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La ANC queda al borde de la ruptura por el agrio debate interno sobre la lista única
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Presión interna de JxCAT

La ANC queda al borde de la ruptura por el agrio debate interno sobre la lista única

A la Assemblea Nacional Catalana le está costando digerir la derrota del independentismo en 2017. Cinco años después ha pasado de liderar el 'procés' a estar muy cerca de la escisión

Foto: Dolors Feliu durane la protesta contra la cumbre hispano-francesa (EFE.-)
Dolors Feliu durane la protesta contra la cumbre hispano-francesa (EFE.-)

La ANC ha pasado de ser el motor de la movilización en la calle del independentismo a un talón de Aquiles del movimiento. La pasada semana dimitió Mònica Batalla como miembro del secretariado después de la fuerte bronca el anterior fin de semana sobre si impulsar la lista única, con la que la ANC lleva meses amenazando a los partidos políticos catalanes. Los sectores más cercanos a JxCAT cerraron filas por el daño electoral que podía suponer la jugada y desde entonces todos los signos apuntan a una ruptura de la entidad.

La presidenta, Dolors Feliu, ha centrado su mandato en impulsar una lista de independentistas puros que obligue al resto de partidos a sumarse. Pero buena parte del secretariado está en contra y de hecho el pasado 29 de enero la presidenta no logró impulsar su proyecto electoral propio, pese a forzar los mecanismos internos para ello.

Tras el fiasco de la lista, dos fundadores de la ANC, Miquel Sellarès y Pere Pugès, publicaron un manifiesto en El Punt Avui en el que exigían “convocar una Asamblea Extraordinaria, lo antes posible, que sirva para iniciar una nueva etapa, con una Hoja de ruta adecuada a las circunstancias actuales y un replanteamiento a fondo de la estructura y funcionamiento del ANC”. Por ahora no ha habido respuesta pero la salida de Mònica Batalla posteriormente a esta demanda no augura nada bueno para el futuro de la organización.

La ANC fue útil durante el procés porque era capaz de organizar grandes movilizaciones que fueron aprovechadas por los políticos independentistas para llegar al 1-O en 2017. Pero en la actualidad, y sobre todo tras los indultos, ha perdido mucha capacidad de convocatoria. En comparación con sus grandes movilizaciones históricas, la protesta contra la cumbre hispano-francesa fue más bien de pequeño formato: 6.500 participantes, según la Guardia Urbana. Una semana después, cuando el Rey Felipe VI entregó en Barcelona los despachos judiciales, apenas acudieron 400 personas.

En este clima de desánimo, las críticas de Sellarès y Pugés son aceradas a la hora de describir la actual situación de la entidad: “Baja asistencia a las reuniones plenarias, división cada vez más marcada entre dos bloques que una y otra vez van consolidándose y enfrentándose, una presidencia cada vez más autoritaria, recluida y cerrada en su espacio de confort, el Comité Permanente, un órgano que actúa cada vez más como los comités ejecutivos de los partidos y decide mucho más allá de sus atribuciones estatutarias”.

Fracaso sin paliativos

La lista cívica no sólo no ha servido para atraer a los partidos independentistas a la ANC y a su apuesta por la unilateralidad inmediata, el octubrismo de Laura Borràs. Ha sido al contrario, ha dividido a una entidad que salió escaldada de presentar al filósofo Jordi Graupera a la candidatura por Barcelona en las últimas municipales: no resultó escogido y sólo restó votos a JxCAT.

Dolors Feliu se dio cuenta de que su propuesta iba a ser derrotada y para evitarlo detentó la presidencia de la mesa que tenía que dirigir el debate, aunque no le correspondía. Pese a ello perdió la votación 28 a 29, con lo que no se pudo crear el grupo de trabajo para impulsar la lista cívica.

El proyecto de lista cívica salió derrotado por un margen muy estrecho

La pataleta de Feliu y el resto de activistas que han decidido lanzarse a tumba abierta hizo que se informase de que a pesar de este revés. el debate seguiría abierto y se hará a través de comisiones, asambleas territoriales y las bases. En la práctica Feliu y la actual dirección puenteaban al secretariado y recurrían a métodos asamblearios para intentar conseguir la aprobación.

Malas perspectivas

Con este clima, las perspectivas son malas. La ANC está perdiendo peso respecto a Òmnium, que sigue creciendo. Además se ha desconectado de la actual Generalitat, controlada por ERC. La última gran convocatoria, la de la cumbre hispano-francesa, en realidad la hizo Carles Puigdemont. La ANC ha perdido la iniciativa, la perspectiva y la influencia. El “golpe de timón” que pide una parte del secretariado parece más necesario que nunca si se quiere evitar la ruptura.

La ANC ha pasado de ser el motor de la movilización en la calle del independentismo a un talón de Aquiles del movimiento. La pasada semana dimitió Mònica Batalla como miembro del secretariado después de la fuerte bronca el anterior fin de semana sobre si impulsar la lista única, con la que la ANC lleva meses amenazando a los partidos políticos catalanes. Los sectores más cercanos a JxCAT cerraron filas por el daño electoral que podía suponer la jugada y desde entonces todos los signos apuntan a una ruptura de la entidad.

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