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“El agua del Ebro se queda en el Ebro”: las Terres de l’Ebre no quieren mandar agua a Barcelona
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La sequía divide a Cataluña

“El agua del Ebro se queda en el Ebro”: las Terres de l’Ebre no quieren mandar agua a Barcelona

Las comarcas de Barcelona y Girona, donde vive el 80% de la población catalana, han mirado siempre con desdén a las tierras del Ebro. Ahora les exigen su agua y las acusan de insolidaridad

Foto: Desembalse del pantano de Mequinenza, que está al 80%. (EFE)
Desembalse del pantano de Mequinenza, que está al 80%. (EFE)

Tras atravesar los puentes que cruzan los ríos resecos de las cuencas internas de Cataluña y observar la desolación del paisaje, un paisaje sediento y marchito, bajar hacia el sur, hasta las tierras del Ebro, y acercarse a su cauce es como revivir de nuevo. Aquí el protagonista absoluto es el río. Un río inmenso, caudaloso y vivaz, que transmite un sosiego reparador en tiempos de sequía.

Si quieren comprobar hasta qué punto es así, les recomiendo que se acerquen hasta el pueblo de Flix, en el límite de la provincia de Tarragona con la de Lleida, y recorran su paseo fluvial, entre pescadores y piragüistas. Aquí el Ebro se tomó su tiempo para dibujar una filigrana en el mapa: un meandro muy cerrado, de casi 360 grados, que conforma uno de los tramos fluviales más bellos de todo su recorrido. Flix (del latín Flexum) está en el centro y, más que ribereño, es un pueblo acuático, azul y verde.

placeholder El Ebro en máximos a su paso por Flix, en Tarragona. (Jose Luis Gallego)
El Ebro en máximos a su paso por Flix, en Tarragona. (Jose Luis Gallego)

El Ebro es el río más caudaloso de España, nuestra arteria aorta. Desde que nace en el Pico Tres Mares, más arriba de Fontibre, en Cantabria, hasta que cede sus aguas al Mediterráneo en el delta del Ebro, en Tarragona, recorre 930 kilómetros portando un caudal medio de 430 metros cúbicos por segundo (m³/s) y drenando una cuenca de alrededor de 85.000 km². A su paso, crea uno de los valles más fértiles de todo el país y da forma a algunos de los paisajes fluviales más espectaculares del sur de Europa.

Pero cuidado, no nos llevenos a engaño: el Ebro es también uno de los ríos más regulados del continente, y desde hace décadas está siendo sobreexplotado muy por encima de sus posibilidades para atender una demanda agrícola que no deja de crecer. Además, su propia magnitud y la rica biodiversidad acogen sus valiosos espacios naturales, la mayoría de los cuales forman parte de la Red Natura 2000 de la UE, exigen que los niveles de mantenimiento del propio río, su caudal ecológico, mantengan el nivel acorde.

Los números reales del Ebro

Al cierre de este artículo, el caudal en el tramo medio del río era de 70 m³/s y en la desembocadura rondaba los 200 m³/s, unos niveles insuficientes para atender, no solo la alta demanda de agua en la cuenca, que ronda los 9.000 hm³ anuales, sino sus propias necesidades hidrológicas, las que permiten entre otras cosas que la plataforma deltaica de su desembocadura se sostenga y no se hunda. Y, ojo, porque el delta del Ebro es el tercer humedal más importante del sur de Europa después de Doñana y La Camarga, y uno de los espacios naturales más amenazados de la península ibérica junto al humedal andaluz. De igual modo, las cosechas, tanto en las comarcas ribereñas como en las fincas y los arrozales deltaicos, hace tiempo que están menguando. Es más, en los últimos años algunas poblaciones han llegado a padecer restricciones de agua de boca.

Foto: Delta del Ebro. Foto: Jose L. Gallego

Sin embargo, en periodos de sequía, en Cataluña, la falsa opinión de que al Ebro le sobra agua se extiende como un mantra entre la mayor parte de la población, cerca del 80%, que depende de las cuencas internas: básicamente las del Ter, Llobregat y Muga. Unas cuencas que desde hace décadas se están viendo especialmente afectadas por la tríada de la sequía: cambio climático, sobreexplotación y una inadecuada política del agua. Este año, con los embalses de la cuenca del Ebro al 65% y los de las cuencas internas al 15%, esa opinión cada vez más generalizada ha dado lugar a un recrudecimiento del conflicto territorial por el agua que algunos han dado en llamar el waterworld catalán, en referencia a la célebre distopía climática llevada al cine por Kevin Costner.

Isabel tiene una pequeña finca agraria en la comarca de la Ribera d’Ebre y se siente dolida por lo que se está diciendo estos días. “Las imágenes del embalse de Mequinenza desembalsando han corrido por las redes con la gente de Barcelona diciendo: 'Mira los del Ebro, prefieren tirar el agua que dárnosla a nosotros”. En cambio, “lo que nadie dice es que ese desembalse es una medida rutinaria que se hace periódicamente y no significa que el agua se esté tirando".

placeholder Desembalse del pantano de Riba-roja. (EFE/Jaume Sellart)
Desembalse del pantano de Riba-roja. (EFE/Jaume Sellart)

Y así es, el desembalse de Mequinenza, que se encuentra al 80% de su capacidad, como los de Riba-roja y Flix, con las reservas actuales por encima del 90%, estaba programado desde hacía tiempo y, como el resto, se vienen realizando varias veces al año para cumplir con el mantenimiento de los caudales ecológicos fijados en el Plan Hidrológico del Ebro 2022-2027. El año pasado, por ejemplo, no pudieron llevarse a cabo por culpa de la sequía, y el río sufrió mucho.

