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Guillermo Díaz, un loco de la historia militar y del cine para levantar la imagen de Cs
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ESCRIBE LOS DISCURSOS A MANO

Guillermo Díaz, un loco de la historia militar y del cine para levantar la imagen de Cs

Es el nuevo hombre del partido naranja de Andalucía en la gestora. Su vida cambió cuando empezó a escuchar 'La Rosa de los Vientos' de Juan Antonio Cebrián. Diputado por Málaga

Foto: Guillermo Díaz, en una comparecencia ante los medios en la pasada campaña electoral (EFE).
Guillermo Díaz, en una comparecencia ante los medios en la pasada campaña electoral (EFE).

Guillermo Díaz llega con el libro en la mano. Dentro sobresale un ticket a modo de señalador. Lleva leídas ya 21 páginas de ‘La luz que se apaga’ de Ivan Krastev (Debate), la deriva de Occidente desde que terminara la Guerra Fría. El surgimiento de movimientos populistas tras la caída del Muro de Berlín. Se lo compró en la Casa del Libro de Madrid. También adquiere volúmenes en su librería favorita de Málaga (Áncora), donde se deja aconsejar por las recomendaciones expertas de Enrique del Río, el librero, que siempre organiza un escaparate con un tema monográfico: Japón, los perros, jazz…

Díaz (Melilla, 1978) es diputado de Ciudadanos por la provincia de Málaga desde 2016. Era una persona de la máxima confianza de Albert Rivera. También de Inés Arrimadas. Forma ahora parte de la gestora de su partido como responsable de Comunicación. Aliado a Ciudadanos desde 2013, en 2015 entró como cargo de confianza en la Diputación malagueña. Es el ideólogo del partido en la capital de la Costa del Sol. Como secretario de acción política era el encargado de preparar los argumentarios y los principales discursos, una de sus especialidades.

Foto: Melisa Rodríguez con Inés Arrimadas durante la campaña. (EFE)

‘Loco’ del cine y de la historia, combina en el visionado de series de TV una producción más intensa con otra más ligera. Está terminando de ver ‘Jack Ryan’. Le relajan las series de espías. Acaba de revisitar ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’. Observa diferencias en verla como espectador que como político. Se da cuenta del peso de la comunicación y lo visionarios que son sus creadores, “llegando a ser incluso importantes para los planteamientos de un partido político”.

Dice que, con fortuna, la política española se parece todavía más a ‘El Ala Oeste…’ que a ‘House of Cards’ o a ‘Veep’. Le gustaría que se produjera un drama serio como en Italia con las series ‘1992’ o ‘1993’, que relatan el ascenso al poder mediático y político de Berlusconi, una marca creada por publicistas. “Sobre la Transición ya hay trabajos hechos y tenemos que tener una buena serie en España desde los tiempos de Felipe González hasta hoy en día, con la transformación de la política españolas con todas sus luces y sombras”. Admite que los 80 y 90 fueron una “etapa luminosa” en la política española.

Modelo de diputado de distrito

Ahora su cargo de responsable de comunicación en la gestora de Ciudadanos le anclará al menos 4 días a la semana en Madrid, aunque alguna vez, gracias al AVE, podría ir y volver a reuniones puntuales de tres o cuatro horas, y regresa para poder ver a su hijo Hernán, de un año y cuatro meses.

Asegura que tampoco se olvidará de que es congresista por Málaga. Cree mucho en el modelo británico del diputado de distrito en el sistema de la representatividad; el sistema electoral de Reino Unido no le gusta. “Hay que estar en cosas aunque no llamen mucho la atención, pero que son muy importantes como la calidad del agua de la Costa del Sol”.

Su mujer es enfermera en una clínica de fertilidad y reproducción asistida. Es afilada de base en el partido, pero no se conocieron en Ciudadanos. Al niño, cuando era bebé (“no lo podíamos dejar con nadie”) lo llevaban a mítines y noches electorales. La paternidad le cambió. “Compruebas que te importas menos tú y te importa más el futuro en el que sabes que no vas a estar. Antes me importaba ese futuro desde el punto de vista moral. Ahora me importa desde el punto de vista afectivo”.

placeholder Guillermo Díaz, el pasado jueves, en el hotel AC Málaga Palacio de Málaga (Agustín Rivera).
Guillermo Díaz, el pasado jueves, en el hotel AC Málaga Palacio de Málaga (Agustín Rivera).

