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Cataluña votará el 14-F con una economía golpeada por el covid y en plena decadencia
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Giro radical respecto a 2017

Cataluña votará el 14-F con una economía golpeada por el covid y en plena decadencia

El covid consiguió lo que no hizo el 'procés': hundir la economía. Pero la inestabilidad política e institucional no ayuda, sino que dificulta las posibilidades de recuperación

Foto: Aspecto del hemiciclo del Parlament de Cataluña. (EFE)
Aspecto del hemiciclo del Parlament de Cataluña. (EFE)

Cataluña votará el 14-F en una situación económica muy diferente de la que se vivía en diciembre de 2017, cuando tuvieron lugar las elecciones autonómicas que ganó por sorpresa Carles Puigdemont. El vuelco que ha dado la economía es radical a causa del coronavirus. Los sectores del turismo, la hostelería, la cultura, el comercio y los hoteles se han visto castigados de forma muy dura, ya que el cerrojazo catalán ha sido mucho más radical que en otras CCAA, aunque en las cifras de contagiados e ingresados no se acabe de reflejar el esfuerzo que ha hecho la sociedad catalana durante casi todo un año. El PIB se ha hundido. El paro no tanto, gracias a las ayudas a los ERTE. La exportación, el tradicional sector tractor de la economía catalana, también se ha desplomado. Y se ha puesto en evidencia la fuerte dependencia de la economía de las ramas de actividad más castigadas por el virus.

Los economistas se desgañitaron en 2017 anunciando la catástrofe económica que iba a suponer el 'procés'. Y los economistas erraron. Los catalanes fueron a votar en diciembre de 2017 con un PIB creciendo un 3,3% y una tasa de paro del 12,6%. El entonces 'conseller' de Economía, Oriol Junqueras, hoy en la cárcel acusado de intento de secesión, fue un caso único en ese puesto. Junqueras nunca sacó pecho de la buena marcha de la economía bajo su tutela. La ruptura se basaba en el agravio. Y los datos macros apuntaban lo contrario, que en España se estaba la mar de bien.

Nada que ver con este febrero de 2021. Lo que no pudo hacer el 'procés', lo consiguió el covid-19 con su aluvión de muertos —más de 18.000—. El PIB se hundirá un 12% en 2020, según la previsión de la Generalitat. La tasa de paro solo un punto superior, el 13,2%, en el tercer trimestre del año, pero hay que tener en cuenta que hay 175.000 catalanes acogidos a un ERTE y que no computan como parados. Sin ellos, los 497.000 parados que hay ahora en Cataluña se incrementarían de manera considerable.

Además, a medida que la tercera ola es más dura, tal y como está pasando, las posibilidades de una recuperación rápida en el año en curso se alejan. Al contrario. La previsión es que la economía solo crecerá un 4%. Y, como la del resto de España, llena de empresas zombi esperando un rescate público. La más destacada, Celsa, pero hay muchas más. Curiosamente, la Generalitat se desgañitó por Nissan, pero no ha dicho nada de Celsa, la cual ha recurrido por la vía directa a la SEPI. En muchos medios empresariales, el mensaje es claro: si hay un problema grave, la puerta a llamar está en Madrid.

Programas de apoyo

La Generalitat ha presentado un reciente plan de ayudas. Se ha planteado un abono de 200 euros al mes para afectados en un ERTE y otros 2.000 euros en un pago único a autónomos afectados por la crisis. Se trata de un nuevo intento de limpiar la mala imagen que se dio con las anteriores ayudas a autónomos, que terminaron en un fiasco. El nuevo programa refleja que incluso desde el mundo independentista también se tiene la percepción de que la economía votará estas elecciones. Pero con una crisis como esta, sin precedentes, no se sabe todavía cómo se reflejará en las urnas.

A las puertas de las elecciones, la Generalitat ha activado la repartidora de ayudas


Con este entorno, las empresas son conscientes de que 2021 será durísimo. La patronal Fomento del Trabajo fue la primera en reivindicar que hubiese elecciones y denunciar el atropello que suponía el retraso electoral. Las constructoras pequeñas y medianas, el pequeño comercio y las empresas de servicios quieren Presupuestos. Presupuestos de la Generalitat. Y esa Generalitat a la que ahora se vota no tiene cuentas este 2021 y la previsión es que no las tenga hasta el año próximo.

Incertidumbre y decadencia

Mientras, la élite económica se compra pisos en la zona de Serrano y cada vez pasa más tiempo en Madrid. No hay interlocución con la Generalitat y la sensación general es de muerte, de muerte en Venecia, lenta, triste, de ciudad inundada que añora las viejas grandezas.

En 2017, Cataluña perdió 1.968 sedes de empresas que se fueron huyendo de la incertidumbre que provocó el intento de independencia. La pérdida de poder de decisión empresarial es evidente. Y no se ha frenado. Pero la cosa no quedó ahí. Casi otras 4.000 empresas se han marchado desde entonces, dejando actividad, contratos, activos y clientes en Cataluña. Pero con la sede se van cada vez más los centros de decisión. En la actualidad, los dos motores económicos son Seat y Grifols. Seat sufrirá por la caída del consumo. Y la moda está siendo víctima del covid. El sector que tan bien aguantó la crisis de 2010 ahora sufre con las tiendas cerradas. Y ahí está Mango, cuyo dueño, Isak Andic, es la primera fortuna de Cataluña y ahora apenas puede espera a salvar los muebles. Pero lo mismo pasa con Desigual o el resto de empresas que antes generaban empleo y ahora cierran tiendas a una velocidad solo superada por la que CaixaBank y Banco Sabadell clausuran sucursales bancarias. Nunca los catalanes habían votado con un panorama económico tan magro como futuro inmediato.

Cataluña votará el 14-F en una situación económica muy diferente de la que se vivía en diciembre de 2017, cuando tuvieron lugar las elecciones autonómicas que ganó por sorpresa Carles Puigdemont. El vuelco que ha dado la economía es radical a causa del coronavirus. Los sectores del turismo, la hostelería, la cultura, el comercio y los hoteles se han visto castigados de forma muy dura, ya que el cerrojazo catalán ha sido mucho más radical que en otras CCAA, aunque en las cifras de contagiados e ingresados no se acabe de reflejar el esfuerzo que ha hecho la sociedad catalana durante casi todo un año. El PIB se ha hundido. El paro no tanto, gracias a las ayudas a los ERTE. La exportación, el tradicional sector tractor de la economía catalana, también se ha desplomado. Y se ha puesto en evidencia la fuerte dependencia de la economía de las ramas de actividad más castigadas por el virus.

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