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Una red de sismógrafos para 'oír' la mordedura del picudo rojo: así salva Málaga sus palmeras
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Una red de sismógrafos para 'oír' la mordedura del picudo rojo: así salva Málaga sus palmeras

El Ayuntamiento lleva dos años empleando este novedoso método de monitorización para controlar la plaga de esta especie invasora que llegó a España hace décadas

Foto: El picudo rojo se ha extendido por distintas partes de Europa. (EFE)
El picudo rojo se ha extendido por distintas partes de Europa. (EFE)

A pesar de su llamativo aspecto, con ese rojizo intenso tan característico, y sus escasos centímetros de tamaño, se trata de un asesino letal. Un devorador insaciable que ataca a sus víctimas desde las entrañas. Un huésped mortal que se extiende con rapidez pese a sus torpes movimientos. Es el picudo rojo. Un insecto de la familia de los coleópteros procedente de Asia que desde hace más de dos décadas tiene en jaque a las poblaciones de palmeras de nuestras ciudades y contra el que pelean las administraciones con soluciones cada vez más imaginativas y sorprendentes. Como la que está empleando el Ayuntamiento de Málaga, que ha sido pionero en la utilización de sismógrafos para monitorizar estas plantas y detectar la presencia del picudo a través de las frecuencias de ondas de sus mordiscos.

La presencia de esta plaga se detectó en la capital malagueña en torno a 2008 y su propagación fue letal para la población de palmeras que se alza en la franja litoral. "No sabíamos cómo actuar, ni qué productos utilizar para combatirlo", recuerda el director de Parques y Jardines en el Consistorio malagueño, Javier Gutiérrez del Álamo, que rememora esos días como un banco de pruebas en el que se estudiaron y valoraron diversos métodos hasta encontrar una fórmula que contenga a esta especie invasora. Porque "solo en Canarias, por su condición insular, han logrado erradicarla". "Los demás, aspiramos a controlarla", señala este experto en asuntos medioambientales, que especifica que finalmente han optado por un mix de sistemas que contenga la propagación de este insecto y reduzca su incidencia.

Foto: 'Alternanthera philoxeroides' cerca de la Cartuja de Sevilla. (Jesús Manuel Castillo)

"Después de muchos años de experimentación, de pruebas, de ensayo y error, hemos llegado a la conclusión de que hay que centrar el foco en la prevención a través de distintas estrategias", explica Gutiérrez del Álamo, que especifica que combinan las inspecciones visuales periódicas en las zonas más sensibles, como son el Parque, la Alameda de Colón y Ciudad Jardín, con un "anillo de trampas" que contienen una feromona que atrae al picudo y que en su interior contiene agua con jabón. Este sistema, además de reducir la población de estos insectos —se estima que acaba con entre un 20 y 30%—, sirve para monitorizar la plaga, ya que el número de capturas revela dónde hay más o menos ejemplares y permite concentrar los esfuerzos en los lugares con mayor riesgo.

"En su día hicimos una prueba con un sistema de escucha y temperatura de las palmeras, que funcionó bastante bien, pero hemos innovado y ahora apostamos por una red de sismógrafos instalados en la propia palmera". El técnico hace hincapié en que "debemos saber cuanto antes si el picudo ha entrado, porque es en ese momento cuando podemos reforzar el tratamiento", de ahí la importancia de una rápida detección. Es como con una enfermedad grave, cuanto antes se diagnostique, mayor serán los porcentajes de supervivencia.

¿Pero cómo funcionan los sismógrafos? Pues tienen grabadas las distintas frecuencias de ondas de la mordida del picudo rojo y lanzan un aviso cuando en el interior de la planta hay un picudo alimentándose. Con una aplicación controlan todos los aparatos de la red y, si alguno se ilumina en rojo, saben que en esa palmera hay ejemplares del insecto invasor. "Entonces utilizamos productos químicos para acabar con él", afirma el director de Parques y Jardines, que destaca el tiempo de reacción que proporciona este sistema. Antes, "solo la caída de las hojas delataba que ese ejemplar estaba contagiado", y era demasiado tarde. Ahora disponen de tiempo para actuar con distintos agentes y salvarlo.

placeholder Uno de los aproximadamente 500 sismógrafos instalados. (Ayuntamiento de Málaga)
Uno de los aproximadamente 500 sismógrafos instalados. (Ayuntamiento de Málaga)

El experto señala que los sismógrafos están programados para "aislar los impulsos externos como los que pueda generar el tráfico, la lluvia o los propios terremotos, y solo 'escucha' los mordiscos de este insecto".

Málaga es la primera ciudad española en aplicar una estrategia que ha cosechado excelentes resultados en Arabia Saudí, el mayor productor de dátiles del mundo y donde se fomenta el I+D+i en este campo. Aunque desde el Ayuntamiento se destaca que para terminar con el picudo hacen falta varias fórmulas, quiere "evitar poner los huevos en una misma cesta". De ahí que desde hace diez años se cuente con el concurso de un perro entrenado para detectar a este escarabajo y que resulta muy útil para 'radiografiar' las palmeras de menor tamaño, a las que accede por la parte inferior.

La red de sismógrafos se despliega en aproximadamente 500 palmeras del Parque y la Alameda de Colón y sus resultados están siendo muy óptimos. "Podemos decir que la plaga está controlada", declara Javier Gutiérrez del Álamo, que entiende que la erradicación total es hoy en día una utopía. En parte, porque la Junta de Andalucía no lideró en su momento una estrategia genérica y "decidió que era un problema de los ayuntamientos". "Así que cada municipio trató el asunto de forma individual. Hubo quien hizo algo más, y otros que perdieron todas sus palmeras".

Foto: Foto: Wikipedia.

"Por mucho que tengamos tratadas las nuestras, como haya un particular que no lo haga, o un municipio próximo que tampoco, la plaga será más difícil de controlar", advierte el asesor en asuntos medioambientales, que explica una curiosa circunstancia para reforzar su apuesta por una estrategia de prevención y actuación común: "El picudo rojo tiene un vuelo torpe, pero se estima que es capaz de recorrer distancias de cinco kilómetros. Los técnicos municipales pudieron comprobar que, después de varios días de poniente, crecían notablemente las capturas en las trampas ubicadas en la zona oeste de la ciudad. Y eso era porque los insectos que se encontraban en distintos puntos del Valle del Guadalhorce aprovechaban estas corrientes de aire para desplazarse".

A pesar de su llamativo aspecto, con ese rojizo intenso tan característico, y sus escasos centímetros de tamaño, se trata de un asesino letal. Un devorador insaciable que ataca a sus víctimas desde las entrañas. Un huésped mortal que se extiende con rapidez pese a sus torpes movimientos. Es el picudo rojo. Un insecto de la familia de los coleópteros procedente de Asia que desde hace más de dos décadas tiene en jaque a las poblaciones de palmeras de nuestras ciudades y contra el que pelean las administraciones con soluciones cada vez más imaginativas y sorprendentes. Como la que está empleando el Ayuntamiento de Málaga, que ha sido pionero en la utilización de sismógrafos para monitorizar estas plantas y detectar la presencia del picudo a través de las frecuencias de ondas de sus mordiscos.

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