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El Ebro ha inundado cinco veces en 21 años este pueblo de Navarra y sus vecinos ya están desesperados
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EXIGEN SU LIMPIEZA

El Ebro ha inundado cinco veces en 21 años este pueblo de Navarra y sus vecinos ya están desesperados

La localidad navarra de Buñuel mira con temor al río, que ya ha anegado sus campos y viviendas en varias ocasiones desde comienzos de siglo. Son conscientes de que mientras la Administración no actúe, volverá a ocurrir

Foto: El pueblo de Buñuel (Navarra), con el río a escasos metros de las viviendas durante la riada de 2018. (Gobierno de Navarra)
El pueblo de Buñuel (Navarra), con el río a escasos metros de las viviendas durante la riada de 2018. (Gobierno de Navarra)

Cada vez que el río Ebro amenaza con una crecida, los vecinos de la localidad navarra de Buñuel experimentan un déjà vu. Desde el inicio de siglo, este pueblo de algo más de 2.000 habitantes ha sufrido un total de cinco grandes riadas: 2003, 2015, 2018, 2021 y, de nuevo, 2024. En esta ocasión el agua no ha llegado a los inmuebles, como sí lo hizo la última vez, pero se estima que ha anegado más de 1.500 hectáreas de cosechas. Vecinos y agricultores apuntan a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y a su inacción como principales culpables.

"Se ha librado el pueblo, pero la valoración es negativa. No podemos verlo como una victoria y no podemos darnos por satisfechos. El hartazgo es cada vez mayor", afirma tajante a El Confidencial el concejal de Agricultura del Ayuntamiento de Buñuel, Alberto Vela, que ha vivido en primera persona los efectos del Ebro en sus parcelas. Afortunadamente, él tenía la mayor parte de su cosecha ya recogida, por lo que esta vez, aunque el río ha inundado algunos de sus campos, los daños han sido más leves.

Como edil de la localidad, Vela explica que, a lo largo de los años, desde el Consistorio se han tomado una serie de medidas para mitigar los posibles efectos de las crecidas, tales como la creación de motas y diques de contención en los alrededores del cauce del río, el cierre de tajaderas y "estar 24 horas bombeando agua" por encima del caudal del Ebro. Aun así, más de un millar de hectáreas de cultivos de cereal, brócoli o coliflor se han visto afectadas.

A todo esto se le suman las consecuencias a largo plazo, pues el agua no solo pudre las cosechas, sino que también rompe con los ciclos de cultivo e impide a los agricultores poder volver a hacer uso de sus parcelas hasta pasados varios meses. Además, tienen que acreditar su "lucro cesante" frente a los seguros, que se quedan con "una franquicia del 20%" y, por lo tanto, nunca llegan a percibir ningún beneficio, solo pérdidas.

Foto: Foto: EFE/Javier Cebollada.
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Por este motivo, decenas de hortelanos de la zona se manifestaron este jueves en los alrededores del dique del Ebro, portando una pancarta que decía: "Por culpa de la Confederación nos vemos en esta situación. Limpieza integral ya". El Confidencial ha intentado ponerse en contacto con la CHE, pero no ha obtenido respuesta.

Según Vela, llevan casi tres décadas denunciando la misma situación y asevera que la solución pasa por la limpieza del cauce del Ebro, que, debido a la suciedad producida por árboles caídos, islas de grava o las plagas de castores que arrasan con la vegetación, "cada vez puede abarcar menos caudal y es necesaria menos agua para que se sobre". Pero el concejal considera que la CHE prefiere no actuar porque utiliza a la Ribera de Navarra "como un fusible" para evitar que las crecidas lleguen con fuerza a Zaragoza.

placeholder La riada de 2024 no ha llegado al núcleo urbano de Buñuel, pero ha anegado 1.500 hectáreas de cultivos. (Cedida)
La riada de 2024 no ha llegado al núcleo urbano de Buñuel, pero ha anegado 1.500 hectáreas de cultivos. (Cedida)

"Desde los despachos de la CHE se soluciona todo", responde a este periódico el alcalde de Buñuel, Enrique Villafranca, que asegura que nadie del Gobierno de Navarra ni de la Confederación se ha acercado a la zona a valorar los daños; y relata el sinvivir de los residentes del pueblo, que viven con "miedo y rabia" cada amenaza del Ebro, con constantes peregrinaciones a la zona del dique, y noches sin dormir. Él reside en una de las calles que más sufre las riadas, y en 2021 el río quedó a tan solo cinco centímetros de su vivienda. En otros inmuebles aledaños, el agua llegó a alcanzar varios metros de altura.

Es el caso de una de las vecinas de la localidad, María Pardo, que ha experimentado cómo el Ebro ha inundado el sótano de su vivienda —situada a escasos metros de los campos y del cauce— en tres ocasiones. La primera vez, en 2003, recuerda a este diario cómo trató de paliar el impacto de la riada "colocando unos plásticos con yeso y unos saquicos de arena" en ambas entradas de su casa, y cómo las autoridades les pidieron que dejasen las puertas de sus garajes abiertas, para evitar que la inercia del agua se las llevase por delante. Ahora, dice haber aprendido a "tomárselo con filosofía".

Tras las experiencias anteriores, donde trataron de sacar a contrarreloj el mayor número de pertenencias, Pardo es consciente de que "no puede hacer nada" frente a la fuerza del río. Por eso, en su familia han tomado la drástica decisión de dejar sus enseres personales en la parte baja del inmueble a merced del Ebro, y conservar únicamente "los recuerdos" inmateriales. "Es algo que sabemos que va a volver a pasar, cada vez con más frecuencia, y que vamos a tener que convivir con ello. Quitaremos lo importante para nosotros y lo demás se quedará abajo, muy a nuestro pesar", confiesa.

placeholder El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó la localidad en 2021 y habló con los vecinos afectados por la riada. (EFE/Juan Antonio Martínez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó la localidad en 2021 y habló con los vecinos afectados por la riada. (EFE/Juan Antonio Martínez)

En 2021, el caudal superó los 2.900 m³ y tuvieron que desalojar un total de 50 viviendas. Los daños fueron de tal magnitud que hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió a visitar las viviendas afectadas. Posteriormente, declaró la localidad como "zona catastrófica", lo que significa que las compensaciones económicas posteriores pasan a ser responsabilidad del Consorcio de Compensación de Seguros, pero, a juicio de Pardo, "no se sufragaron ni la mitad de los daños" y, además, recibieron "penalizaciones" en base a sus infraseguros.

"Estas casas nos van a quitar la vida", le dijo entonces la vecina Ana Carmen Guillermo al líder del Ejecutivo. Tres años después afirma que la situación no ha cambiado, y que las cosas que les prometieron no se han cumplido. A sus 70 años, asegura que ya no puede hacerse cargo de salvaguardar las cosas de más peso y su hastío es tan mayúsculo que ha llegado a plantearse la posibilidad de poner en venta la vivienda, porque vive cada invierno con temor a una nueva crecida. "¿Quién va a querer comprar una casa sabiendo que la inunda el río? Nadie", concluye.

Cada vez que el río Ebro amenaza con una crecida, los vecinos de la localidad navarra de Buñuel experimentan un déjà vu. Desde el inicio de siglo, este pueblo de algo más de 2.000 habitantes ha sufrido un total de cinco grandes riadas: 2003, 2015, 2018, 2021 y, de nuevo, 2024. En esta ocasión el agua no ha llegado a los inmuebles, como sí lo hizo la última vez, pero se estima que ha anegado más de 1.500 hectáreas de cosechas. Vecinos y agricultores apuntan a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y a su inacción como principales culpables.

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