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Cierra Nebraska, memoria de Madrid: "Era una pasada. Vendíamos mil perritos al día"
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EL FIN DE UNA CADENA ICÓNICA

Cierra Nebraska, memoria de Madrid: "Era una pasada. Vendíamos mil perritos al día"

En 1955, cuatro hermanos sin experiencia abrieron una cafetería al estilo americano. Montaron un imperio que ha durado casi 62 años. Su cierre deja a 92 empleados en la calle

Foto: Las cafeterías Nebraska cierran después de 61 años.
Las cafeterías Nebraska cierran después de 61 años.

A José Ramón Blanco no le cuesta hacer memoria. Es hijo de Juan Ramón Blanco Sierra, uno de los cuatro hermanos fundadores de las cafeterías Nebraska, en Madrid, la memoria de la ciudad. Este jueves, se ha anunciado el cierre por sorpresa de las cafeterías, abiertas en 1955. Está en el chalé en donde vive en Pozuelo de Alarcón y la nostalgia asoma en sus palabras: "Mi padre decía: 'Yo no conocía Madrid. Pero de niño sabía que había una calle de Alcalá, una Gran Vía y una Puerta del Sol. Si lo sabía yo, que estaba guardando vacas en Asturias, eso lo sabe todo el mundo y por eso tenemos que estar allí". Allí abrió, allí estuvieron décadas y allí estaban el miércoles con un simple cartel en un folio en la puerta: "Señores clientes. Nebraska cierra sus puertas. Disculpen las molestias".

[Lea aquí: La receta de la mostaza de Nebraska, desvelada por sus trabajadores]

Los hermanos Blanco Sierra tenían iniciativa. Llegaron a Madrid hace un siglo procedentes de Cangas de Narcea. "Mi abuelo era tratante de ganado y mi padre cuidaba vacas. Vinieron a Madrid a hacer todo tipo de trabajos", cuenta José Ramón, hoy profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y uno de los dos descendientes que han conservado acciones hasta el final. Juan Ramón, Paulino, José e Higinio nunca hicieron caso a la regla que recomienda no mezclar negocios y familia.

El fundador decía: "No conocía Madrid. Pero si yo, que guardaba vacas en Asturias, conocía la Gran Vía, eso es que tenemos que estar allí"

El padre de José Ramón estuvo 15 años en Guinea Ecuatorial, entonces colonia española, llevando una plantación de café para la Cegui (Compañía Española de Guinea). Las cosas le iban bien, y allí pasó la Guerra Civil, pero Concepción, su mujer, quería volver. "Vale más un puesto de castañas en la Gran Vía de Madrid que toda Guinea, repetía". De regreso, los hermanos Blanco abrieron una tienda de ultramarinos llamada El As del Jamón. Compraron con esfuerzo un local en Cuatro Caminos. El germen de Nebraska.

Los ultramarinos daban lo que daban y los Blanco querían crecer. Estamos en el Madrid de los cincuenta y cuatro hermanos sin experiencia en la hostelería se fijan en las cafeterías California, que el empresario Zapica había traído de Cuba. En 1955 lanzan su propia marca: Nebraska. Nunca habían estado en EEUU, pero todo lo americano vendía. Dos años antes, España había firmado los Pactos de Madrid con EEUU, el inicio de la instalación de bases militares americanas en el país. "La cafetería es un concepto americano, pero a España llegó a través de Cuba. Aquí había tascas baratas y restaurantes buenos, pero no un sitio limpio donde tomarse un café o un plato combinado. España estaba cambiando y en Madrid la gente necesitaba comer rápido y bien", explica José Ramón. El escudo era el del estado de Nebraska, al que añadieron una coctelera con las iniciales HBS (Hermanos Blanco Sierra) y hasta conservaron el lema de ese estado americano: "Equality before the law" (igualdad ante la ley).

El éxito fue inmediato. Fueron ampliando y comprando locales. José Ramón cumplió su sueño de abrir en Gran Vía, Alcalá, la Puerta del Sol. El local de Gran Vía 32, bajo la Cadena SER, le subía la cena a José María García antes del programa. Los Blanco se vinieron arriba y junto al original Nebraska en Cuatro Caminos montaron una marisquería. "La llamaron Weimar. Otro nombre extranjero sonoro. Pero el marisco es un género muy complicado y no funcionó". José Ramón es perfecto para contar la historia porque él nació en 1950 y creció conforme lo hacía la cadena de cafeterías. "Cuando cerraron, se preguntaron qué podían dar que se complementara y pensaron en los perritos calientes".

