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El Torra más débil visita al Sánchez más fuerte en un clima de confusión soberanista
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El Torra más débil visita al Sánchez más fuerte en un clima de confusión soberanista

Torra está débil. ERC le ha abandonado. Los republicanos sospechan que el eje Torra-Puigdemont da a los presos por perdidos. Y además carece de una hoja de ruta para el futuro

Foto: Felipe VI, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)
Felipe VI, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. (EFE)

Hay un dicho italiano que afirma: “Errare è umano, perseverare è diabólico”. Hoy, el Quim Torra más perseverante visita al Pedro Sánchez más diabólico. Pero Torra lo hace desde la debilidad, mientras que Sánchez se encuentra crecido. El presidente de la Generalitat bebe del esencialismo de Folch i Torres, mientras que el ocupante de La Moncloa surfea sobre la modernidad líquida de Zygmunt Bauman. El choque de será desigual y el propio marco que ha dibujado Torra —otro encuentro en septiembre— augura lo peor para el soberanismo.

Pedro Sánchez está fuerte porque tiene una estrategia para Cataluña: gestos —acercamiento de los presos— combinados con firmeza democrática y cesiones en cuestiones históricas —financiación, infraestructuras, competencias— que llevará a los independentistas al terreno en que estarán menos cómodos, el de negociar cuestiones como Cercanías. Sánchez situará el debate en la vulgaridad de la política, lejos de los días históricos que tan gratos son al soberanismo.

Torra está débil. Por eso tiene que sobreactuar en el Parlament dando apoyo a estériles mociones de la CUP que insisten en la ruptura y la desobediencia, como hizo la pasada semana. ERC le ha abandonado. Los republicanos sospechan que el eje Torra-Puigdemont da los presos por perdidos y que no hay ninguna estrategia negociadora para sacarlos de la cárcel. Aquí, la factura de ERC es altísima, empezando por su líder Oriol Junqueras o por figuras tan emblemática como Carme Forcadell o Raül Romeva. Torra carece de un plan, como tampoco cuenta con él su entorno más inmediato y puigdemontista —Elsa Artadi—. Torra pretende simular diálogo —cartas, reuniones, fotos—, pero sin llegar a acuerdo alguno. Más allá de eso, no hay estrategia negociadora.

Los republicanos sospechan que el eje Torra-Puigdemont da a los presos por perdidos y que no hay ninguna estrategia negociadora

Además, las bases de ERC y JxCAT no quieren pacto alguno. A diferencia de cuando Artur Mas se reunió con Mariano Rajoy en 2012, cuando Mas contaba con un consenso social para el pacto fiscal. Ahora, Torra está solo. La ANC acude el 11 de septiembre bajo el lema 'Fem república' que significa tanto o tan poco como el “fer país” que abanderaba Jordi Pujol en los años ochenta. Quim Torra, por tanto, no solo está solo, es que es dudoso saber a quién representa. No a sus bases, que reniegan de la reunión; no a ERC, que entraría en un marco mucho más posibilista; no al PDeCAT, cuyo aparato está en otra onda política. ¿Al grupo parlamentario de JxCAT? ¿A un Carles Puigdemont inmovilizado en Alemania? Torra habla siempre en nombre del “pueblo de Cataluña”, como le reprocha Cs en el Parlament. Pero en este momento hay muchas dudas de qué parte de los dos millones de catalanes independentistas le dan su apoyo.

Foto: Imagen de archivo de una asamblea de la CUP. (EFE)

Las cartas de Pedro

De salida, Pedro Sánchez cuenta con mejores cartas. Si tras la reunión Quim Torra dice que esta es un fracaso, la ministra de Administraciones Territoriales, Meritxell Batet, solo tendrá que hacer una lista de todo a lo que han renunciado y para lo que estaban listas las comisiones bilaterales. Si Torra acepta que está entrando a negociar cuestiones del día a día mientras Pablo Llarena ultima la apertura del juicio oral en el Tribunal Supremo de unos encausados que ahora están en cárceles catalanas… no tiene salida buena.

El aislamiento político de Quim Torra en su viaje a Estados Unidos contrasta con un Pedro Sánchez que vendrá de hacerse una foto con Barack Obama

Los recursos tradicionales del independentismo retórico —Franco, Turquía— toparán con un presidente español que viene de hacerse una foto con Obama. ¡Con Barack Obama! En cambio, ni un congresista, ni un senador americano… ni uno, se vieron con Torra en su reciente viaje a Estados Unidos, que solo sirvió para reforzar en su cargo al embajador español, Pedro Morenés, cuando en principio este debía de estar de salida.

placeholder Quim Torra visita a Carles Puigdemont en Berlín. (EFE)
Quim Torra visita a Carles Puigdemont en Berlín. (EFE)

Pasar de pantalla

Todo en Sánchez evoca a nuevo, mientras que todo en Torra suena a viejo. Más allá de su obsesión por la Cataluña de los años treinta, una Cataluña que muchos catalanes preferirían olvidar, por cierto; el independentismo siempre ha dicho que “habían pasado de pantalla”. Pero con Torra llegando a Madrid no es así. La reunión en Moncloa se parece tanto al inicio del 'procés' en 2012 que sonroja. El plantear un referéndum pactado, que es lo que pretende Torra, ya lo intentó Puigdemont. Torra carece de ideas nuevas, de hoja de ruta y de aliados para dar una imagen de unidad. Esa unidad que sí tienen los independentistas escoceses, en los que Torra intenta verse reflejado.

Mientras, Sánchez le va enviando a Torra mensajeros. Un día Pablo Iglesias, otro Alberto Garzón. Sánchez puede ser un posmoderno en política, pero está claro que cuenta con aliados. Y, que al contrario que el independentismo, el líder del PSOE, cuando muestra arrojo político, gana. Lo dicho, hoy, encuentro desigual en Moncloa.

Hay un dicho italiano que afirma: “Errare è umano, perseverare è diabólico”. Hoy, el Quim Torra más perseverante visita al Pedro Sánchez más diabólico. Pero Torra lo hace desde la debilidad, mientras que Sánchez se encuentra crecido. El presidente de la Generalitat bebe del esencialismo de Folch i Torres, mientras que el ocupante de La Moncloa surfea sobre la modernidad líquida de Zygmunt Bauman. El choque de será desigual y el propio marco que ha dibujado Torra —otro encuentro en septiembre— augura lo peor para el soberanismo.

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