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El estudio que muestra cómo la política valenciana se fragua en las fiestas populares
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El estudio que muestra cómo la política valenciana se fragua en las fiestas populares

Pau Díaz-Solano y Adrià Mompó han estudiado la manera en la que los concejales valencianos se relacionan con los rituales festivos para ganar visibilidad

Foto: Uno de los ninots que componen la muestra fallera de 2024. (Jorge Gil/Europa Press)
Uno de los ninots que componen la muestra fallera de 2024. (Jorge Gil/Europa Press)

Al sociólogo Pau Díaz-Solano (Universidad de Valencia) las fiestas, como a tantas otras personas, le entraron por pura inducción sentimental. Desde pequeño se identificó con las Fallas y los Moros y Cristianos como parte de la configuración identitaria. En lugar de a un futbolista, Díaz-Solano le pedía autógrafos a artistas falleros. El que más ilusión le hizo fue el de Pedro Santeulalia. En cambio, en su grupo de amigos, pronto encontró una colisión: existía cierto rechazo a la festividad, por eso nunca llegó a integrarse en una comisión fallera.

Aquello debió ser una de las primeras señales con las que asumir que los ritos festivos son algo más que un conjunto de códigos folclóricos. “Recuerdo que cuando el Partido Popular perdió las elecciones locales había gente que decía ‘¿quién va a estar en el balcón en las mascletás?’, Rita Barberá había hecho suyo ese lugar. El balcón no era para la alcaldesa, era para Rita. El imaginario colectivo no podía imaginar otra cuestión”.

Unos años más tarde, y junto al investigador Adrià Mompò (UOC) han presentado su informe sobre cómo los concejales valencianos encajan en las asociaciones festivas, y cómo se convierten en un espacio de participación y competición para su futuro político. Publicado en OBETS. Revista de Ciencias Sociales, tratan de articular qué hay detrás de ese tópico sobado de la politización de las fiestas.

placeholder Varios de los ninots que componen la muestra fallera de 2024, en Museo de las Ciencias de la Ciutat de les Arts i les Ciències, a 2 de febrero de 2024, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). Como cada año, la Exposición del Ninot reúne las figuras escogidas por cada comisión fallera del monumento grande y del infantil con la esperanza de que su ninot sea indultado del fuego. A lo largo de las semanas de la exhibición, el público vota y, al final del periodo, los dos que más apoyos hayan logrado, se salvan de ser quemados el 19 de marzo. La muestra podrá verse del 2 de febrero al 19 de marzo.02 FEBRERO 2024;NINOTS;EXPOSICIÓN;FALLAS;FUEGO;TRADICIÓN;FIESTASJorge Gil / Europa Press02/02/2024
Varios de los ninots que componen la muestra fallera de 2024, en Museo de las Ciencias de la Ciutat de les Arts i les Ciències, a 2 de febrero de 2024, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). Como cada año, la Exposición del Ninot reúne las figuras escogidas por cada comisión fallera del monumento grande y del infantil con la esperanza de que su ninot sea indultado del fuego. A lo largo de las semanas de la exhibición, el público vota y, al final del periodo, los dos que más apoyos hayan logrado, se salvan de ser quemados el 19 de marzo. La muestra podrá verse del 2 de febrero al 19 de marzo.02 FEBRERO 2024;NINOTS;EXPOSICIÓN;FALLAS;FUEGO;TRADICIÓN;FIESTASJorge Gil / Europa Press02/02/2024

“Hay que entender [dice Mompò] que en el ámbito valenciano las asociaciones festivas son las organizaciones de la sociedad civil por excelencia, juntamente con los clubes deportivos. Lo decimos en términos de participación y de visibilidad. Es comprensible y esperable que los políticos se fijen en ellas para fortalecer sus lazos con los ciudadanos y lanzar sus carreras. Lo que a nosotros nos interesa es estudiar esta relación, no para valorarla como algo positivo o negativo, sino para analizar las implicaciones políticas de un fenómeno tan generalizado (…). Que políticos de todos los partidos las consideren importantes y quieran estar presentes, demuestra que hay un planteamiento transversal muy interesante: las entidades festivas son algo así como los sindicatos o las cámaras de comercio”. Allí se cuece la política valenciana, opinan.

