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Historia de Pablo y Ana, la nueva saga de los Serratosa que no sale en la lista de Montoro
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el relevo en la familia de industriales

Historia de Pablo y Ana, la nueva saga de los Serratosa que no sale en la lista de Montoro

Decidieron descabalgarse del plan trazado por su hermano mayor en Uralita y montar su propio grupo inversor. Tras el pinchazo de Siliken, hoy pueden presumir de cartera empresarial

Foto: Pablo y Ana Serratosa. (Grupo Zriser)
Pablo y Ana Serratosa. (Grupo Zriser)

Verano de 1992. La mexicana Cemex lanza una opa sobre Valenciana de Cementos, el mayor grupo español de fabricación de hormigón y uno de los líderes europeos. Tras la operación hay semanas de hábiles negociaciones de los hermanos Emilio y José Serratosa Ridaura, que deseaban un caballero blanco capaz de parar los pies a un Mario Conde que comenzaba a enseñar su lado oscuro en Banesto y que hasta el momento había fracasado en su intento de asaltar la compañía para integrarla en la corporación industrial del banco y pegar el pelotazo en bolsa.

La operación, valorada entonces en más de 750 millones de euros (125.000 millones de pesetas de la época), llena los bolsillos de los Serratosa, que se quedan un buen bocado acorde con la participación de más del 20% que poseían en el grupo cementero. La familia valenciana, con clara vocación industrial, decide repensar su estrategia empresarial y poner en marcha nuevos proyectos, tal como relata el periodista Rafael Navarro en su libro ‘Los nuevos burgueses valencianos’ (La Esfera, 2005). Los patriarcas Emilio y José, ya la tercera generación del negocio familiar, tomaron caminos separados con sus respectivos hijos: los Serratosa Luján y los Serratosa Caturla. Estos últimos deciden subirse a la ola inmobiliaria y al negocio de la concesión de coches y sufren ahora las consecuencias del derrumbe de su pequeño imperio, hasta el punto de figurar, a título personal, en la lista de morosos del Ministerio de Hacienda con más de 15 millones de deuda.

placeholder El presidente del grupo Nefinsa, Emilio Serratosa (c), charla con sus hijos Javier (i) y Gonzalo. (EFE)
El presidente del grupo Nefinsa, Emilio Serratosa (c), charla con sus hijos Javier (i) y Gonzalo. (EFE)

Los Serratosa Luján se embarcan en operaciones de más relumbrón. Crean el grupo empresarial Nefinsa. Juegan fuerte con Gamesa, donde llegan a obtener plusvalías millonarias; fundan una compañía de vuelos regionales hermanada con Iberia, Air Nostrum; entran en negocios de telecomunicaciones, y hacen su apuesta más fuerte con Uralita, de la que toman el control en 2002. La fortuna de Valenciana de Cementos se había convertido en una cartera diversificada que convierte a los Serratosa en una de las familias más influyentes del país, con participaciones también de referencia en bancos como el BBVA o el Popular.

Sin embargo, a las puertas de la gran crisis de 2007 se produce un punto de inflexión en los Serratosa Luján. En abril de 2007 se anuncia la salida de Pablo del grupo Nefinsa, donde ejercía de director general, con la intención de separar la actividad. En ese momento se especula con posibles discrepancias con la gestión y cierta rivalidad con su hermano mayor, Javier. Con Pablo, abandonan Nefinsa sus hermanas Ana y Begoña.

Foto: Foto: Compañía Valenciana de Aluminio.

¿Fue la estrategia a seguir sobre Uralita la detonante principal de la ruptura interna? No hay confirmación oficial, pero en septiembre del mismo año Javier y Gonzalo, los dos hermanos que habían permanecido junto con su padre Emilio en Nefinsa, anunciaban una nueva opa para ampliar el control sobre Uralita, una operación que no tardó en resultar contraproducente. El pinchazo de la burbuja y la crisis económica congelaron el mercado inmobiliario y con él toda su industria auxiliar, como es el caso de la compañía de materiales de construcción y aislantes. Tras varios ejercicios de sufrimiento, en 2013 el fondo americano KKR salía al rescate de una sobreendeudada Uralita. En mayo de 2015, Javier Serratosa abandonó la presidencia y tomaba responsabilidades en Ursa, la mercantil del fondo matriz de Uralita, ahora denominada Coemac y donde la familia aún conserva una participación. El mismo mes, en un extraño movimiento, el patriarca Emilio Serratosa Ridaura, ya jubilado años atrás, volvía a la presidencia de Nefinsa. Para entonces, ya habían tenido que entregar Air Nostrum a Carlos Bertomeu y sus aliados del IVI.

