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El horror de los sanitarios: "Hemos tenido que recoger de la calle a un niño muerto y..."
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operarios de los servicios de emergencias hablan para el confidencial

El horror de los sanitarios: "Hemos tenido que recoger de la calle a un niño muerto y..."

Los heridos abarrotan los hospitales y los donantes de sangre colapsan los centros sanitarios

Foto: Efectivos sanitarios trasladan a uno de los heridos en el atentado.
Efectivos sanitarios trasladan a uno de los heridos en el atentado.

Frente al Hospital Universitari Sagrat Cor de Barcelona la entrada y salida de ambulancias es constante. Junto a una de ellas, los dos conductores aguardan la próxima llamada de Emergencias. Llevan toda la tarde haciendo el trayecto Las Ramblas-Hospital Sagrat Cor trasladando heridos, en un intento desesperado por salvar sus vidas tras el brutal atentado terrorista que ha vestido de luto el verano de la ciudad. Los trabajadores están totalmente destrozados. Se les nota en el rostro. Han sido testigos directos de la cara más cruda de la tragedia.

"Respeto tu trabajo, de verdad, pero no puedo hablar. Hemos tenido que recoger de la calle a un niño muerto y...". Tiene veintipocos años y prefiere guardar silencio ante las preguntas de El Confidencial, igual que su compañero de servicio. Ninguno de los dos tiene palabras para explicar lo vivido.

Otro conductor de ambulancia narra su terrible vivencia: "Nosotros hemos llevado al hospital a una niña de 14 años, alemana, con una fractura importante. Hemos entrado a las seis a trabajar y no hemos parado. Ha habido que hacer siete salidas. Y nuestro caso no es de los peores, ya que hay gente que ha terminado su turno y se ha quedado a...". Interrumpe la conversación la emisora de la ambulancia. Tienen que volver a salir pitando.

placeholder Traslado de uno de los heridos en el atentado. (EFE)
Traslado de uno de los heridos en el atentado. (EFE)


En la tarde-noche de este funesto jueves de agosto, las imágenes de dolor y tensión se han repetido en todos los centros sanitarios de la ciudad condal. La desolación generalizada solo se ha visto compensada por la generosidad de la población barcelonesa. "Estamos colapsados, tienen que ir a otros sitios o venir mañana o pasado. Aquí ya no podemos atender a nadie". A las puertas del Hospital Clinic de Barcelona, una guardia de seguridad intenta controlar la oleada de personas que llegan para donar sangre. Desde que se ha conocido la noticia, cientos de personas se han desplazado hasta este centro hospitalario barcelonés, pero los trabajadores aseguran que por el momento están cubiertas todas las necesidades. "La gente se ha volcado y ahora mismo hay una cola de 30 o 40 personas esperando todavía para donar sangre".

Es una jornada de tragedia y miedo. Mucho miedo. Se nota en la cara de quienes merodean por las puertas de acceso a las instalaciones sanitarias. Hace menos de tres horas que una furgoneta ha atropellado indiscriminadamente a las personas que paseaban por las populares Ramblas. A su criminal paso, el vehículo ha ido dejando un reguero de víctimas: 13 personas habrían perdido la vida, entre ellas varios niños, y otros 100 viandantes habrían resultado heridos de distinta consideración.

Foto: Driss Outkabir, uno de los supuestos terroristas del atentado de las Ramblas (EFE)

En la entrada del Clinic, algunos médicos aprovechan unos segundos de calma para fumar un cigarro y llamar a sus familiares. "No podemos hablar con los periodistas. No deberíamos ni estar fumando, pero es que tenía que llamar a mi hijo", dice una enfermera que prefiere no dar su nombre. Según cuelga el teléfono, la mujer vuelve a entrar a toda prisa al hospital. "Ha sido horrible", resume como despedida.

Bilma, una vecina del barrio que estaba sacando a su perro a las cinco de la tarde, explica que la llegada de ambulancias ha sido constante desde el atentado. "Venían acompañadas de coches de policía y al principio no entendía qué pasaba", comenta a El Confidencial. Segundos después de pronunciar estas palabras, una nueva ambulancia entra a toda velocidad al centro. "¿Ves? Así todo el día".

Foto: Una furgoneta atropella a varias personas en Las Ramblas de Barcelona. (EFE)

Además de las ambulancias, la llegada de taxistas se repite cada minuto. "A mí me han traído gratis desde el centro. No están cobrando por las carreras", asegura una mujer a este diario. "Me vuelvo al centro de la ciudad para sacar a la gente que queda por allá", comenta a su vez un taxista antes de abandonar el lugar a toda prisa.

La imagen de terror, desolación y solidaridad se ha repetido en todos los centros hospitalarios barceloneses que han recibido, en mayor o menor medida, heridos del brutal atentado terrorista y, también, donantes de sangre para cubrir las necesidades de las intervenciones quirúrgicas que se han llevado a cabo.

Cronología del atentado en Barcelona

El Hospital Vall d'Hebron, ubicado fuera del centro neurálgico de la ciudad, también se ha visto casi desbordado, aunque en menor medida que el Clinic y el Sagrat Cor. Un facultativo del hospital asegura a El Confidencial que, inicialmente, los servicios de emergencia alertaron de la llegada de, al menos, 50 ambulancias con heridos. Finalmente solo llegaron al Vall d'Hebron 20 heridos, dado que los controles y cortes de tráfico posteriores al atentado afectaron también a muchos vehículos sanitarios, que fueron desviados al Clinic y el Sagrat Cor.

Un médico de Urgencias de este último centro afirma a El Confidencial que "durante la tarde hemos atendido a unos 10 pacientes y ahora [22:00 de la noche] siguen llegando los menos graves. Graves tenemos dos, pero en principio no tememos por la vida de ninguno de ellos".

Frente al Hospital Universitari Sagrat Cor de Barcelona la entrada y salida de ambulancias es constante. Junto a una de ellas, los dos conductores aguardan la próxima llamada de Emergencias. Llevan toda la tarde haciendo el trayecto Las Ramblas-Hospital Sagrat Cor trasladando heridos, en un intento desesperado por salvar sus vidas tras el brutal atentado terrorista que ha vestido de luto el verano de la ciudad. Los trabajadores están totalmente destrozados. Se les nota en el rostro. Han sido testigos directos de la cara más cruda de la tragedia.

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