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Aquellos primeros rockers valencianos: tupés, broncas y sonidos añejos desde 1981
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Aquellos primeros rockers valencianos: tupés, broncas y sonidos añejos desde 1981

A principios de los años 80 surgieron los primeros grupos musicales valencianos de rockabilly como reflejo local de un revivalismo mundial por el mito americano de los años 50

Foto: Los Blue Moon, pioneros valencianos de rockability. (Cedida)
Los Blue Moon, pioneros valencianos de rockability. (Cedida)

Tras el establecimiento del nuevo orden mundial en 1945, la cultura popular estadounidense de mitad de los años 70 fue la primera en mirar por el retrovisor buscando una arcadia perdida. En los años de la Crisis del Petróleo, el Watergate y la bancarrota de Nueva York llegó a los cines “American Graffiti”, ópera prima de George Lucas, y a las televisiones “Happy Days”, dos representaciones idealizadas de la América de Eisenhower en los años 50. El mito fundacional, en tono pastel, del imperio vencedor tras la Segunda Guerra Mundial culminaría con el estreno de “Grease” en 1978.

Foto: Los niños de 11 años que debutaron en la Lira de Titaguas (Valencia) en 1947. (Cedida)

Los adolescentes criados en el rock and roll primigenio y en las gamas cromáticas de las películas de Douglas Sirk, ahora eran hombres con la cuota de poder necesaria para imponer un relato romántico sobre el esplendor de los días de Elvis y Marilyn. Aquel pasado inmaculado nunca existió, pero la frustración tras la derrota en Vietnam y la nostalgia generacional cimentaron una edad de oro, orillando el racismo y el machismo estructural, así como las purgas del senador McCarthy a ciudadanos estadounidenses, que también vertebraron aquella época pretérita.

En el Gales de los primeros años 70 habían surgido Crazy Cavan & Rhythm Rockers, una anomalía estilística que permaneció como una de las escasas líneas de continuidad histórica entre el rock genuino de los años 50 y el revival que explotaría al final de la década. En 1979, los Stray Cats desde Nueva York y Los Rebeldes en Barcelona andaban sumergidos en las mismas melodías del rock añejo pese a la separación transatlántica. Mientras, en el barrio de La Olivereta, cinco adolescentes que no contaban aún con la mayoría de edad formaban los Blue Moon, el que sería primer grupo de rockabilly de Valencia.

placeholder Blue Moon en los ochenta. (Cedida)
Blue Moon en los ochenta. (Cedida)

Andrés Sánchez “Suco” fue el miembro más joven de la formación valenciana. Tras cuarenta años micro en mano, ahora prepara un repertorio clásico de Elvis que llevará al directo los próximos meses junto a una big band: “Todos nos conocíamos de la calle, vivíamos cerca y nuestros padres eran amigos. Con catorce años yo era el benjamín de Blue Moon. Los primeros dos años nos dedicábamos a tocar canciones de los Beatles y algo de rock clásico, hasta que en 1981 nos metimos de lleno en el rockabilly. En 1982 ganamos un concurso en Ribarroja y pasamos a trabajar con Ely Forcada, mánager de Glamour, Azul y Negro y más tarde de Tennesse o Amistades Peligrosas. A partir de ahí subimos de nivel y actuamos de teloneros de sus grupos principales”.

Foto: 'Conciertos desde la Cama' es la propuesta del Centre del Carme que ha revolucionado la escena musical valenciana. (Cedida)

Un barrio del Carmen en demolición se erigía como el centro neurálgico de las nuevas tribus urbanas de los años ochenta. “En aquel tiempo los menores entrábamos en los bares sin problema. Nadie te pedía nada. Íbamos en pandilla con nuestra indumentaria y nos dimos a la mala vida en el Veintiuno de la calle Bolseria, el punto de encuentro de los rockabillys valencianos. El rollo rocker tenía mala imagen, a veces bien ganada, porque nos metimos en diversos líos con la policía, y en muchas broncas con los mods y los punkis. Éramos muy jóvenes”, recuerda Suco.

placeholder Segarra (Rebeldes), Johnny (King Crueles) y Pauly de Rock 'n' Borders. (Cedida)
Segarra (Rebeldes), Johnny (King Crueles) y Pauly de Rock 'n' Borders. (Cedida)

