Valencia tiene casi 200 proyectos hoteleros atascados en busca de licencia

La planta hotelera y de alojamiento de la ciudad de Valencia casi hizo pleno el pasado puente de Todos los Santos. Más de 200.000 personas, alrededor del 40% extranjeros, aprovecharon la acumulación del fin de semana y el festivo del 1 de noviembre para visitar una ciudad que se ha consolidado como uno de los 10 destinos de turismo urbano más visitados en Europa. La tendencia viene de lejos y nada indica que vaya a remitir. Al contrario, la percepción en el sector de los alojamientos es que la demanda de pernoctaciones va a crecer en casi todos los segmentos, un fenómeno que explica la acumulación de expedientes de solicitud de licencias que hay en los despachos del Ayuntamiento del que es alcalde Joan Ribó (Compromís).

La Concejalía de Actividades acumula alrededor de 200 expedientes en proceso de tramitación de títulos habilitantes para la implantación de hoteles y apartamentos turísticos. Algunos llevan en lista de espera desde el año 2015, según explica la propia delegación de la que es responsable la valencianista Lucía Beamud en respuesta a una pregunta del concejal de Ciudadanos, Narciso Estellés.

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El listado, que comprende tramitaciones hasta julio de 2022, incluye todo tipo de establecimientos y revela un interés de empresas de todo tamaño vinculadas al sector de los alojamientos. Es posible encontrar desde una petición de obras de conservación en el edificio del Hotel Meliá Valencia, que la socimi Atom posee en la avenida de las Cortes Valencianas, hasta una petición de licencia para abrir una pensión o poner placas fotovoltaicas en un establecimiento ya en uso. Por ejemplo, Florazar, la patrimonial hotelera de la familia Ballester, tenía en junio solicitudes para reformas en el SH Valencia Palace de la Alameda, de cinco estrellas, y otro de cuatro estrellas en la calle del Mar.

Algunos proyectos ya no verán la luz, como el que la sociedad inmobiliaria del BBVA y Cerberus, Divarian, presentaron para vallar el recinto y arreglar toldos caídos en Sidi Saler, cerrado desde hace años. El Consistorio ha decretado la caducidad de la licencia ambiental que este hotel de cinco estrellas tenía desde 1999. Cerrado por el concurso de acreedores de la empresa que lo operaba en 2011, los dueños herederos del préstamo no han conseguido permiso municipal para reflotarlo. Se ubica dentro del dominio marítimo-terrestre y disponía de una concesión de Costas que ahora perderá, al haberse finalizado su actividad.

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El área de Actividades es uno de los quebraderos de cabeza del Consistorio desde hace años. La burocracia y las carencias de personal han hecho de embudo para la tramitación de proyectos. El equipo de Gobierno municipal de Joan Ribó alega que heredó miles de expedientes sin completar con el cambio de Gobierno de 2015 y un problema importante de personal funcionario en un área que gestiona también licencias de espectáculos, comercios y otro tipo de actividades económicas. Beamud asegura que el atasco se ha reducido en un 65% gracias a medidas de simplificación de trámites, digitalización de los propios expedientes o declaraciones responsables. Sin embargo, la oposición tanto de Ciudadanos como del Partido Popular sostiene que el cuello de botella sigue existiendo.

En materia de establecimientos hoteleros, son menos de 20 los proyectos que han recibido luz verde en los últimos años, si bien es cierto que la ciudad ha barajado aplicar moratorias de apartamentos turísticos y hoteles en algunos distritos de la ciudad. La cuestión es si el embotellamiento de licencias no es en realidad una moratoria de facto.