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¿Dónde estabas tú cuando el 11-M? Incluso 20 años después, siguen recordando cada detalle
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¿Dónde estabas tú cuando el 11-M? Incluso 20 años después, siguen recordando cada detalle

No importa el tiempo que haya pasado desde el día más sangriento de la historia reciente de España. Sus protagonistas involuntarios siguen teniéndolo todo grabado en su mente

Foto: Atentado terrorista perpetrado por Al Qaeda en la estación de cercanías de Santa Eugenia, al sur de Madrid. (Europa Press)
Atentado terrorista perpetrado por Al Qaeda en la estación de cercanías de Santa Eugenia, al sur de Madrid. (Europa Press)

Si algo hemos aprendido es que el 11 de marzo de 2004 es uno de esos días que jamás olvidaremos, aunque hayan pasado 20 años. Los siguientes protagonistas vivieron el atentado desde todos los puntos de vista posibles. Estaban dentro de los trenes, en las primeras ambulancias que llegaron, en los quirófanos a donde llegaron los heridos a lo largo de la mañana o en la calle próxima a las vías donde los cristales retumbaron a las 07:40 de la mañana.

Protagonistas involuntarios del día más sangriento de la historia reciente de España, siguen viviendo cada 11-M como si fuera el primero. Las sensaciones, los olores, los gritos y, sobre todo, el silencio, siguen grabados a fuego en sus mentes.

Iñigo Vila

placeholder Vila, en la crisis del volcán de La Palma. (Cruz Roja)
Vila, en la crisis del volcán de La Palma. (Cruz Roja)

Aquel día, Vila era coordinador de guardia en el Centro de operaciones de Cruz Roja. Había pasado la noche anterior en una de las ambulancias como voluntario, pero arrancó el turno de la mañana en el Centro de Coordinación, a las afueras de Madrid. “Al principio, como cualquier otra mañana, me encargué de realizar el traspaso entre el turno de noche y el turno de la mañana, me puse un café…”. Antes de terminar esa taza, empezaron a sonar varios teléfonos al mismo tiempo. "Empezó a entrar información, el 061 del SUMMA estaba solicitando recursos en diferentes lugares", recuerda Vila. "Al principio nos sorprendió y pensábamos que se debían estar equivocando. No es normal que algo estuviera ocurriendo en varias estaciones a la vez. Finalmente confirmamos con ellos que la intervención no era únicamente en Atocha, sino también en otras estaciones de la línea de cercanías que había llegado a Atocha y que había estallado".

En esos primeros momentos, Vila y sus compañeros tuvieron que decidir cómo afrontar un caos del que aún no sabían demasiado. “Decidimos acercar recursos de provincias limítrofes para no afectar al normal funcionamiento del resto de la ciudad”. La jornada más frenética de su vida —y han sido muchas— terminó horas después sentado junto a los conductores de ambulancia, las primeras que llegaron al horror del atentado. Estos le contaron de la dificultad de procesar aquellos triajes forzosos: “Tenías que elegir y no siempre el que gritaba más era el más urgente, había muchos que estaban peor y no podían ni gritar”.

Fran Perea

placeholder Fran Perea posa en un acto. (EFE/Luca Piergiovann)
Fran Perea posa en un acto. (EFE/Luca Piergiovann)

"Que la alegría vuelva hoy en Cercanías / que no se olvide la mirada de María". Fran Perea, que en 2004 era una estrella incipiente gracias a Los Serrano, fue uno de los primeros cantantes en grabar una canción sobre el 11-M: La mirada de María, compuesta junto a Miguel Ángel Varela y Toni García. Ismael Serrano, Luz Casal o Amaral fueron otros artistas que dedicaron canciones a las víctimas del atentado. "Conecté rápido con ese dolor y esa impotencia, todos íbamos un poco en esos vagones", recuerda hoy. Perea guarda mucho cariño a la canción, que interpretó en un concierto homenaje, le puso en contacto con la Asociación 11-M, y con cuyos miembros aún tiene contacto.

El atentado no le pilló en un andén de la estación sino en la cama de su casa de la calle Juan Duque, en el madrileño barrio de Imperial, a punto de salir a grabar un capítulo de Los Serrano. Por supuesto, se canceló. "Recuerdo que empezaron a pasar ambulancias, y ambulancias y ambulancias, pasé el día pegado a la televisión", recuerda. Como tantos madrileños, lo primero que hizo fue llamar a los familiares cercanos, como su primo de Alcalá, para comprobar que todos estaban bien.

