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De la extrema izquierda a la ultraderecha: el sorpresivo poder de absorción de Orriols
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De la extrema izquierda a la ultraderecha: el sorpresivo poder de absorción de Orriols

La lideresa ultra de Aliança Catalana acapara apoyos de todo el espectro político y todas las encuestas la señalan como una de las sorpresas de este domingo. Y muchos expertos avisan: hay voto oculto

Foto: Protestas de inmigrantes en Ripoll tras la victoria de Orriols como alcaldesa en la localidad. (EFE/David Borrat)
Protestas de inmigrantes en Ripoll tras la victoria de Orriols como alcaldesa en la localidad. (EFE/David Borrat)
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¿Puede un votante pasar de la extrema izquierda a la extrema derecha en un instante? Por lo que parece, en Cataluña eso puede pasar y, de hecho, pasa. "Hay un cierto porcentaje nada desdeñable de voto que antes estaba alineado con la CUP y que ahora apuesta por Aliança Catalana (AC), por mucho que la CUP lo niegue", dice a El Confidencial un ex alto cargo posconvergente que hoy se encuentra lejos de la filosofía de Carles Puigdemont pero que, en cambio, también se ha acercado a la emergente Aliança. "Nos quieren hacer creer que AC solo le resta votos a Junts o a Puigdemont, pero no es así: también hay mucho voto descontento de ERC y de la CUP que irá a parar al cesto de Aliança Catalana".

AC está presidida por Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, que con un discurso extremista y con tintes xenófobos, lidera el voto independentista enfadado: promete a partes iguales la independencia y el freno o la expulsión de los inmigrantes islamistas. Su discurso prende en zonas rurales (y en determinadas zonas de ambientes urbanos), donde una gran parte de la inmigración árabe se ha asentado y en las que crece un caldo de cultivo que recela de las costumbres musulmanas. El independentismo de extrema derecha culpa a esa inmigración de vivir del subsidio, pero también de no adaptarse a las normas democráticas occidentales y de continuar con sus tradiciones que chocan con las leyes catalanas, especialmente en lo que respecta a la consideración de los derechos de la mujer.

Lo curioso es que una organización que plantea crudamente el tema de expulsión de los inmigrantes que cometen delitos reiterados y que apuesta por endurecer las normas de admisión, pueda recibir apoyos de la izquierda soberanista, aunque coincida con esta en la exigencia de ruptura con España. "Hay gente de comarcas que hasta ahora se había alineado con la CUP que se ha desprendido de prejuicios y ahora se siente más representada por Aliança Catalana. Lo que pasa es que no había este referente antes, al menos de manera tan clara y directa", indican las fuentes consultadas. Tanto es su poder de seducción que todas las encuestas apuntan a que el novísimo partido ultra catalanista tiene serias opciones de obtener representación parlamentaria este 12-M.

Castigo a Puigdemont

Hay una paradoja que llama poderosamente la atención: "Mucha gente de Junts ayudó a conseguir los avales para que nos pudiéramos presentar a las elecciones. Algunos lo hicieron como castigo a Puigdemont, pero otros lo hicieron convencidos y trasladarán su voto de JxCat a AC en estas elecciones. Pero también vendrán votos de ERC y de la CUP descontentos con el procesismo de estos partidos", explica a El Confidencial una fuente cercana al partido de Orriols.

El descontento 'indepe' y la travesía hacia AC se visualiza a la perfección en el trasvase ideológico de un personaje como Fredi Bentanachs, exterrorista fundador de Terra Lliure que, tras pasar por los movimientos ultraizquierdistas catalanes ha acabado reclamando el voto para Sílvia Orriols. Bentanachs abandonó los postulados cercanos a la CUP y al Moviment de Defensa de la Terra (MDT) y ya se había decantado los últimos tiempos por Carles Puigdemont, a quien había visitado en Waterloo y a quien defendía a capa y espada. Ahora es uno más que no esconde su decepción y que pide el boicot activo para los que llama "dirigentes procesistas". Otro similar es el mosso d’esquadra Albert Donaire, otro extremista que pasó de defender con uñas y dientes a Puigdemont a alabar ahora a Orriols. Ambos, además, pasaron por la ANC, donde tuvieron un cierto protagonismo: Donaire, organizando la sectorial de Mossos per la Independència; y Bentanachs, como responsable de seguridad de la organización.

Foto: Aliança Catalana, con Mónica Orriols en el centro, en el acto inicial de la campaña. (Europa Press/Glòria Sánchez)

El trasvase de la izquierda a la ultraderecha no es inusual. Jaume Ubach, que figura como suplente de AC en las listas de Lleida se presentó en Cervera, en 2015, como número 5 de la lista de ICV. El tránsito fue del comunismo al ultraderechismo en solo unos años, puesto que el año pasado ya figuró como suplente de AC en las municipales, pero en la localidad de Ribera d’Ondara, donde la formación ultra logró representación y donde hace pocos meses logró desbancar a la alcaldesa socialista gracias a un pacto con los tránsfugas de ERC, partido que se quedó sin representación en esta localidad.

