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La Generalitat pincha con la desescalada y renuncia a que Cataluña cambie de fase
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La pandemia acaba con el puente

La Generalitat pincha con la desescalada y renuncia a que Cataluña cambie de fase

Aunque la expectativa era otra, el puente de la Purísima tampoco servirá para dar oxígeno a los sectores económicos más castigados por el coronavirus. Cataluña sigue cerrada

Foto: Una persona fotografía Barcelona desde los miradores de El Carmel. (EFE)
Una persona fotografía Barcelona desde los miradores de El Carmel. (EFE)

Pere Aragonès, al final, ha tenido que hacer de presidente en funciones. Tras escuchar al Procicat —el comité de emergencias de la Generalitat— y a la Conselleria de Salut, que ha blandido el repunte de la ratio de contagios a 0,92, y desoyendo las críticas de JxCAT, se ha tomado la decisión más dolorosa. A causa del coronavirus, Cataluña renuncia también al puente de la Purísima, que iba a compensar a tantos sectores perjudicados por los cierres. Cataluña no pasará de fase el lunes, como se esperaba. Las estaciones de esquí seguirán cerradas. Continúan el toque de queda y los cierres perimetrales. Restricción de los movimientos, con la esperanza de que no repunten los contagios y la Navidad pueda celebrarse con una cierta normalidad aparente.

Cataluña iba bien hasta que se apuntó a la vía madrileña. En una semana, el índice de contagios catalanes se ha disparado y los datos vuelven a ser malos. O al menos no lo suficientemente buenos como para esperar con tranquilidad una tercera ola, algo que ya se da por descontado tras las fiestas navideñas.

Cataluña frena la desescalada por el repunte negativo de los datos

Así, hay 438 enfermos atendidos en las UCI catalanas, cuando el nivel óptimo debería estar por debajo de 300. Los ingresados en centros hospitalarios por covid-19 sumaban 1.591 y el riesgo de rebrote se coloca en 217, cuando debería estar por debajo de 100. En Cataluña, el coronavirus se ha cobrado la vida de cerca de 16.000 personas y la crisis económica que se prepara para el primer trimestre de 2021, en que también habrá elecciones autonómicas, no tiene parangón.

Las malas cifras no ayudan. Y el mal papel del Govern, tampoco. Este martes, sin ir más lejos, la 'consellera' portavoz, Meritxell Budó, afirmaba en rueda de prensa: “El Govern ni recomienda ni deja de recomendar que se salga este puente”. Ahora, esta indefinición se la han tenido que comer. La secretaria de Interior, Elisabeth Abad, insistió en pedir de manera "clara y directa" a los ciudadanos que este jueves no salgan a la carretera y que permanezcan todo el fin de semana en sus casas. Interior también están en manos de JxCAT, y han tenido que plegarse, si no a lo que marcaba ERC, a lo que dicta el virus. Budó y su partido han quedado en evidencia.

Foto: Aspecto de la carpa montada frente al CAP Passeig Sant Joan de Barcelona para realizar PCR. (EFE)

Otro 'conseller' de JxCAT, Ramon Tremosa (Empresa), se ha convertido en el representante del castigado sector del turismo y la hostelería, el que volverá a pagar el pato de quedarse sin puente y que se quería atraer para las elecciones.

Estaciones de esquí cerradas

La maniobras para intentar que las estaciones de esquí abran —la mayoría en manos de la Generalitat, en este caso de Ferrocarrils de la Generalitat, cuyo responsable último es el 'conseller' de Territori, Damià Calvet (de nuevo de JxCAT)— también han desvelado una doble moral, que acabó ayer. Resultaba hipócrita abrirlas después de haber sacrificado todos los sectores del turismo en los meses precedentes. Alemania y Francia ya habían decidido que cerraban sus complejos de invierno. No tenía sentido que Cataluña los mantuviese en funcionamiento. Al final, se impusieron los malos datos. Al final, el virus marcó la pauta.

Quim Torra no pertenecía a ningún partido, pero abanderó una dureza de medidas ante el virus que ahora en su ausencia JxCAT ha abandonado


En la gestión de la pandemia, ya se han repartido los papeles. ERC ha asumido el papel de policía malo, tomando las medidas más impopulares. Aquellas que pedía Quim Torra cuando era el Gobierno central el que gestionaba el estado de alarma. En cambio, sin Torra en la Generalitat, JxCAT ha decidido ser el partido que opta por flexibilizar las medidas. Sin Torra, ahora la vida ya no está por encima de la economía. Sin Torra, ahora la economía es la vida. Irónicamente, Quim Torra ha perdido el relato, pero ha ganado las primarias de JxCAT, colocando allí a su candidata: la popular Laura Borràs.

Nueva esperanza

Perdido el puente, la nueva esperanza para los catalanes se sitúa ahora en la Navidad. La Generalitat ha anunciado que los ciudadanos se podrán mover con libertad por todo el territorio catalán. Los próximos 25 y 26 de diciembre y el 1 de enero, que coincide en fin de semana, se harán excepciones en el confinamiento territorial. Además, en Nochebuena y Nochevieja, el toque de queda no empezará hasta la 1:30 de la madrugada. En la noche de Reyes, las tiendas podrán permanecer abiertas hasta las 23:00. Con el actual panorama, en el que los catalanes han de quedar a cenar a las 19:00, un festival.

Foto: Pere Aragonès, junto a Budó. (EFE)

¿Tiene sentido epidemiológico? Ninguno. Tiene sentido político. Quedan tres semanas para Navidad. No es previsible que los datos mejoren para justificar que se relajen las medidas. Pero la clave está en que la economía no puede más y los catalanes tampoco. Políticamente, la Generalitat, igual que el Gobierno central, ya no se ve capaz de hacer cumplir las propias limitaciones que impone.

Pere Aragonès, al final, ha tenido que hacer de presidente en funciones. Tras escuchar al Procicat —el comité de emergencias de la Generalitat— y a la Conselleria de Salut, que ha blandido el repunte de la ratio de contagios a 0,92, y desoyendo las críticas de JxCAT, se ha tomado la decisión más dolorosa. A causa del coronavirus, Cataluña renuncia también al puente de la Purísima, que iba a compensar a tantos sectores perjudicados por los cierres. Cataluña no pasará de fase el lunes, como se esperaba. Las estaciones de esquí seguirán cerradas. Continúan el toque de queda y los cierres perimetrales. Restricción de los movimientos, con la esperanza de que no repunten los contagios y la Navidad pueda celebrarse con una cierta normalidad aparente.

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