Francisco Alameda

Hace dos años, Francisco Alameda empezó a escuchar "un pitido en el oído". Le dijeron que "podía tener que ver" con algo que le pasó dos décadas antes, un 11 de marzo de 2004, cuando cogió un tren para ir a trabajar —era operario del Servicio de Conservación del río Manzanares— y una bomba estalló en su vagón a las 07:39 de la mañana. "Lo primero que noté fue dolor de oídos. Luego, vi que el tren ya no tenía ni ventanas ni puertas", recuerda. Salvado por estar al otro lado de uno de los vagones que reventó, un aturdido Francisco dedicó las siguientes horas a trasladar heridos al hospital de campaña del polideportivo Daoíz y Velarde. Hacia las 11 de esa mañana, Francisco ingresó en un hospital, aunque estuvo poco tiempo: "Había muchos casos peores que el mío".

placeholder Francisco Alameda no se olvida nunca del atentado. (Cedida)
Francisco Alameda no se olvida nunca del atentado. (Cedida)

No fue el único susto del día para él. Al tiempo que salía del hospital, la policía desalojaba el colegio de su hija en Alcalá de Henares, tras aparecer en las inmediaciones la furgoneta Kangoo de los autores del atentado.

A Francisco le recomendaron ir al psicólogo y coger la baja, pero se reincorporó al trabajo cinco días después para "intentar olvidar un poco aquello". Fue un acto reflejo; en realidad, Francisco siempre estuvo en la labor de no olvidar: está en la junta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. "El 11-M fue un atentado yihadista por la intervención de Aznar en Irak", zanja. 20 años después, el pitido del bombazo sigue ahí; el malestar político, también.

Pedro Yuste

"Lo recuerdo como si fuera ahora", dice el jefe de Sección de Cirugía del Hospital 12 de Octubre. "Yo llegaba al hospital como todos los días, entre las 07:30 y las 07:45. En las noticias de la radio escuché que había habido una explosión en unos trenes. Cuando llegué a la glorieta de la entrada del hospital, ya estaba todo lleno de policías y no dejaban entrar a nadie".

Yuste explicó que era cirujano en el 12 de Octubre para que le dejaran pasar. "Ahí fue cuando me di cuenta de la gravedad de la situación", recuerda. "Hubo suerte de que la actividad en los quirófanos no hubiera empezado todavía, nos empezamos a movilizar, hubo una respuesta bestial del resto de servicios del hospital que se vinieron a urgencias".

placeholder El doctor Pedro Yuste, en una imagen reciente. (Hospital 12 de Octubre)
El doctor Pedro Yuste, en una imagen reciente. (Hospital 12 de Octubre)

Las urgencias eran un torbellino: los heridos llegaban en ambulancias, en coches particulares, en taxis e incluso a pie. "La mayor parte llegaron entre las 8:00 y las 09:30", rememora el cirujano. Trabajaban llenos de adrenalina y sin darse cuenta aún de lo que representaba aquel día en la memoria del país. La jornada de Yuste se prolongó ininterrumpidamente hasta el día siguiente.

La llegada de pacientes se detuvo a media mañana, pero aún había que atenderlos. "Llevo muchos años haciendo guardias en el hospital y tengo una sensación grabada de aquel día: la sensación de un olor a chamusquina, como de pelo quemado, ese olor lo tengo grabado en mi mente".

"Tengo una sensación grabada de aquel día: un olor a chamusquina, como pelo quemado, ese olor lo tengo grabado en mi mente"

Otra cosa de la que es imposible olvidarse es el silencio. "Aquella noche salí a dar un paseo por fuera del hospital y nos mirábamos todos callados, era bestial, qué sensación tan extraña", dice Yuste.

Chema de Lucas

placeholder Chema de Lucas no cogió el tren el 11 de marzo, como todos los días. (Cedida)
Chema de Lucas no cogió el tren el 11 de marzo, como todos los días. (Cedida)

Mucha gente volvió a nacer aquel día. Chema de Lucas fue uno de ellos. Todas las mañanas cogía a las 6:45 el tren en Guadalajara que le llevaba a la universidad para estudiar Derecho y ADE, menos aquel día. Lo despertó una llamada de su tía a casa preguntando "¿dónde está el chico?" Se encontraba en la cama. Se había quedado en casa por esa huelga de profesores universitarios que salvó cientos de vidas. Si no, habría viajado en ese tren que explotó a la llegada a Atocha. Como él, muchos compañeros habrían perdido la vida aquella mañana.