En esa misma lista, figura Eduard Canalias Farreras, que hizo su particular tránsito en sentido contrario: de la lista municipal del PP en Girona en 2007 acaba ahora como número 9 de Aliança Catalana por Lleida. Es decir, Canalias pasó del españolismo más recalcitrante al independentismo montaraz.

La ultraderecha catalanista, por otro lado, se nutre también de la ultraderecha española, por extraño que parezca. Es otra de las paradojas de la compleja sociedad de Cataluña. Jordi Borràs, número 4 de AC por Tarragona, admitía esta semana que "los avales conseguidos por Aliança Catalana han sido dados por bastante gente de Vox. Nos decían claramente 'soy de Vox, pero vengo a firmar por vosotros y si os podéis presentar, os votaremos'". No es la primera vez que se detecta un trasvase de militantes y de apoyos entre la extrema derecha españolista y la independentista, puesto que extremistas separatistas han llegado a aterrizar en grupos como Último Bastión, de la extrema derecha española.

Catarsis política

Aliança Catalana se convierte, así, en el instrumento de una cierta catarsis política que aglutina una amalgama de voto y de ideologías difícil de encontrar en otro partido político. En sus filas van excargos y exmilitantes de Junts, pero también de ERC o de otros partidos como el PSC, el Partit Republicà Català, el Front Nacional de Catalunya (FNC). Incluso incorpora a un excandidato del PP o al ex cabeza de lista de la plataforma Suport Civil Català, una asociación extremista "para la defensa del territorio catalán, de la lengua catalana, de su patrimonio cultural, artístico, agrícola, industrial, del medio ambiente en general y de su flora y fauna en particular para asegurar la Libertad de la Nación (sic) catalana a través de la proclamación de un Estado independiente".

En la lista de Aliança catalana se mezclan exdirigentes de ERC, de Junts, de CiU, del PDeCAT e incluso del PP y de ICV. Sin ir más lejos, el cabeza de lista de AC por Lleida, Ramon Abad Gimeno, había concurrido a las municipales de 2019 en Alpicat en la lista de ERC. La número 5 de la candidatura, Cristina Lafay, también había sido alcaldesa de Castellí de Farnaya por ERC hasta 2019. El número 3, Ramon Porta Piqué, había concurrido en 2023 a las municipales como cabeza de lista de Junts per Tírvia en este municipio. Y el número 14 de la lista, Franceesc Fabregat, también había sido alcalde de CiU entre 1999 y 2915 en Bellvís. En esta demarcación, Lídia Escales y Cristina Dos Santos ya habían concurrido en otras elecciones en las listas del FNC, el partido del que se escindió Orriols.

En Girona, tras la propia Sílvia Orriols va Jordi Coma, que fue durante dos legislaturas concejal de ERC en Olot. Como número 7 por esta demarcación figura Genís Pinart, un veterano dirigente territorial de CiU y alcalde de El Port de la Selva durante 16 años. Tras ser alcalde, se convirtió en juez de paz de esa localidad, aunque su familia (a través de su hijo y su sobrino) siguió dominando la política local desde entonces.

Del fundador del grupo terrorista Terra Lliure al mosso Donaire, furibundo expuigdemontista, pasando por ex ERC, ICV o PSC...

En la lista de Tarragona, el número 3 de AC es Eduard Rel, que había sido candidato del PSC en Tortosa en las municipales del 2011 y dirigente de los socialistas en ese municipio. La número 5, Francina Suau, fue el año pasado la segunda de la lista Ara Calafell en esta localidad. El número 8, Ricard Fernández Pascual, se presentó a las municipales del año pasado en la lista de ERC por Tarragona capital.

Se trata, en definitiva, de un mosaico ideológico que tiene como sustrato común el desencanto y el despecho hacia los partidos independentistas tradicionales, aderezado con un componente xenófobo que, para algunos sectores, acentúa la esencia catalanista de la candidatura. La especial coyuntura política ha propiciado que intereses e ideologías tan dispares confluyan ahora en una candidatura sorprendente. Pero habrá que esperar a ver si los ideólogos de Aliança Catalana pueden hacer que ese mosaico ideológico cuaje en un mismo instrumento político y cosan las costuras del partido para evitar que las tensiones internas lo dinamiten.

¿Puede un votante pasar de la extrema izquierda a la extrema derecha en un instante? Por lo que parece, en Cataluña eso puede pasar y, de hecho, pasa. "Hay un cierto porcentaje nada desdeñable de voto que antes estaba alineado con la CUP y que ahora apuesta por Aliança Catalana (AC), por mucho que la CUP lo niegue", dice a El Confidencial un ex alto cargo posconvergente que hoy se encuentra lejos de la filosofía de Carles Puigdemont pero que, en cambio, también se ha acercado a la emergente Aliança. "Nos quieren hacer creer que AC solo le resta votos a Junts o a Puigdemont, pero no es así: también hay mucho voto descontento de ERC y de la CUP que irá a parar al cesto de Aliança Catalana".

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