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El pueblo que no quiere llenar sus campos de placas solares ni por todo el oro del mundo
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NATURALEZA VS. ENERGÍA VERDE

El pueblo que no quiere llenar sus campos de placas solares ni por todo el oro del mundo

Los vecinos de Villar del Campo, una localidad de 24 habitantes de Soria, se enfrentan a un dilema cada vez más habitual en la España despoblada: elegir entre el dinero o mantener intacto su entorno natural

Foto: Vista aérea de Villar del Campo y las fincas que lo rodean. (Cedida)
Vista aérea de Villar del Campo y las fincas que lo rodean. (Cedida)
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Dinero o naturaleza. El dilema no es baladí y está sobre la mesa de cada vez más pueblos de la España vaciada. Les falta población, pero les sobran tierras. Por ello, son enclaves suculentos para las empresas que viven de las energías renovables y que ven en las zonas rurales los lugares idóneos para establecer sus molinos o placas solares. En Villar del Campo, un municipio de apenas 24 habitantes en la provincia de Soria, lo saben bien.

Hace unos meses llamó a su puerta una de estas firmas. Concretamente, tocó a la puerta del Ayuntamiento y a las de los propietarios de las 35 hectáreas donde tienen proyectado un huerto solar. Y esto hizo saltar las alarmas del alcalde, David Vera. Allí no hay nadie que esté en política por gusto o ambición, sino por "compromiso" con el pueblo. Por eso, admite con cierta dosis de resignación que ya es mala suerte haberse topado con este tema durante su mandato.

Sobre la espalda se echa una responsabilidad que tampoco es menor. Eso sí, ha de elegir entre dos caminos: puede ser el alcalde con el que cambie por completo el entorno de su pueblo o el que lo hizo rico. "Eres alcalde cuatro años y luego te vas, pero esto se queda", subraya en conversación telefónica con El Confidencial y en alusión a las placas. Explica que, ante la coyuntura, desde el Consistorio, donde gobierna una agrupación de electores independiente, decidieron preguntar a sus vecinos sobre qué querían hacer: si entregarse al dinero que ofrecía la empresa a cambio de las tierras o preservar su entorno aunque se quedaran sin un sustancioso cheque.

Foto: Guzm Gilsanz. (Cedida)

"En el pueblo hubo unanimidad, pero claro, aquí apenas somos 24 personas y el 80% forman parte de la agrupación de electores. Eso sí, todos los que se personaron en la reunión votaron en contra de las placas", rememora Vera, quien destaca la importancia que tiene en núcleos rurales el medioambiente. "El impacto visual es importantísimo y, además, las placas se colocarían en las mejores tierras de cultivo, porque necesitan las más llanas y más productivas para esto. Y eso va en detrimento de la gente que se dedica a la agricultura, que es la principal tarea", arranca Vera, quien también recuerda que, por mucho dinero que las empresas puedan ofrecer, estos proyectos no lograrán revitalizar el lugar.

"No se crean empleos con estos proyectos. Durante la fase de instalación, sí, pero luego solo hace falta una persona para mantener tres o cuatro parques solares y, además, suelen venir de otras provincias, así que nos quedamos igual", detalla el alcalde, que da la puntilla: "Tampoco provocarán un crecimiento real del pueblo si traen las placas. Es verdad que el Ayuntamiento tendría más ingresos, que obviamente harían más fácil la labor del día a día, pero la experiencia nos ha demostrado que mucho dinero en las arcas de los pueblos no se traduce en que se desarrollen, sino en que se hagan inversiones que no son necesarias".

No lo dice, pero quién no conoce un pueblo con varios molinos de viento en sus tierras —que le reportan importantes sumas de dinero— y que luego continúan muriéndose, que no logran reabrir escuelas, ni consultorios médicos, y que tampoco son capaces de atraer población joven. Eso sí, en verano cuentan con unas fiestas de primer orden, con artistas que nadie imagina que puedan llegar a dar conciertos en municipios tan pequeños.

placeholder La plaza de Villar del Campo, un pueblo con apenas 30 habitantes censados. (Cedida)
La plaza de Villar del Campo, un pueblo con apenas 30 habitantes censados. (Cedida)

Dejando al margen la ironía, el primer edil encuentra la réplica en José Donoso, director general de Unión Española Fotovoltaica (UNEF), una de las principales asociaciones del sector en España y que tiene 800 empresas asociadas. Donoso defiende que hay "muchos bulos" alrededor de la actividad de estas empresas, como que contaminan el suelo, pero reivindica que el "único impacto que tienen es el paisajístico".

De igual modo, difiere con el alcalde al evaluar la repercusión en el empleo de estas explotaciones allá donde se implantan. "Si las comparamos con una empresa cerealista, durante 30 años —que es el periodo en el que se explotan las tierras— generamos más empleo y, además, bien pagado", subraya el director general, quien también asegura que el beneficio de una hectárea cultiva con cereal "ronda los 300 o 400 euros al año", mientras que unas placas pueden alcanzar "entre 1.000 y 1.500 euros" en el mismo periodo.

"Me da miedo"

Por todo ello, el alcalde no es ingenuo y sabe bien aquel refrán de "poderoso caballero es don dinero". "Me da miedo que si tocan a los propietarios, les ciegue el dinero. Soy optimista por la respuesta que han dado los vecinos propietarios y quiero creer que el resto de propietarios actuarán mayoritariamente de la misma manera, pero el dinero es un tema complicado", acepta el primer edil.

Foto: El resinero digital. (C. A.)

Su Consistorio tampoco sería ajeno a la lluvia de dinero ligada al proyecto. Cuenta actualmente con un presupuesto de unos 100.000 euros, pero, entre impuestos y trámites relativos a la instalación de unas placas como estas, podría recibir unos ingresos que doblarían, como mínimo, esta cuantía. Donoso, que admite que no conoce el caso concreto de Villar del Campo, apunta, sin embargo, que "hay pueblos que tenían presupuestos de 400.000 euros anuales que, con las placas en sus tierras, han pasado a recibir 6 millones de euros".

No obstante, el alcalde avisa que no se rendirá tan pronto y hace una reflexión antes de continuar con sus quehaceres. "Las cosas no son ni blancas ni negras y esto es verdad que tiene cierta parte positiva, que son los ingresos. ¿Pero todo tiene un precio? Tenemos que pensar el modelo de provincia que queremos. Ahora solo tenemos el patrimonio natural y, si por la ceguera del dinero, nos despertamos un día y vemos todo el territorio lleno de placas… ¿Qué hacemos? No somos ecologistas, pero todo tiene un límite", discurre este hombre, que sabe que el partido con las renovables en Villar del Campo solo acaba de empezar. Por ello, lanza una pregunta a los que puedan dudar sobre qué hacer con sus tierras si el dinero de estas placas llama a su puerta de nuevo: "Si al final se imponen estos proyectos, ¿a qué nos vamos a dedicar en pueblos como este? ¿A ver las placas?".

Dinero o naturaleza. El dilema no es baladí y está sobre la mesa de cada vez más pueblos de la España vaciada. Les falta población, pero les sobran tierras. Por ello, son enclaves suculentos para las empresas que viven de las energías renovables y que ven en las zonas rurales los lugares idóneos para establecer sus molinos o placas solares. En Villar del Campo, un municipio de apenas 24 habitantes en la provincia de Soria, lo saben bien.

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