Durante los meses siguientes, como tantos madrileños, decidió cambiar de rutina y utilizar el autobús. "Siempre me he preguntado qué fue de toda esa gente con la que coincidía en el tren cada mañana, si murieron o no", recuerda hoy. ¿Suerte o predestinación? "Ese no era el día que me tocaba: me podría haber cambiado la vida, pero no lo hizo". Como a tantos madrileños, la tragedia no le tocó tan lejos: su padre había dado clase a los dos hijos de uno de los GEO fallecidos en Leganés. De Lucas es hoy uno de los grandes expertos en baloncesto de España, considerado el Adrian Wojnarowski español por sus exclusivas.

Dori Majali

El silencio más estremecedor de la historia de la democracia española lo rompió un grito de Dori Majali. Explosión, silencio, chillido. Dori llevaba tres días trabajando en una aseguradora, cuando le explotó un tren camino al curro. "Lo primero que recuerdo fue una luz cegadora y mi cuerpo dando vueltas. Lo siguiente, que el tren no tenía techo. Estaba sentada en el suelo... rodeada de cuerpos, de trozos de cuerpos, de muertos. El vagón estaba en silencio. Mi primer impulso fue echar a correr, pero no pude... ¡tenía las piernas destrozadas! Metí un grito de horror que rompió el silencio, detrás llegaron más lamentos y llamadas de auxilio. Tenía mucho frío y un dolor terrible", recuerda.

Dori se estaba desangrando. Un pasajero le hizo un torniquete y estuvo con ella hasta que le llevaron al hospital de campaña y al Ramón y Cajal.

placeholder Dori Majali sufrió en primera persona los estragos del atentado. (Cedida)
Dori Majali sufrió en primera persona los estragos del atentado. (Cedida)

¿Su último recuerdo del día? "Cuando llegué al hospital, empecé a vomitar sangre. Estaba segura de que me moría y me desmayé". Vivió. “La rehabilitación fue un infierno". El "nudo en el estómago" sigue ahí cada once de marzo, pero, 20 años y 20 operaciones después, Dori Majali ha rehecho su vida. Tiene un bufete de abogados (nunca frase tan prosaica fue tan épico final feliz).

Christopher Mulhern

Este actor y vecino de Atocha recuerda vívidamente aquel infausto día de marzo. "Un ruido muy fuerte acompañado de la vibración de los cristales de las ventanas nos despertó", recuerda, "pero fue una segunda explosión la que nos confirmó que se trataba de una bomba".

Se asomaron a la ventana. "Una gran columna de humo nos impedía ver", dice Mulhern. "Inmediatamente empezamos a sentir una mezcla de olores, humo, metales y carne quemada, que nos impactó. Se hizo un silencio absoluto". Este vecino saltó la valla que separa la calle Téllez de las vías del tren y se encontró un panorama que recuerda desolador y terrible.

"Entre los vagones destrozados como cuchillas cortantes, vi a la gente herida, personas con la ropa desgarrada y mutilados que parecían zombis y cuerpos sin vida", confiesa. "Entre los llantos y quejidos, un hombre en estado de shock no paraba de reír a carcajadas. Muchos temblaban de frío y subí dos veces a casa para coger mantas y sábanas para cubrirles".

placeholder Cristopher Mulhern recuerda vívidamente el día del atentado. (Cedida)
Cristopher Mulhern recuerda vívidamente el día del atentado. (Cedida)

Luego ayudó a dos chicas que llevaban agua y auxiliaron a los heridos. "El tiempo se hizo eterno hasta que empezaron a llegar los primeros auxilios y entonces me indicaron que no podía estar allí", recuerda. "Ya en casa, impactado, casi no podía hablar".

Las noticias de la televisión reproducían el ajetreo que veía junto a su mujer por la ventana. "Mostraban nuestras mantas sobre los heridos", dice. Más tarde, el barrio se colapsó con la llegada de las ambulancias y policías y se terminó el silencio. "A diario hemos llevado a las víctimas en nuestra memoria recordándolas cuando paseábamos con nuestra perrita por la calle Téllez", concluye este actor.

Finalmente, después de dos décadas, en la calle donde viven han colocado un olivo y una placa conmemorativa para dignificar y recordar a las víctimas y a todos los que, como Mulhern, les auxiliaron.

Inma Serrano

placeholder Inma Serrano posa para un reportaje en verano de 2023. (EFE/Morell)
Inma Serrano posa para un reportaje en verano de 2023. (EFE/Morell)

Inma Serrano es cantautora y este año celebra sus 30 años encima de los escenarios. Sin parar de dar conciertos por este aniversario, atiende a este periódico para intentar recordar uno de los momentos más duros que recuerda. "La verdad que cuando me pongo a recordar aquellos días es todo como una nebulosa. Te quedas con las imágenes y los instantes pero casi olvidas lo que viviste", comenta. "Lo importante eran las víctimas y lo que había pasado y con eso creo que nos quedamos todos".

