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Divorcio a la catalana: el PDeCAT deja a Junts sin derechos electorales para el 23-J
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Decisión de la Junta Electoral

Divorcio a la catalana: el PDeCAT deja a Junts sin derechos electorales para el 23-J

El PDeCAT siempre parece que ha pasado a la historia pero sigue generando problemas a su partido escindido: se presentará a las generales y le seguirá restando votos también el 23-J

Foto: Míriam Nogueras en la presentación de la candidaturas de JxCAT. (EFE/Marta Pérez)
Míriam Nogueras en la presentación de la candidaturas de JxCAT. (EFE/Marta Pérez)

Los malos divorcios siguen doliendo, aunque haya pasado el tiempo. Y todo apunta a que el PDeCAT y JxCAT están viendo una de esas separaciones traumáticas. El PDeCAT ha dejado sin derechos electorales a JxCAT, según decisión de la Junta Electoral Central (JEC). El PDeCAT y JxCAT habían concurrido juntos en las generales anteriores, así que ahora en el 23-J todos los derechos electorales, los espacios electorales, las subvenciones, todo se lo queda el PDeCAT, que concurre bajo la marca Espai CiU en una lista que encabeza Roger Muntañola por Barcelona. Carles Puigdemont rompió con el PDeCAT en 2020, pero este divorcio político está siendo tan largo y doloroso como un divorcio matrimonial y nada metafórico.

En JxCAT valoraron la situación como otra decisión del Estado contra esta formación independentista. En la práctica, deja sin fondos públicos a JxCAT para estos comicios, pero seguirá presente en los debates en las televisiones públicas, ya que se aplicará el principio de "grupo político significativo", para no marginar a JxCAT. Eso en las últimas autonómicas facilitó que JxCAT fuera a los debates, pero al precio de que también accediese Vox.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/Julien Warnand)

Es decir, en los debates electorales en Cataluña, que tienen una importancia relativa en unas elecciones generales, estarán tanto el Espai CiU como JxCAT. Irán Roger Muntañola y Míriam Nogueras. Reproducirán en la práctica lo que ya había pasado esta legislatura en el Congreso: la ruptura del grupo parlamentario entre el PDeCAT que encabezó Ferran Bel (cuatro diputados) y los de JxCAT que lideraba Nogueras.

Durante la pasada legislatura, el PDeCAT pactó presupuestos y llegó a acuerdos con el Gobierno de Pedro Sánchez, mientras que Nogueras llevó a sus parlamentarios (otros cuatro) a la irrelevancia. Con la lógica que lleva el independentismo, Míriam Nogueras ha repetido en las listas y Ferran Bel ha anunciado que se retira de la política.

Pero el divorcio sigue produciendo dolor a JxCAT. Esta ruptura quizás ha sido el mayor error que ha cometido Carles Puigdemont en su carrera política. En las últimas autonómicas, Ángels Chacón obtuvo 80.000 votos. Sin esos votos hubiesen quedado delante de ERC y Laura Borràs hubiese llegado a la presidencia de la Generalitat. Si la participación hubiese sido más baja, hubiesen entrado en el Parlament. En las generales la participación es menor, pero podría obtener cerca de 40.000 votos. No lograrían representación en el Congreso, pero pueden ser letales para el principal objetivo de un JxCAT que ya ha anunciado que no respaldarán a Pedro Sánchez ni para evitar un gobierno de PP y Vox: quedar por encima de ERC. Es decir, se puede repetir el drama de las autonómicas en el pulso de quien lidera el independentismo, conscientes todos de que quien va primero en las encuestas en Cataluña es el PSC.

Una china en el zapato

Así que tres años después de la ruptura, el PDeCAT sigue siendo la piedra en el zapato de Puigdemont y su proyecto de partido. Parece que no están, pero molestan muchísimo. Con la Ley d'Hont la fragmentación del voto siempre perjudica. Por ejemplo, en las recientes municipales de Barcelona, el PP hubiera obtenido mucho mejor resultado, se quedó en cuatro concejales, si Valents y Ciudadanos no se hubiesen presentado.

Además, que JxCAT está amenazado por la beligerante campaña por la abstención de una parte del independentismo. Hasta Puigdemont está preocupado. Pero eso no afecta al PDeCAT y a su proyecto de Espai CiU. Muntañola no es ni independentista. Venía de la extinta Unió y siempre se ha mostrado como un ácido crítico de los excesos del procés. La propuesta, desde el nombre, es nostálgica, tal vez de una Cataluña que no volverá. Pero la decisión de la JEC les da oxígeno, para buzoneo de papeletas, mejores ubicaciones de banderolas por las calles más transitadas y espacios gratuitos de publicidad en medios públicos.

Restar sin sumar

El objetivo del PDeCAT es Barcelona, clave para tener un congresista. Y aprovechar el voto prestado que obtuvo Xavier Trias en Barcelona por su compromiso para echar a Ada Colau. Mucho voto conservador, incluso del PP o más allá que confió en la campaña de Trias, sencilla pero eficaz: que echaría a Colau o se iría a casa. Una parte indeterminada de ese voto queda huérfano y no puede ir a al PSC. El PP puede ser la opción, pero en el PDeCAT consideran que ahí hay una oportunidad. Por ahora tendrá fondos y ayudas públicas y la ventaja que da el haberse hecho con los derechos electorales.

La resistencia a morir del PDeCAT puede costar a Junts algún diputado clave

Pero la realidad es que no salen en los sondeos electorales. Ya pasó con Valents. Como en este caso, son opciones que no logran sumar para sí mismos —obtener representación política en unas elecciones— pero, en cambio, restan al diluir el voto. Lo hace el PACMA en cada elección con Unidas Podemos. El PDeCAT tiene vocación de hacer política.

La JEC acostumbraba en este tipo de casos a soluciones salomónicas en la que los derechos electorales se repartían al 50%. Así lo hizo entre Valents y Ciudadanos. Pero el árbitro electoral aceptó que el PDeCAT pusiese en valor el acuerdo de coalición pactado en 2019, el cual establecía, precisamente, que la integridad de los derechos debía ir al PDeCAT. Así, el partido no tendrá que compartir los recursos y los espacios con Junts, que podría llevar el caso todavía a los juzgados. La decisión no afectará al liderazgo moral que ejerce Puigdemont en JxCAT. Pero la decisión de romper fue de él, como todas las decisiones importantes de la formación, la última: no pactar con el PSC la Diputación de Barcelona. Lo hacen precisamente para intentar ganar las generales a ERC. Pero, a lo mejor, la clave para lograr ese objetivo no estaba en los pactos con el socialismo catalán, sino en haber mantenido unido el PDeCAT. Algo para lo que ahora ya es tarde. Es otra característica de los malos divorcios: son muy caros.

Los malos divorcios siguen doliendo, aunque haya pasado el tiempo. Y todo apunta a que el PDeCAT y JxCAT están viendo una de esas separaciones traumáticas. El PDeCAT ha dejado sin derechos electorales a JxCAT, según decisión de la Junta Electoral Central (JEC). El PDeCAT y JxCAT habían concurrido juntos en las generales anteriores, así que ahora en el 23-J todos los derechos electorales, los espacios electorales, las subvenciones, todo se lo queda el PDeCAT, que concurre bajo la marca Espai CiU en una lista que encabeza Roger Muntañola por Barcelona. Carles Puigdemont rompió con el PDeCAT en 2020, pero este divorcio político está siendo tan largo y doloroso como un divorcio matrimonial y nada metafórico.

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