Francisco Guerra/Europa Press)

No son boutades lanzadas para el público amigo, sino los primeros compases del nuevo ciclo político valenciano que conforman un bodegón en el que la música tiene importancia, en cuanto a que contribuye a configurar fidelidades identitarias. Pero, apartada de las trincheras, la realidad del consumo musical se parece poco a una distribución parcelada de escaños. Alguien capaz de escuchar a La Habitación Roja, revisitar la Ruta, vibrar con Zoo, apreciar a Pep el Botifarra y dejarse caer por alguno de los conciertos de Viveros, está lejos de ser un personaje excéntrico. Incluso, como Mazón y Morant, acabará este mayo echándose unos bailes con Nebulossa.

Si la nueva política valenciana (nueva en sus combinaciones) reuniera las músicas que abanderan las respectivas formaciones, el resultado sería una amalgama de difícil comprensión, con una fuerte proyección simbólica. Entre las preferencias personales, el bagaje o la apelación facilona a las guerras culturales, la playlist depararía una macedonia fascinante: de La Habitación Roja a Eurovisión, de Bertín Osborne a Zoo, de la Ruta a Pep el Botifarra. Todo esto merece una explicación.

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