En una escena dominada por los cantautores comprometidos, el folclore valenciano y los nuevos sonidos de vanguardia de raíz inglesa, el revivalismo del rock americano años cincuenta ocupó un espacio vigoroso pero secundario en aceptación social. “En los ochenta, nuestro género musical tuvo algunas trabas porque representábamos una música alejada de la modernidad, entre los más jóvenes se estilaba el tecnopop y los nuevos románticos británicos, así que nos sentimos un tanto marginados. Aun así, Carlos Simó, deejay de Barraca desde 1982 y dueño del sello Intermitente, confió en nosotros para su discográfica y grabamos dos álbumes que presentamos en Barraca. “El último tren” (1988) nos lo produjo Carlos Goñi en ese periodo en el que terminó con Comité Cisne y aún no empezaba con Revolver. Logramos grabar discos, algo que ahora consigue todo el mundo pero que era muy complicado entonces, y desarrollar una carrera digna hasta nuestra disolución en 1989”, incide el vocalista de Blue Moon.

placeholder Rock 'n' Bordes en 1987. (Cedida)
Rock 'n' Bordes en 1987. (Cedida)

En 1981, cincuenta kilómetros al norte del cap i casal, Paulino Rodríguez “Rockin' Pauly” (1962-2010) regresaba a Castelló de la Plana tras dos años como legionario en Ceuta. King Crueles, con Pauly a la guitarra y Miguel “Johnny” Benavent a la voz, fue la banda primigenia del rockabilly castellonense, llegando a grabar con el sello Discos Medicinales de Miguel Ángel Villanueva, en 1985, y a aparecer en el programa musical de Radio Televisión Española “A-Uan-Babuluba-Balam-Bambú”, dirigido por Carlos Tena. En 1987, Paulino deja el grupo para crear su propia formación Rock 'n' Bordes, junto a Be-Bop Nando y Paco Beat Borde, en Valencia.

La esencia de Gene Vincent y Eddie Cochran, junto a la influencia contemporánea de Stray Cats y Robert Gordon, y el temperamento arrollador de Rockin' Pauly convirtieron a los Rock 'n' Bordes en el gran combo rocker de la historia valenciana. En el periodo entre 1988 y 1993 facturaron cinco notables álbumes, entre ellos los magníficos “Rock'n'Bordes” (1988) y “Muerte y gloria” (1990), y giraron por Alemania, Francia, Bélgica y Suiza, hasta que la ola del viejo rock pasó y solo resistieron quienes transitaban las listas de ventas con asiduidad.

Carlos Segarra, fundador y líder de los pioneros catalanes Los Rebeldes, tuvo una conexión estrecha con la Valencia de los ochenta: “Para un rocker catalán, el ambiente de Valencia era radical. Yo estaba acostumbrado al buen rollo entre bandas urbanas de Barcelona. En mi barrio, mods, heavys, punks y rockabillys frecuentábamos los mismos garitos y algunos nos conocíamos desde la escuela. Quizá la anomalía era el caso barcelonés, porque en Madrid aún eran más conflictivos que en la capital valenciana, iban a navajazos sin mediar palabra. En cuestiones musicales, al salir por Valencia, me juntaba con la tropa rocker pero también con miembros de Interterror y Seguridad Social, así que me veían como un tipo raro. Aun así, pese a que las primeras generaciones de rockabillys valencianos fueron muy puristas, con el tiempo hubo reinvenciones estilísticas que me impresionaron. Lo que hizo Rockin' Pauly, habiendo sido un estricto teddy boy en su juventud, cuando se dejó ese bigote a lo Willy DeVille y sacó ese repertorio, fue envidiable”, concluye el rocker barcelonés.

Tras el establecimiento del nuevo orden mundial en 1945, la cultura popular estadounidense de mitad de los años 70 fue la primera en mirar por el retrovisor buscando una arcadia perdida. En los años de la Crisis del Petróleo, el Watergate y la bancarrota de Nueva York llegó a los cines “American Graffiti”, ópera prima de George Lucas, y a las televisiones “Happy Days”, dos representaciones idealizadas de la América de Eisenhower en los años 50. El mito fundacional, en tono pastel, del imperio vencedor tras la Segunda Guerra Mundial culminaría con el estreno de “Grease” en 1978.

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