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MITIN EN SEVILLA

El PSOE se sube la moral en un homenaje al hombre que lo hizo grande

Pedro Sánchez se mira en el espejo de Felipe González para tomar impulso cuando todavía sigue por detrás en las encuestas. El expresidente del Gobierno avaló una reforma del sistema fiscal

Foto: Pedro Sánchez y Felipe González se saludan en el escenario del auditorio donde celebraron los 40 años de la victoria de 1982. (EFE/Julio Muñoz)
Pedro Sánchez y Felipe González se saludan en el escenario del auditorio donde celebraron los 40 años de la victoria de 1982. (EFE/Julio Muñoz)

Muchos de los casi 4.000 simpatizantes socialistas que llenaron este sábado el auditorio plateado de Fibes pudieron votar a Felipe González el 28 de octubre de 1982. Y todos, los que lo hicieron y los que no, se emocionaron cuando el sevillano aludió a su vieja mano derecha, Alfonso Guerra, el hombre que lo acompañaba en la ventana del Palace en aquella noche histórica y que no estuvo por un desencuentro con la actual dirección del PSOE. Pero ni eso logró empañar el subidón de moral de los socialistas en una ciudad donde, hace solo unos meses, el PP andaluz celebró el vuelco histórico en un bastión rojo que nunca habían conquistado. González, que se autodefinió como "un puñetero viejo que ha cumplido 80 años", es el hecho diferencial, sobre todo cuando se conmemoran los 40 años de una victoria que convirtió al PSOE en un partido sistémico, básico para el funcionamiento del país.

"Quien no sabe de dónde viene, no sabe adónde va". En esa frase se puede resumir la intervención de González, más intelectual que mitinero, pero el responsable de la mayor concentración de militantes socialistas que se ha visto en Sevilla en mucho tiempo. El ambiente era muy distinto al que se respiraba en los mítines previos a las pasadas elecciones autonómicas, incluso aquellos en los que también estuvo Pedro Sánchez. "Es un mitin fiesta, como los que había cuando Felipe", comentaban dos asistentes. Hace 40 años, en el cierre de la campaña de 1982, Isabel Pantoja actuó en el Prado de San Sebastián, a unos pocos kilómetros de Fibes, antes de la intervención de Alfonso Guerra y Felipe González. Este sábado fue un grupo de pop con los clásicos españoles de los 80 el que animó la fiesta de los socialistas.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el expresidente socialista Felipe González. (EFE/Eva Ercolanese) Opinión
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Felipe González y Pedro Sánchez hicieron un recorrido por los logros alcanzados por los gobiernos del sevillano. Desde la llegada del agua corriente a muchos pueblos que no la tenían a la expansión de la red de trenes de alta velocidad que se inauguró en 1992. Desde la sanidad universal de Ernest Lluch al sistema de becas y la educación obligatoria hasta los 16 años. La ristra de políticas ensalzadas por uno y otro alargó hasta las dos horas el acto de acción de gracias al secretario general del PSOE entre 1979 y 1997. Dos décadas que le han granjeado a González el apelativo de "modernizador de España" y de "cara de la joven democracia española", como dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, en el vídeo que envió para participar en el acto.

Y las recetas de González son justo las que reivindicó Pedro Sánchez para insuflar de ánimo a su partido, que lleva por detrás en las encuestas desde que Alberto Núñez Feijóo se instaló en la planta noble de Génova. En el fondo realizado a partir del icónico cartel de José Ramón Sánchez para las elecciones de 1979, se intercalaron imágenes de la historia del PSOE, pero destacaron sobre todas las demás las relacionadas con la UE y el papel de España en el club europeo. Desde la firma de adhesión a los tratados comunitarios en el Palacio Real a las recientes fotografías de Sánchez y Ursula Von der Leyen celebrando la llegada de fondos europeos, las imágenes acompañaron el discurso europeísta de los dos presidentes.