“Aquí no se malgasta ni una gota de agua —añade la agricultora—, al contrario: como vivimos del río, somos los más eficientes en el uso del agua de riego”. “Y déjame añadir una última cosa: nosotros ya trasvasamos agua de otra manera, en forma de alimento, pues la mayor parte de las frutas y hortalizas que cultivamos aquí la mandamos a Mercabarna para abastecer a los comercios de toda el Área Metropolitana de Barcelona. Por eso, para tener acceso a los alimentos que produce el Ebro, el agua del Ebro debe quedarse en el Ebro”.

Hablemos de solidaridad

Xavier Curto es el portavoz de la Mesa de Consenso para el Delta, un organismo que actúa como interlocutor del territorio ante las administraciones públicas para evitar la regresión del delta del Ebro. “En el tramo final del río, venimos sufriendo desde hace años muchos problemas relacionados con la falta de agua, y desde el sector primario nos adaptamos como podemos”. Por eso no entienden las críticas que están recibiendo. “El término solidaridad es muy relativo —apunta— y normalmente siempre se usa de forma recriminatoria por parte del más potente, en términos socioeconómicos, hacia el más desfavorecido, cuando en realidad debería ser justo al revés”. Y pone un claro ejemplo.

Foto: Una imagen del Delta del Ebro inundada en 2020. (EFE/Moncloa)

Hablemos de solidaridad, me propone. “Uno de los efectos que más nos preocupan del cambio climático es la desaparición física del Delta. Hace cuatro años tuvimos un aviso de lo que nos espera cuando sufrimos los daños del temporal Gloria, y todos sabemos que no resistiremos otro envite como aquel”. En cambio, ¿quién se preocupa, más allá del delta, por la suerte del delta? ¿Qué medidas de adaptación, reales y prácticas, se han puesto en marcha para prevenir su hundimiento? A juicio de sus habitantes, pocas, muy pocas, por no decir ninguna. Para Curto, el problema es que “somos muy pocos los que vivimos aquí [menos de 200.000 habitantes en todas las Terres de l'Ebre: 52 municipios, 3.300 km²] y tenemos muy poco poder de influencia. Por eso, en este caso, puede que encaje mejor el concepto de solidaridad”.

placeholder Flamencos en el Parque Natural del Delta del Ebro (Jose Luis Gallego)
Flamencos en el Parque Natural del Delta del Ebro (Jose Luis Gallego)

Respecto al envío de agua del Ebro mediante un trasvase que permita atender la demanda de las comarcas de Barcelona y Girona, tal y como propone la patronal catalana Foment del Treball Nacional, las voces del Ebro se unen para manifestarse en contra. “Creemos que cada cuenca tiene que llegar a la autosuficiencia —explica Curto— mediante una gestión interna más exigente, y que los desequilibrios actuales por falta de previsión tienen que solucionarse con medidas temporales que no afecten a otras cuencas, y con una visión a largo plazo en cuanto a las medidas estructurales”.

Todos a una en el Ebro

Esta opinión, que representa en sentir unánime del territorio, coincide con lo que declaraba hace unos días el delegado del Govern en las Tierras del Ebro, Albert Salvadó, para quien, “si se hubieran terminado ya todas las obras para autoabastecer el Área Metropolitana de forma estructural, y no en función de la climatología, hoy no tendríamos este problema tan importante. Y, si continúa sin llover, habrá que tomar más medidas de urgencia, como el transporte de agua en barcos. Pero lo que no podemos hacer es resolver un problema coyuntural con medidas como una interconexión, que tendría carácter estructural: a problemas coyunturales, soluciones coyunturales”.

Foto: Reunión de Teresa Ribera y David Mascort por la sequía en Cataluña. (EFE/Andreu Dalmau)

A este respecto, tanto el Gobierno central como el de la Generalitat han descartado cualquier trasvase del Ebro para garantizar el abastecimiento de agua potable a la gran región metropolitana de Barcelona, con 5,5 millones de habitantes. En su lugar, y llegada la necesidad (los embalses de las cuencas internas han vuelto a descender casi un cuarto de punto esta semana), se contempla la posibilidad de transportar agua en buques cisterna desde la desalinizadora de Sagunt, en Valencia. En paralelo, se impulsará la construcción de las dos nuevas desalinizadoras, previstas en Cubelles y Blanes, que se pagarán mediante un préstamo con cargo a los Fondos Next Generation asignados por la UE a España, pero cuyo coste acabará transfiriéndose finalmente al consumidor mediante un recargo en el recibo del agua.

A modo de final, una de las voces más reconocidas en las Tierras del Ebro y arraigadas al delta, la de Mario Vizcarro, secretario de la Federación Nacional Catalana de Cofradías de Pescadores, resume el sentir de las gentes del Ebro ante las sucesivas amenazas que se ciernen sobre estas tierras. “Seremos, si no se toman medidas efectivas, de los primeros refugiados del cambio climático del continente europeo. Y, sin esta importante parte de su sector primario, Cataluña y ‘su’ Barcelona perderán una parte sustancial del patrimonio y verán puesta en peligro su propia seguridad alimentaria. Lo que nos estamos jugando aquí es el presente y la herencia que dejaremos a las próximas generaciones”.

Tras atravesar los puentes que cruzan los ríos resecos de las cuencas internas de Cataluña y observar la desolación del paisaje, un paisaje sediento y marchito, bajar hacia el sur, hasta las tierras del Ebro, y acercarse a su cauce es como revivir de nuevo. Aquí el protagonista absoluto es el río. Un río inmenso, caudaloso y vivaz, que transmite un sosiego reparador en tiempos de sequía.

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