Y mientras este declive se produce, ¿qué fue de Pablo, Ana y Begoña? La última funciona de forma independiente, principalmente a través del grupo Finmaser. Mantiene posiciones financieras puras, con participaciones en sicavs como Global Efficiency CMA (aunque ha liquidado otras como Pay Out Inversiones) e intereses en el mercado inmobiliario. Finmaser es uno de los accionistas de referencia de Corpfin Capital Real Estate y de las socimis que se han quedado las malogradas y conocidas cafeterías Nebraska de Madrid.

placeholder Pablo Serratosa. (Zriser)
Pablo Serratosa. (Zriser)

Mucho más diversificada es la aventura de Pablo y Ana. Tras abandonar Nefinsa crearon el Grupo Zriser, un ‘family office’, para canalizar su actividad empresarial. Pablo participa en Zriser a través de la sociedad limitada Inversiones Esser 2007 y Ana hace lo propio con Inversiones Amula 2007. La arquitectura es similar a la que vieron en casa con su padre tras la venta de Valenciana de Cementos. Se monta una estructura básica administrativa y de gestión y se acometen inversiones combinadas en empresas industriales existentes, tecnológicas, financieras e inmobiliarias para crear una cartera diversa. Una de sus más ambiciosas experiencias, el impulso de Siliken para crear una gran enseña de fabricación de paneles y tecnologías fotovoltaicas en España, se fue al traste, con pérdidas multimillonarias. La competencia china y el hachazo a las renovables, iniciado por el Gobierno de Zapatero y rematado por el de Mariano Rajoy, liquidaron el sueño de Siliken.

De Auditmedia a Clínica Baviera

Pero esa experiencia no arredró a Pablo y Ana. Su grupo, que según su web se presenta como heredero de Valenciana de Cementos, no para de moverse. Solamente el año pasado realizó media docena de operaciones: vendió a Nazca el 100% de McBath, un fabricante de muebles de baño adquirido un año antes; colocó con plusvalías a los Gómez-Trénor de Coca-Cola el edificio Generali, un inmueble singular ubicado en plena plaza del Ayuntamiento de Valencia, y tomó participaciones en algunas empresas emergentes, como Mr Jeff, Singularu o Play Film, estas dos últimas de la factoría de Lanzadera. Además, conservan participaciones en Auditmedia, Punt, THU, la cervecera Tyris o Agroterra, la mayor parte empresas industriales medianas o pequeñas con vocación de crecimiento o que han pasado por dificultades. La compra de Clínica Baviera por el grupo chino Aier Eye Hospital también les ha aportado más de cuatro millones en plusvalías. La adquisición más reciente ha sido la de la firma de inyección de plásticos Industrias Tayg, cerrada este mes de agosto.

Zriser mantiene más de 100 millones de euros en participaciones, con una división empresarial, otra financiera y otra inmobiliaria, muy centrada en edificios de oficinas y otros inmuebles en venta. En paralelo, el segundo de los hijos de Emilio Serratosa conserva posiciones con Grattarola Inversiones, una sicav que preside, gestionada por Lombard Odier y con depósito en BNP Paribas. El patrimonio a cierre del primer trimestre de 2017 era de 56,7 millones de euros. No obstante, la mayor accionista de Grattarola es su hermana Begoña, con el 58% de las acciones.

Verano de 1992. La mexicana Cemex lanza una opa sobre Valenciana de Cementos, el mayor grupo español de fabricación de hormigón y uno de los líderes europeos. Tras la operación hay semanas de hábiles negociaciones de los hermanos Emilio y José Serratosa Ridaura, que deseaban un caballero blanco capaz de parar los pies a un Mario Conde que comenzaba a enseñar su lado oscuro en Banesto y que hasta el momento había fracasado en su intento de asaltar la compañía para integrarla en la corporación industrial del banco y pegar el pelotazo en bolsa.

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