En 2004, Serrano estaba en un momento dulce de su carrera, llevaba dos temporadas como jurado de Operación Triunfo y en 2003 sacó su disco Soy Capaz y Pequeñas Joyas. Tras los atentados de Atocha, intentó echar una mano a las víctimas formando parte del elenco que participó en un concierto solidario en El Pozo a principios de mayo. Fue uno de los eventos que sustituyó aquel año a las fiestas de un barrio obrero que había sido golpeado de lleno por las bombas. "Eran momentos de muchísimo dolor, de repente nos habíamos dado cuenta que la violencia que veíamos por la televisión podía golpear en el centro de nuestras vidas, en algo tan cotidiano como un tren lleno de gente que va a trabajar un día cualquiera. Eso creo que nos cambió".

Ahora, asegura, su perspectiva es bastante diferente a cómo lo vivió en ese momento. "Ahora soy madre y al pensar en estos recuerdos me estremezco. Solo rememorar cómo se te puede ir todo en un momento, y en cómo la violencia sigue a la orden del día en los telediarios... Es algo que me hace reflexionar mucho sobre el futuro que les vamos a dejar a nuestros hijos. Por más tragedias que vivimos no conseguimos quitarnos de encima esa violencia".

Ignacio Iñaki Fernández Hinojosa

placeholder Iñaki Fernández Hinojosa en otro partido de esa temporada 2003/2004. (Juan Leal)
Iñaki Fernández Hinojosa en otro partido de esa temporada 2003/2004. (Juan Leal)

A Fernández Hinojosa se le conoce por los dos apellidos, como buen árbitro y por ser uno de los azotes de la Real Federación Española de Fútbol. En los últimos años Iñaki, como le llama casi todo el mundo, ha aparecido repetidas veces en la prensa en medio del escándalo Negreira, y en pocas ocasiones se ha mordido la lengua. Pero en 2004, su nombre saltó a los periódicos por otra razón: lloró en el primer partido profesional que se disputó tras el atentado.

Las bombas explotaron un jueves y ese mismo sábado los jugadores de las ligas profesionales de fútbol ya estaban jugando una nueva jornada. Fernández Hinojosa fue el encargado de pitar el primero de la jornada: un Algeciras-Alavés en la ciudad gaditana. "La sensación era de puro dolor, de no entender nada y de estar todo el mundo muy dolido. Dio la casualidad de que yo era madrileño y me tocaba arbitrar así que los dos equipos casi al completo pasaron por mi vestuario a darme ánimos. Entre ellos estaba Pepe Mel, entrenador del Alavés por aquel entonces y también madrileño", cuenta el ábitro ya retirado.

"Era un clima de emoción impresionante, había mucho dolor pero también acompañamiento"

Pero el momento de más emoción llegó poco después. "El capellán del Algeciras se me acercó a decirme que tras el minuto de silencio el estadio rezaría un Padrenuestro. Así fue, pero al terminar no aguanté más y me puse a llorar. Era un clima de emoción impresionante, había mucho dolor pero también mucho acompañamiento. Todo el mundo se acercó a apoyarme tras eso". El gesto dio la vuelta al mundo, se volvió la imagen del dolor del deporte por los ataques y dice que le escribieron hasta desde Argentina para decirle que esas lágrimas eran las de medio planeta. "No me esperaba que fuese a llegar a tanto, incluso me entrevistó Javier Ares para Onda Cero al terminar el partido. Fue algo muy sentido y natural".

"Son recuerdos que ya no se olvidan. La conversación con Pepe Mel, la entrevista de Ares, el apoyo de todo el estadio. Estábamos todos muy dolidos y en shock, pero la gente respondió con apoyo, empatía y ganas de ayudar. Se podía hacer poco, pero se intentó todo lo posible", termina.

Si algo hemos aprendido es que el 11 de marzo de 2004 es uno de esos días que jamás olvidaremos, aunque hayan pasado 20 años. Los siguientes protagonistas vivieron el atentado desde todos los puntos de vista posibles. Estaban dentro de los trenes, en las primeras ambulancias que llegaron, en los quirófanos a donde llegaron los heridos a lo largo de la mañana o en la calle próxima a las vías donde los cristales retumbaron a las 07:40 de la mañana.

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