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Calvo y Montero, acento andaluz en una agenda política con Andalucía de capa caída
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TENSIÓN TERRITORIAL

Calvo y Montero, acento andaluz en una agenda política con Andalucía de capa caída

La vicepresidenta y la ministra de Hacienda seguirán, según todas las quinielas, con Sánchez, y ambas tienen además la misión de rescatar al PSOE andaluz del ostracismo político

Foto: Carmen Calvo (d) y María Jesús Montero. (EFE)
Carmen Calvo (d) y María Jesús Montero. (EFE)

Andalucía, la comunidad autónoma más poblada, con 8,4 millones de habitantes y 61 diputados electos en el Congreso, pasó sin pena ni gloria por el debate de investidura. Solo el diputado de ERC Gabriel Rufián y el de Bildu Oskar Matute entonaron respectivamente el “viva Andalucía libre” y su apoyo a la “Andalucía rebelde de Blas Infante”, durante un repaso a diferentes territorios del país. Ni Pedro Sánchez mencionó Andalucía, a pesar de que Susana Díaz no se perdió ni una jornada del debate, aplaudiendo desde la tribuna de invitados, ni lo hizo Pablo Casado, pese a que es la comunidad de mayor peso que gobierna el PP y que el Ejecutivo de Moreno Bonilla se ha autoproclamado “el gran bastión de la defensa de la unidad de España”. El 'baronío' de Moreno Bonilla está aún lejos del peso de otros como Núñez Feijóo.

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Más allá de la anécdota de los independentistas enarbolando la bandera andaluza, queda claro que Andalucía necesita subir en el escalafón de la agenda política nacional. Su pérdida de peso es evidente y para eso se conjugan muchos factores, entre otros, la debilidad del liderazgo del PSOE-A o la confrontación a la que se ha abonado el nuevo Gobierno de PP y Cs. Tampoco las diferencias entre Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez ayudan. La ausencia de peso político de la comunidad andaluza, sin partidos nacionalistas en la Cámara Baja, fue llamativa en el arranque de una legislatura que será de alto voltaje en cuanto a tensión territorial. El panorama de un Gobierno de PSOE y Unidas Podemos preso de fuerzas como ERC, PNV o Bildu, con la oposición de un Partido Popular aliado de Vox, que pide el derribo del Estado de las autonomías, dispara las alarmas. En mitad de este panorama, se mirará con lupa el peso de Andalucía en el futuro Gobierno, sorprendentemente pospuesto una semana pese a las prisas por la investidura y a que todo estaba preparado para que se estrenara el Consejo de Ministros este mismo viernes.

En clave interna

Por eso, hay dos nombres de mujeres andaluzas, el de Carmen Calvo, con una vicepresidencia política, y el de María Jesús Montero, en el Ministerio de Hacienda, a los que muchos en el PSOE vuelven la mirada para garantizar que el peso de Andalucía “no será menor”. A falta de que se confirme la estructura del futuro Ejecutivo, suena la portavocía de Montero, pero no está confirmada, y fuentes del PSOE garantizan que no habrá retroceso en el peso de Andalucía en el Consejo de Ministros, que contaba con cuatro carteras la anterior etapa. Junto a Calvo y Montero figuraban Luis Planas, en la cartera de Agricultura, y José Guirao, en la de Cultura, cuya permanencia se antoja en las filas socialistas difícil. Además, se conoce ya la presencia del malagueño Alberto Garzón, líder de IU, en el Ministerio de Consumo.

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Calvo y Montero han sido dos perfiles relevantes en las negociaciones para la investidura. La vicepresidenta, con un perfil netamente político y dedicada sobre todo a Cataluña. La ministra de Hacienda, dedicada a amarrar el acuerdo con Unidas Podemos, partido con el que ya negoció a fondo no solo los Presupuestos de 2019, finalmente tumbados por los independentistas, sino la anterior investidura fallida que condujo a segundas elecciones.

