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Puigdemont duda en presentarse a la Generalitat si es beneficiado por la amnistía
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Waterloo ante el pacto de investidura

Puigdemont duda en presentarse a la Generalitat si es beneficiado por la amnistía

El 'expresident' desea mantener su autoridad moral sobre el independentismo sin los costes de la gestión política del día a día. También evitar los riesgos que implica optar de nuevo al cargo

Foto: Carles Puigdemont con Andoni Ortuzar en Waterloo. (EFE)
Carles Puigdemont con Andoni Ortuzar en Waterloo. (EFE)

Carles Puigdemont duda si presentarse de nuevo como candidato a la presidencia de la Generalitat en el caso de que pudiese volver a Cataluña, siempre como consecuencia de pactar una amnistía con el PSOE para que Pedro Sánchez revalide su mandato, según explican fuentes del entorno del expresident fugado. A algunos de ellos incluso les ha dicho que renunciará a presentarse, aunque Puigdemont es famoso es por su imprevisibilidad y por sus cambios de opinión de manera sorpresiva.

Las razones son diversas. La primera las encuestas. El CEO, el equivalente al CIS catalán, augura que en caso de celebrarse las elecciones, JxCAT quedaría segundo o tercero. Y que en todo caso ganaría el PSC. Puigdemont no quiere volver a Cataluña para quedar por detrás de Salvador Illa y ver cómo la Generalitat es gobernada por un tripartito de izquierdas. Pero, ciertamente, estos sondeos, nunca han preguntado a su universo electoral qué harían ante una candidatura del expresident.

Foto: Carles Puigdemont en Bruselas en 2018. (EFE/Ricardo Ramírez)

La segunda causa es la autoridad moral. Puigdemont vive de ella. Mientras Pere Aragonès tiene que lidiar con los problemas como el Cercanías, la sequía o la organización de las oposiciones, desde Bruselas se alimenta la épica de desafiar al Gobierno de España. Puigdemont no tiene cargo alguno en Junts, solo su condición de eurodiputado por la formación. Aun así, controla el partido, negocia la investidura de Pedro Sánchez y se ha arrogado el derecho al veto en el grueso de las decisiones estratégicas. Nadie en la ejecutiva osa contradecir lo que marque desde Waterloo. El expresident es consciente de que ese rol de guía espiritual del independentismo lo perdería si tuviese que afrontar la gestión diaria de la política catalana o si saliese perdedor de una confrontación electoral.

La tercera radica en las condiciones técnicas de la amnistía que JxCAT, ERC y la Moncloa están negociando a tres bandas. Según explican fuentes conocedoras de las conversaciones, el PSOE preferiría una amnistía parcial, por ejemplo, que permitiese a Puigdemont volver, pero que mantuviese las inhabilitaciones, con lo que ni él, ni Oriol Junqueras, ni el resto de encausados podrían presentarse hasta que esas inhabilitaciones se hubiesen cumplido. La de Junqueras acaba en 2031. En la Moncloa valoran que esta fórmula sería mucho más aceptable en el resto de España y con menos coste político para Pedro Sánchez.

En este último supuesto, Puigdemont prefiere vender que el pacto, si al final se alcanza, no ha sido fruto de buscar una salida personal, tal y como planteó en su discurso de la conmemoración del 1-O. Un sacrificio que alimentaría su ambición de desempeñar una autoridad moral sobre el conjunto del independentismo.

A las urnas en febrero de 2025

Pere Aragonès pretende acabar la legislatura. Eso implica que las próximas elecciones catalanas a la Generalitat serían para febrero de 2025. En ERC no se fían de que Puigdemont renuncie a presentarse. La desconfianza entre ambas formaciones es muy grande y, además, su estrategia negociadora también es muy diferente.

JxCAT ha aplicado un silencio draconiano. En cambio, en ERC han ido explicando por todas partes cómo iban las conversaciones. ERC quiere que la Generalitat juegue un papel en la investidura, mientras que para el partido de Jordi Turull el pilar del proceso es el partido. ERC recuerda una y otra vez cómo en su día abogaron por la amnistía como una continuidad natural de los indultos a los encausados por el procés. De hecho, hasta hace un mes los principales trabajos en favor de una ley de amnistía habían surgido de los republicanos y ahora sienten que en Junts se están apropiando de sus iniciativas.

Investidura por amnistía

El grueso del debate ahora pasa por si el Gobierno en funciones y los independentistas puedan pactar la investidura por la amnistía. El resto de cuestiones se dejarían para un pacto de legislatura, como apuntó Pedro Sánchez. Todos tienen presión. El líder socialista, en su propio partido, el PSC, entre sus bases, y Puigdemont, entre los puristas del independentismo.

Como en todos los partidos, Puigdemont también tiene un sector opuesto a la amnistía

Figuras como Quim Torra, Clara Ponsatí o el exvicepresidente del Parlament, Josep Costa, rechazan la amnistía calificándola como la enésima trampa del Estado. La ANC y buena parte del movimiento también están en contra. Toda esta presión irá creciendo en los próximos días y cada bando tendrá que hacer mucho didactismo entre los suyos para que el acuerdo prospere. El problema no está solo en el PP y la derecha. La complejidad de la amnistía afecta a todos los actores y en todos los partidos hay dudas, reservas y oposiciones ante una medida tan excepcional.

De nuevo, Puigdemont es el que más autoridad moral se juega entre los suyos y por eso el sacrificio último de no presentarse podría servirles para mantener cierto papel en el futuro político de Cataluña y no ser como Artur Mas, el hombre que arrancó el procés, pero al que ahora no escucha nadie.

Carles Puigdemont duda si presentarse de nuevo como candidato a la presidencia de la Generalitat en el caso de que pudiese volver a Cataluña, siempre como consecuencia de pactar una amnistía con el PSOE para que Pedro Sánchez revalide su mandato, según explican fuentes del entorno del expresident fugado. A algunos de ellos incluso les ha dicho que renunciará a presentarse, aunque Puigdemont es famoso es por su imprevisibilidad y por sus cambios de opinión de manera sorpresiva.

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