Allí trabajó durante 18 años Covi Dopico. "En días buenos, podíamos vender hasta 1.000 perritos. Yo entré en la plancha en 1989 y estuve 18 años. Todo el barrio me conocía porque todo el mundo iba allí. La mostaza y el tomate la elaboraban ellos mismos, el pan era bueno y la salchicha, de calidad". Covi recuerda que Nebraska era un tiro. Desde las siete de la mañana hasta pasada la medianoche. Hoy trabaja en un bar cercano en el popular barrio de Cuatro Caminos, donde atruena el teclado de una familia que pide con música. Aprovechando que hay pocos clientes, a media mañana hace un alto para recordar aquellos días: "Había pastelería, en Reyes vendían roscones como churros, sándwiches, tortitas... Me da mucha pena. Era una pasada". Habla de una empresa familiar en la que los camareros estaban décadas y con buenas condiciones laborales, 45 días de vacaciones al año, por ejemplo.

Un fondo de inversión ha comprado por 4,5 millones los cuatro locales y asume la plantilla

Pero poco a poco Nebraska pasó de moda y el negocio cayó. Siguió con locales en calles emblemáticas —hasta el miércoles, tenía cinco cafeterías en marcha—, pero lentamente fue a menos. Su aspecto de los setenta dejó de molar. Y aunque otras similares se reinventaron, a Nebraska no le funcionó. Lo intentó hace un año, en el 60º aniversario, con una campaña de publicidad con el lema 'Moderno desde 1955'. Pero no despegó. Durante años, los herederos fueron vendiendo y desde 2007 la mayoría de las acciones pertenecían ya al grupo Luckia, de juegos de azar, que este miércoles anunció la venta a Corpfin Capital Prime Retail por poco más de 4,5 millones de euros. "Las cafeterías no son el núcleo de nuestro negocio. Aunque habíamos mejorado la gestión, lo cierto es que seguían perdiendo dinero", explica un portavoz de Luckia.

Las últimas cuentas de la sociedad depositadas en el registro, sobre el año 2015, señalan pérdidas, aunque menores que en años anteriores: "El importe de la cifra de negocio se ha incrementado un 2,54% alcanzando los 4,035 millones de euros desde los 3,935 millones de 2014. En línea con este incremento de la cifra de negocio el resultado del ejercicio 2015 ha mejorado pasando de un resultado negativo de 2,40 millones en 2014 a un resultado negativo de 1,83 millones en 2015".

Los 92 empleados no saben qué será de ellos. Muchos llevaban décadas trabajando allí. "Nos han vendido como carne. Querían los cuatro locales en propiedad y los han comprado con nosotros dentro", opina un trabajador. Los empleados están en servicio retribuido.

José Ramón quiere dejar claro que no ha sido un pelotazo, que de haber vendido por dinero lo habrían hecho mucho antes. "Hemos aguantado todo lo que hemos podido. Hemos superado la crisis, pero no daba más de sí. Ahora la competencia es feroz, las hamburgueserías empezaron sin camareros y ahora lo han imitado muchos. La gente pide en un papel y va a la barra a recoger su pedido. Nosotros tenemos camareros de verdad, porque no cualquiera es camarero. Al final, no hemos aguantado". El negocio y el mundo han cambiado más rápido que Nebraska.

A José Ramón Blanco no le cuesta hacer memoria. Es hijo de Juan Ramón Blanco Sierra, uno de los cuatro hermanos fundadores de las cafeterías Nebraska, en Madrid, la memoria de la ciudad. Este jueves, se ha anunciado el cierre por sorpresa de las cafeterías, abiertas en 1955. Está en el chalé en donde vive en Pozuelo de Alarcón y la nostalgia asoma en sus palabras: "Mi padre decía: 'Yo no conocía Madrid. Pero de niño sabía que había una calle de Alcalá, una Gran Vía y una Puerta del Sol. Si lo sabía yo, que estaba guardando vacas en Asturias, eso lo sabe todo el mundo y por eso tenemos que estar allí". Allí abrió, allí estuvieron décadas y allí estaban el miércoles con un simple cartel en un folio en la puerta: "Señores clientes. Nebraska cierra sus puertas. Disculpen las molestias".

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