De noches electorales, su particular pesadilla fue el 10 de noviembre. Incredulidad es la palabra que sale al instante. No esperaba que fueran a tener un resultado tan malo. Como Ciudadanos siempre ha tenido más adeptos en los núcleos metropolitanos, pensaba que al final el recuento les sonreiría más. En Málaga obtuvieron un 8% de votos, mientras que en las anteriores elecciones se elevó a un 19%.

Tras la debacle del 10-N, todo más o menos iba bien hablando con sus compañeros. El problema vino cuando al regresar en el AVE a Málaga se da cuenta de la magnitud de la derrota. Para él se produjo un gran vacío. Se siente en deuda con Albert Rivera. No solo era su líder, sino una suerte de mentor político. “¿Un ‘coach’? Bueno, ahora lo llaman así. Albert ve en ti lo mejor y gestiona muy bien su equipo. Cataloga bien a la gente en apenas un par de minutos de conversación, sabe tus fortalezas y debilidades”.

'Las mentiras del cine bélico'

Fue el expresidente de Ciudadanos quien le animó a lanzarse a sus intervenciones parlamentarias en pleno. Tras la primera, sobre la petición para que los animales dejaran de ser “cosas” como figuraba en el Código Civil, al acabar su parlamento, Rivera le llamó en un aparte y le animó a seguir en esa línea. Él se escribe sus propios discursos y aconseja en los de otros. Los elaborara a mano y solo cuando habla desde el Hemiciclo los imprime en cuerpo 16 y fuente Bookman Old Style.

Díaz ha vivido en media docena de ciudades por el trabajo de su padre. Cursó tercero de BUP y COU en el internado Patronato Militar Virgen de la Paz de Ronda. Su hijo estudiará en centros públicos o concertados. Todavía no lo tiene decidido. Su madre se llama Inmaculada y es psicóloga clínica. Su padre (Juan) se retiró como coronel de Infantería. De ahí le vino su pasión por la historia militar, una de sus locuras vitales. Ha publicado ‘Las mentiras del cine bélico’ e ‘Hipatia de Alejandría’. Atesora más de 1.000 libros en su biblioteca y participa en el podcast ‘La Escóbula de La Brújula’, agrupado dentro de la plataforma de Podium Podcast de la cadena SER.

Avisaba a su equipo que de lunes a viernes, de 20 a 20.10 horas, no se le podía molestar. Escuchaba con atención el comentario de Alsina en ‘La Brújula’

El cine es otra de sus pasiones y no solo de vocación cinéfila, sino de sustento laboral. Antes de entrar en política fue gerente adjunto de los cines Yelmo Cines del centro comercial Plaza Mayor de Málaga. Luego trabajó en los cines Albéniz, de propiedad municipal, donde era responsable de gestión. Mantiene la excedencia en estas salas que proyectan películas en versión original y forman parte de las sedes principales del Festival de Málaga.

En la etapa de los Yelmo tenía avisado a su equipo que de lunes a viernes, de 20 a 20.10 horas, no se le podía molestar bajo ningún concepto. Escuchaba con atención el comentario de Carlos Alsina de ‘La Brújula’ que empezaba con la frase “Les voy a decir una cosa…”.

Antes de entrar en la vorágine de Ciudadanos, veía una película al día. Ahora reserva el viernes o el sábado por la noche para visionar una cinta con Laura, su mujer, de 38 años. Antes, preparan juntos la cena y dejan a su hijo acostado. La última que han visto es ‘El gran carnaval’ de Billy Wilder. A Laura la conoció cuando trabajaba en los Yelmo. Ella trabajaba en una cafetería cercana a los cines mientras estudiaba enfermería.

La abuela fundadora de AP Málaga

Al cumplir 18 años, Díaz se afilió al PP y perteneció a Nuevas Generaciones, Ana María Chacón, su abuela, fue una de las fundadoras de Alianza Popular en Málaga. Era casi una tradición familiar, que también cumplieron varios de su hermanos (es el mayor de ocho), que Chacón afiliara a sus nietos al ser ya mayores de edad. En la Junta de Distrito de Churriana (Málaga) ayudaba en Tráfico y Seguridad.