Para obtener una información preliminar encuestaron a los concejales de ciudades valencianas de más de 50.000 habitantes, a lo largo de la primavera de 2021. Tiran de algunos hilos, como el trabajo abundante de Antonio Ariño quien, según explica Díaz-Solano, “ha desafiado la percepción de que la modernidad conlleva la total racionalización de todas las esferas sociales, persistiendo los elementos simbólicos y rituales en diversas esferas sociales”.

Una de las primeras conclusiones tiene que ver con la consideración de las fiestas como núcleo totémico de la participación política. “El mejor resumen nos lo dieron algunos de los concejales entrevistados: a través de las fiestas puedes llegar a todas partes, porque en ningún lugar se congrega tanta gente de tan distintas procedencias e intereses. Diríamos que son los vasos comunicantes de la ciudad”, cree Mompò.

Foto: Carlos Galiana gesticuló acompañando el discurso en inglés que sonaba en 'playback' (YouTube)

La mayoría de los encuestados conviene que "quien quiere hacer política en mi ciudad termina vinculándose a las fiestas populares", o que "un candidato bien conectado con las asociaciones festivas tiene más posibilidades de ganar unas elecciones que otro sin relación". O lo que es lo mismo: estar desconectado de la cultura festiva es estar desconectado del lugar del que participas políticamente.

Con el tiempo esa relación ha ido intensificándose. En las últimas décadas, cree Mompò, “los espacios de participación política tradicionales (sindicatos, partidos, etc) han ido dando paso a formas más lúdicas de asociación, que no por ello dejan de ser lugares de socialización y, por tanto, de politización. Justamente por esta razón, un político, especialmente en el ámbito local, donde su visibilidad mediática es escasa, necesita buscar la forma darse a conocer y generar sinergias con los votantes. Aunque las alternativas son muchas, las asociaciones festivas, como un casal o una “filà”, son espacios multitudinarios y muy visibles que se prestan a interacciones personales de todo tipo”.

"El político debe saber posicionarse para personalizar su imagen, pero sin solapar a los protagonistas festivos"

Para endulzar todavía más esa presencia, cabe “sumarle el rol central en los lugares festivos (políticos sobre caballos, la presencia de los alcaldes en los balcones, entre otros)”, indica Pau Díaz. Aunque cuidado, estimado concejal: “El político debe saber posicionarse para personalizar su imagen, pero sin solapar a los protagonistas festivos. En caso contrario, un ritual fallido puede tener efectos altamente contraproducentes”.

En el estudio valoran la visión de los concejales respecto a las fiestas a partir de su eje ideológico. “Hemos dicho que la fiesta es transversal, pero aun así hay ciertos matices. En términos de izquierda-derecha sí lo es, pero la identidad nacional parece que sí que introduce algún sesgo. Nuestra conclusión es que el españolismo, o más concretamente el blaverismo, ha cuidado más su relación con el ámbito festivo, a menudo lo ha mediatizado en pro de sus intereses y su discurso se adapta mejor al imaginario folklórico.

placeholder En el Museo de las Ciencias de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. (Jorge Gil/Europa Press)
En el Museo de las Ciencias de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. (Jorge Gil/Europa Press)

El nacionalismo valenciano, en cambio, tradicionalmente renegaba de la pompa fallera, veía las fiestas como un arma identitaria del adversario y buscaba otros espacios más coherentes con sus prioridades (las asociaciones en defensa de la lengua, por ejemplo). De todos modos, esto parece estar cambiando porque se ha visto el error de cederle la fiesta al rival”, introduce Mompó.

Díaz-Solano lo ve así: “Ahora el sector valencianista intenta integrarse en la festividad, pero la integración no es completa, ya que existe una división entre fallas hegemónicas (asociadas al españolismo) y fallas emergentes (asociadas al valencianismo) con una visión de la festividad marcadamente diferenciada”. En sus resultados introductorios muestran cómo los representantes políticos no tratan tanto de instrumentalizar las fiestas como de aprovecharlas a modo de material por el que transita bien la temperatura social, al calor de la jarana.

Al sociólogo Pau Díaz-Solano (Universidad de Valencia) las fiestas, como a tantas otras personas, le entraron por pura inducción sentimental. Desde pequeño se identificó con las Fallas y los Moros y Cristianos como parte de la configuración identitaria. En lugar de a un futbolista, Díaz-Solano le pedía autógrafos a artistas falleros. El que más ilusión le hizo fue el de Pedro Santeulalia. En cambio, en su grupo de amigos, pronto encontró una colisión: existía cierto rechazo a la festividad, por eso nunca llegó a integrarse en una comisión fallera.

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