Foto: Sánchez, flanqueado por González y Montero, esta mañana. (EFE/Julio Muñoz)

"Bruselas somos nosotros", dijo González para espantar a los euroescépticos que se quejan de las instrucciones que llegan desde las instituciones europeas. Después, Sánchez presumió de la gestión de la crisis del covid, muy distinta, aseguró, a la respuesta que la UE dio a la gran recesión por "el supremacismo del norte y el egoísmo". Ambos coincidieron también en la defensa de un modelo fiscal más igualitario, hasta el punto de que Felipe González le encargó tarea a María Jesús Montero para mejorar un modelo tributario que calificó de "injusto". Todo un respaldo del presidente a la apuesta de la ministra de Hacienda, encargada de diseñar el impuesto a las grandes fortunas que debe servir para que los más ricos "aporten más" en un contexto de subida de la inflación.

En el estado de euforia generalizada también planeaba el reciente bloqueo de la negociación del Consejo General del Poder Judicial tras el portazo del PP a cuenta de la reforma de la sedición. Sánchez presumió del constitucionalismo del PSOE, un partido que, aseguró, acata la Carta Magna "cuando gobierna y cuando está en la oposición". El dardo a Núñez Feijóo también llegó desde la intervención de González, que recordó que "tiene derecho a cambiar una ley, pero no a incumplirla". Fue casi la única concesión a la actualidad más reciente en un acto marcado por la nostalgia.

Un escenario talismán... o no

Desde que se inauguró el auditorio de Fibes, hace una década, solo se han visto otros tres actos políticos con el mismo nivel de efervescencia. El primero fue en 2014, cuando Susana Díaz celebró su primer año de mandato y lanzó un mensaje a los cargos socialistas relacionados con los casos de corrupción que han acabado por apagar el PSOE andaluz. "El que no sea decente, fuera de nuestra familia", dijo Díaz entonces. Ocho años después, dos de los expresidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, están condenados por su gestión en el caso ERE y no pudieron estar el sábado en el mitin para celebrar la victoria de Felipe González.

El acto de acción de gracias a Felipe González fue el cuarto lleno de un acto político en Fibes. Antes lo hicieron Susana Díaz, Iglesias y Abascal

Chaves fue socio de González en el despacho de abogados laboralistas que fue el germen del clan sevillano del PSOE y Griñán fue ministro con el sevillano en dos ocasiones. Díaz estaba sentada en primera fila y fue la última en abandonar el enorme auditorio diseñado por Guillermo Vázquez Consuegra después de hacerse fotos con todo el que se lo pidió. Pero estas ausencias, sumadas a la de Alfonso Guerra, dan pistas del problema que tiene el PSOE con parte de su herencia. Hay que tener en cuenta que el reencuentro entre Pedro Sánchez y Felipe González se produjo hace justo un año en el 40 Congreso socialista después de una relación guadianesca marcada por algunos sonoros desencuentros.

Los otros dos llenos del auditorio de Fibes se los apuntaron Pablo Iglesias, en 2015, y Santiago Abascal, en 2019, aunque hay que recordar que el congreso de proclamación de Alberto Núñez Feijóo también abarrotó el edificio plateado en un contexto menos mitinero. Ahora el PSOE quiere hacer de este lugar, en un barrio de Sevilla que no existía cuando Felipe González arrasó en las urnas en 1982, el talismán de un cambio de viento que empuje al partido del puño y la rosa. En el horizonte, dos elecciones que serán cruciales para el futuro del partido, unas municipales en mayo que serán el termómetro de las generales que se esperan para finales de 2023.

Muchos de los casi 4.000 simpatizantes socialistas que llenaron este sábado el auditorio plateado de Fibes pudieron votar a Felipe González el 28 de octubre de 1982. Y todos, los que lo hicieron y los que no, se emocionaron cuando el sevillano aludió a su vieja mano derecha, Alfonso Guerra, el hombre que lo acompañaba en la ventana del Palace en aquella noche histórica y que no estuvo por un desencuentro con la actual dirección del PSOE. Pero ni eso logró empañar el subidón de moral de los socialistas en una ciudad donde, hace solo unos meses, el PP andaluz celebró el vuelco histórico en un bastión rojo que nunca habían conquistado. González, que se autodefinió como "un puñetero viejo que ha cumplido 80 años", es el hecho diferencial, sobre todo cuando se conmemoran los 40 años de una victoria que convirtió al PSOE en un partido sistémico, básico para el funcionamiento del país.

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