El PSOE acusa el desgaste por la avalancha del caso Koldo: "Es un 'salsa rosa' judicial"

Fuego a discreción, sin que haya refugio que les salve. El PSOE sigue vapuleado con el caso Koldo, sometido a una avalancha de datos dañinos procedentes de los informes de la Unidad Central de Operaciones (UCO) de la Guardia Civil, sin saber muy bien cada día quién necesitará auxilio. Sacrificado José Luis Ábalos, los esfuerzos están centrados en defender políticamente a la presidenta del Congreso y expresidenta de las Islas Baleares, Francina Armengol, y al ministro de Política Territorial y expresidente de Canarias, Ángel Víctor Torres.

Se agarran a la legalidad de las adjudicaciones de los contratos de material sanitario durante la pandemia, pero asumen que viven inmersos en "un salsa rosa judicial" que deteriora la imagen del partido, pese a sus continuos intentos de que se hable de otros temas. Paradójicamente, la semana pasada el acuerdo con Junts sobre la amnistía les dio un respiro. La celebración del 8-M, el recuerdo (minado de reproches entre PP y PSOE) del 20 aniversario del 11-M. Pero la trama de comisiones en torno al asesor de Ábalos, Koldo García Izaguirre, en los peores meses de la pandemia regresa a diario.

Este periódico publicó ayer que Ángel Víctor Torres se cruzó presuntamente mensajes con uno de los detenidos por la UCO, Ignacio Díaz, representante del laboratorio Eurofins Megalab, que obtuvo tres adjudicaciones a dedo en Canarias por valor de 5,3 millones de euros. Es tanta la información que aparece en el sumario que hasta a los socialistas les cuesta diseccionarla. El argumento de la dirección es que las contrataciones fueron legales y que los contactos podrían incardinarse en la situación excepcional de búsqueda a toda costa de material, pese a que esta empresa también pagó mordidas a la trama.

La sensación en Ferraz es que están totalmente expuestos mientras no se cierre la investigación judicial y se diriman las posibles responsabilidades. La preocupación principal es José Luis Ábalos, que al final el juez eleve la instrucción al Tribunal Supremo al tratarse de un aforado. La sensación interna es que el exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE se ha marchado al Grupo Mixto para conservar el aforamiento.

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Su implicación, si es que concurren indicios contra él, se percibe como el mayor peligro. La confianza de los socialistas es que el resto de salpicaduras por los contratos dirigidos desde Transportes -contra Armengol o Torres- quede en nada y que el asunto pierda fuerza con el paso de los meses. Con Ábalos fuera del PSOE han establecido un cordón de seguridad que consideran suficiente. Ahora el resto del desgaste queda a expensas de cómo avance la instrucción judicial y de los sustos que cada día les da la investigación policial.

Evidentemente, la ofensiva del PP proseguirá pero su éxito, reconocen en Ferraz, está ligado a la veracidad jurídica de las acusaciones y sospechas de la UCO. Internamente el partido sigue revuelto, a merced de la sucesión de tormentas políticas que se han producido desde el comienzo de la legislatura: el trauma inicial de la amnistía, la debilidad de depender de Junts, el batacazo de las elecciones gallegas, el estallido del caso Koldo y la negativa de Ábalos a asumir responsabilidades políticas y optar por conservar su acta de diputado e irse al mixto.

Sector crítico: Page y González

Pero en la dirección socialista reducen la existencia de un supuesto sector crítico al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, a quien ayer el secretario del Área Institucional y Grandes Ciudades del PSOE, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, reprochaba que siempre se meta con su propio partido y nunca con el PP, y al expresidente del Gobierno, Felipe González. La oposición a Pedro Sánchez, resumen, entre la ironía y la convicción, son únicamente ellos dos.

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Presumiblemente, esta semana se producirá la vuelta del exministro y exsecretario de Organización al Congreso, ya como miembro del Grupo Mixto. En Ferraz aseguran desconocer si irá o no, aunque recuerdan que su "obligación" como diputado es acudir al pleno. En la cúpula mantienen la seguridad de que Ábalos les apoyará en todas las votaciones, pero su actuación les tiene a todos desconcertados.

Primero el sonoro portazo, trufado de recriminaciones, cuando anunció que no dejaba su acta, después la gira mediática en la que prometía que siempre votaría con ellos y más tarde su petición de que se expediente a su sucesor, Santos Cerdán, de quien durante toda la crisis ha hablado en términos muy elogiosos. Nadie entiende a Ábalos, aunque se intenta empatizar con el delicado momento vital que atraviesa. La decisión de Ferraz es no confrontar con alguien que ha sido un peso pesado del PSOE, pero no saben a qué atenerse con él. Otro problema más.