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Jordi Sànchez ralentiza la negociación con ERC para debilitar a Aragonès en la recta final
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La CUP forzará una segunda votación

Jordi Sànchez ralentiza la negociación con ERC para debilitar a Aragonès en la recta final

El método del secretario general de JxCAT para hacer más lentas las conversaciones pasa por dejar de lado el reparto de carteras y centrarse en lo que se denomina la "hoja de ruta"

Foto: El diputado de JxCAT en el Parlament Jordi Sànchez. (EFE)
El diputado de JxCAT en el Parlament Jordi Sànchez. (EFE)

La estrategia negociadora que está marcando el secretario de JxCAT Jordi Sànchez desde la prisión de Lledoners es alargar al máximo la negociación para configurar la nueva Generalitat haciéndola lo más lenta posible y apurando los tiempos, con lo que no habrá pleno del Parlament hasta el viernes 26 de marzo, según apuntan fuentes políticas conocedoras de las negociaciones. El objetivo es debilitar a Pere Aragonès, que está muy presionado por la fecha del 26 de marzo, el límite para celebrar el primer pleno de investidura. Este planteamiento necesita el amparo de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, quien todavía no ha empezado la ronda de contactos con los grupos parlamentarios.

Sànchez sabe que cuantos más días pasen, Aragonès deberá abandonar sus posiciones maximalistas, por ejemplo en sus planes de copar carteras económicas en la nueva Generalitat, y estará más presionado para aceptar las exigencias de JxCAT. Por tanto el objetivo es superar el límite del 26 de marzo y alargar los contactos hasta el 26 de mayo, la nueva fecha que marca la ley.

Foto: La diputada de la CUP Eulàlia Reguant. (EFE)

ERC está recurriendo a la CUP para reforzar su posición. Así, por ejemplo, se ha producido un veto de los anticapitalistas a que Elsa Artadi sea la nueva consellera de Economía. A Artadi le da igual. La portavoz de JxCAT está en la misma dimensión que, por ejemplo, Damià Calvet: la clave para este tipo de cargos es entrar en la Generalitat y ser 'consellers'. Pero si Artadi acaba como vicepresidenta de Exteriores, desde un punto de vista político les es igual. Otra cosa es en términos de poder efectivo en la Generalitat. Aragonès mandará más que Quim Torra. Si además controla la llave de la caja, tendrá mucho más poder efectivo que su predecesor.

El método de Jordi Sànchez para hacer más lentas las conversaciones pasa por dejar de lado las discusiones sobre el reparto de carteras y centrarse en lo que se denomina la “hoja de ruta” para los próximos cuatro años. De manera formal se le llama “Plan de Legislatura” y resulta clave para que los votantes independentistas no piensen que se les está tomando el pelo; es decir, que en clave soberanista van a afrontar otro periodo como el de Quim Torra, que llegó a la Generalitat prometiendo que iba a recorrer los últimos cien metros y acabó reconociendo que había fracasado a la hora de proclamar la independencia.

Esta concreción resulta muy complicada para ERC. Por un lado, porque su lema “La vía amplia” es menos amplia desde que los Comunes se quedaron fuera de la mesa del Parlament. Por otro, porque depende de un diálogo con un Madrid que se muestra cada vez más convulso y, por lo tanto, menos sensible a la problemática en Cataluña. La “vía amplia” solo funciona como mantra si se evita concretar a dónde va y cuánto tiempo se tarda transitando por ella.

Segunda votación

Estos contactos se producen al margen de la CUP, que con sus nueve diputados pesa más que en la anterior legislatura. Lo que está claro para los anticapitalistas es que forzarán a Aragonès a una segunda votación, según fuentes de este partido. Es decir, el 26 de mayo la CUP no apoyará a Pere Aragonès, que precisará una segunda votación que tendrá que ser dos días después. Solo que ese día, viernes 28 de mayo, Aragonès llegará a Palau ya muy desgastado por el proceso previo.

El problema de dilatar tanto los tiempos lo tiene Borràs. Podría producirse la paradoja de que cuando Borràs abra la ronda de contactos Salvador Illa tenga más apoyos que Aragonès, que todavía estará configurando una hoja de ruta que consiga cuadrar el círculo de contentar a sus bases independentistas a la vez que no lleve a los nuevos líderes de nuevo a la cárcel.

Borràs podría asumir la papeleta de priorizar a Aragonès con menos apoyos que Illa

Borràs podría tener la tentación de hacerle difícil la vida a Jordi Sànchez. Por mucho que fuese Carles Puigdemont quien dio la cara en Bruselas para que Laura Borràs se retirase al Parlament, la presidenta de la Cámara sabe que ha sido víctima de la pinza Jordi Sànchez-Elsa Artadi y que el aparato del partido ha puenteado las primarias de JxCAT, que ganó Borràs y no para ser la segunda autoridad de Cataluña, precisamente.

Devolver la pelota

Así que la oportunidad está ahí: devolverle la pelota a Jordi Sànchez haciendo que el primer debate de investidura sea el de Illa y no el de Pere Aragonès, con lo que el reloj de los dos meses para unas nuevas elecciones comenzaría a correr. Eso daría protagonismo a Borràs y debilitaría al resto de los jugadores. Illa no conseguiría los apoyos, pero tanto Sànchez como Aragonès saldrían humillados del proceso.

Para Borràs supone un riesgo que ERC tenga la tentación de negociar un tripartito, algo de lo que fue acusada por JxCAT durante la campaña en numerosas ocasiones. Y si eso pasase el independentismo la culparía a ella por haber dado juego a Illa antes que a Aragonès. Pero la prioridad para todas las partes dentro del soberanismo es un acuerdo ERC-JxCAT. Solo que ante la dificultad se necesita más tiempo. Y de ese tiempo, Jordi Sànchez quiere sacar ventaja.

La estrategia negociadora que está marcando el secretario de JxCAT Jordi Sànchez desde la prisión de Lledoners es alargar al máximo la negociación para configurar la nueva Generalitat haciéndola lo más lenta posible y apurando los tiempos, con lo que no habrá pleno del Parlament hasta el viernes 26 de marzo, según apuntan fuentes políticas conocedoras de las negociaciones. El objetivo es debilitar a Pere Aragonès, que está muy presionado por la fecha del 26 de marzo, el límite para celebrar el primer pleno de investidura. Este planteamiento necesita el amparo de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, quien todavía no ha empezado la ronda de contactos con los grupos parlamentarios.

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