Mantiene buena relación con dirigentes políticos de Málaga como Mario Cortés y Pablo Montesinos (PP), Eva García Sempere (Unidas Podemos) o Nacho López (PSOE). Con Alberto Garzón solo coincide en campaña, pero suelen quedarse a hablar tras los debates electorales.

Juan Antonio Cebrián, director y presentador de ‘La Rosa de los Vientos’ en Onda Cero, le cambió la vida. Era 1997 y conoció el programa porque en la programación estaba justo después de ‘Polvo de estrellas’ de Carlos Pumares. “Le debo al periodismo mi devenir más o menos exitoso intelectual y cultural”. Entre los 18 y 20 años, mantenía unos planteamientos “muy simples de la vida”, y no dormía bien por la noche “por circunstancias personales”.

Quería convertirse en un buen comunicador, divulgador y conversador como Juan Antonio Cebrián y su equipo de 'La rosa de los vientos'

Cebrián le daba paz y los tertulianos del programa como Jesús Callejo y Carlos Canales empezó a admirarlos de tal manera por su humanismo (eran capaces de hablar de hormigas o de Alejandro Magno) con una gran fluidez y extensión en los temas que trataban que se convirtieron en personas a las que imitar. Quería ser como ellos, convertirse en un buen comunicador, divulgador y conversador y empezó a leer lo que ellos escribían y hacia donde ellos le conducían. Poco después, conoció a Arcadi Espada y también a Félix de Azúa y a Albert Boadella.

Pensó que la mejor opción era estudiar Periodismo, pero su padre le aconsejó que estudiara una carrera en la que siempre se pudiera valer “por sí mismo”. Cree que resultaba más fácil cursar Derecho y luego ser autónomo que siendo periodista y la dependencia de un medio.

— Siempre seré un periodista frustrado.

Por eso, sus lecturas favoritas son de periodistas y cronistas del pasado, sobre todo españoles. Julio Camba, Augusto Assía y su ‘Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo’ (“no tiene que envidiar a Kapuscinski, tan valorado”), Josep Pla (“El advenimiento de la República” o Manuel Chaves Nogales (“La agonía de Francia”). “Estos libros me dan la vida. Vivir de leer sería mi sueño”.

Foto: Fallece el periodista Juan Antonio Cebrián a los 41 años de un infarto

Vuelta a Cebrián. Murió de un infarto con 41 años y con su viuda, Silvia Casasola, con la que mantiene una amistad y sigue al frente de ‘La Rosa de los Vientos de Juan Antonio Cebrián’ ha conocido a Alejandro. Cuando este sea más mayor le contará lo que su padre hizo por él. Él pertenece a esa legión de seguidores de Cebrián que se reconocen por un mismo patrón: contar las cosas. Podcasts como el de Histocast son deudores de él.

Un Spotify de Heavy Metal

Sus compañeros de carrera le ven futuro en la abogacía. El político no descarta esa opción en un hipotético plan B fuera de la política. Su padre tiene un bufete en Málaga especializado en Derecho Administrativo y Militar.

El plan C, que a él le entusiasmaría que fuera A, pasaría por ganarse la vida leyendo como crítico literario o lector de manuscritos para editoriales. Eso sí, siempre que lo pueda compaginar viendo conciertos de Heavy Metal. En su lista de Spotify no falta Iron Maiden. También intentará rematar en unos meses un libro sobre cine. Ahora va justo por la mitad.

Guillermo Díaz llega con el libro en la mano. Dentro sobresale un ticket a modo de señalador. Lleva leídas ya 21 páginas de ‘La luz que se apaga’ de Ivan Krastev (Debate), la deriva de Occidente desde que terminara la Guerra Fría. El surgimiento de movimientos populistas tras la caída del Muro de Berlín. Se lo compró en la Casa del Libro de Madrid. También adquiere volúmenes en su librería favorita de Málaga (Áncora), donde se deja aconsejar por las recomendaciones expertas de Enrique del Río, el librero, que siempre organiza un escaparate con un tema monográfico: Japón, los perros, jazz…

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