Sin embargo, pese a que ambas son andaluzas, es Montero la que mediáticamente se identifica más con Andalucía, y no solo porque Calvo en realidad fuera al Congreso como número dos por Madrid sino también en clave de futuro. Montero salió del Gobierno de Susana Díaz hace apenas año y medio y tiene posibilidades de ser su sucesora al frente del PSOE andaluz. Eso la ha convertido en diana de la actual Junta de Andalucía muy por encima de Calvo. Ahí queda el enfrentamiento por la supuesta intervención de las cuentas autonómicas. Y un aviso que repiten quienes forman parte del equipo de Hacienda: “De Montero, con chantajes, no van a conseguir nada”.

Ruptura con el PSOE-A

La vicepresidenta, natural de Córdoba, también formó parte del Ejecutivo andaluz, pero hace mucho más tiempo. Fue consejera de Cultura de 1996 a 2004, cuando se incorporó al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Además, decidió romper orgánicamente con el PSOE andaluz cuando en 2011 se negó a ir con Rosa Aguilar en la lista al Congreso por Córdoba. Su vuelta a la primera línea llegó de la mano de Sánchez.

Foto: La presidenta del grupo parlamentario socialista, Susana Díaz. (EFE)

Entre ambas, la relación es muy buena y ninguna de las dos tiene una interlocución fluida con Díaz, aunque ambas aseguran que existe cordialidad. Montero tiene mucho menos recorrido orgánico que Calvo. Es la vicepresidenta política la que aprovecha su visita por las provincias andaluzas para amarrar apoyos en clave interna ante el futuro congreso regional del PSOE-A, que decidirá sobre el futuro de Susana Díaz. Montero es mucho menos ducha en ese ámbito de la fontanería del partido, aunque cada vez se mueve más entre bambalinas.

Díaz y su aviso a Iglesias

En el PSOE, muchos dan por segura la continuidad de Montero, no solo porque conoce los entresijos para sacar adelante cuanto antes un Presupuesto sino también porque vinculan su futuro a Andalucía como candidata en las próximas autonómicas. Sin embargo, Susana Díaz sigue activa e ignora las señales de que habrá relevo. La secretaria general cree firmemente que Pedro Sánchez la dejará continuar al frente del partido en Andalucía y volver a ser candidata. En Ferraz, nadie da eso por hecho. Tampoco admiten que sea posible, otro rumor recurrente, que Díaz se incorpore ahora a un ministerio.

Acudió Díaz el pasado sábado a apoyar a Sánchez al Congreso y volvió a estar este martes, charlando distendidamente con Miquel Iceta, a quien siempre culpó de hacerle la cama desde el PSC para permitir a Sánchez ganar las primarias. Mientras Díaz defendía la investidura del presidente socialista con la abstención de ERC o Bildu, líderes de PP y Vox ponían a circular un vídeo en el que decía todo lo contrario. “Que le quede muy claro al señor Iglesias que los votos de los andaluces no le van a servir a él para pagar a Colau o los desvaríos de los independentistas, con los que él está comprometido. Si él tiene que pagar el peaje de esos privilegios, que lo pague de su bolsillo, porque con el voto de los andaluces no hay españoles de primera y de segunda”. Fue en un acto de campaña en junio de 2016. Tres años, en política, ya se sabe que dan para muchos giros de guion.

Andalucía, la comunidad autónoma más poblada, con 8,4 millones de habitantes y 61 diputados electos en el Congreso, pasó sin pena ni gloria por el debate de investidura. Solo el diputado de ERC Gabriel Rufián y el de Bildu Oskar Matute entonaron respectivamente el “viva Andalucía libre” y su apoyo a la “Andalucía rebelde de Blas Infante”, durante un repaso a diferentes territorios del país. Ni Pedro Sánchez mencionó Andalucía, a pesar de que Susana Díaz no se perdió ni una jornada del debate, aplaudiendo desde la tribuna de invitados, ni lo hizo Pablo Casado, pese a que es la comunidad de mayor peso que gobierna el PP y que el Ejecutivo de Moreno Bonilla se ha autoproclamado “el gran bastión de la defensa de la unidad de España”. El 'baronío' de Moreno Bonilla está aún lejos del peso de otros como Núñez Feijóo.

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