Sánchez se enroca ante el aviso de los barones por el riesgo de un efecto contagio

La tentación humana de creerse el mejor cuando se acierta y todo son halagos o de hundirse al fallar y que se atraganten las críticas afecta también a los partidos. La euforia y la tristeza se colectivizan. Y en Ferraz luchan ahora para asimilar rápido el batacazo de las elecciones gallegas y que no cunda el desánimo. Lo que ha pasado en el reino del norte, mantienen, no debe tener un correlato en Euskadi, la siguiente cita con las urnas, o en las catalanas del año próximo. Y sobre las europeas, previstas para este 9 de junio, en el PSOE prefieren no hacer pronósticos porque, dicen, "a saber cómo estamos" en esos momentos.

Su resumen es que la marca resiste pese al auge del nacionalismo y la enorme pérdida de poder territorial. En la dirección, no reconocen la imagen de partido en declive, que se estrelló en las elecciones autonómicas y municipales del 28-M, quedó segundo en las generales y se ha hundido este domingo en la miseria de nueve diputados. Ni consideran que se pueda hablar de crisis, más allá del trompazo del PSdG, que no preveían tan grave.

Esta es la radiografía que hacen en la cúpula del partido, pero que matizan en las federaciones. El PSOE solo conserva Navarra, Castilla-La Mancha y Asturias. Y hay temor de que lo sucedido en Galicia sea otro aviso de más desahucios. Esta es la tesis que exhibió ayer el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que reclamó públicamente el PSOE una "reflexión" porque desde 2020 hay un ciclo electoral "muy hostil" y puede convertirse en un "ciclón".

Fue su manera de decir que los pactos con los independentistas han debilitado las siglas socialistas de manera endémica. Otro barón consultado por este diario coincide en la existencia de un factor "estructural" en este desfallecimiento electoral, pero lo centran más en el comportamiento dual: se vota una cosa en las autonómicas y otra en las generales. Y un tercero, más reflexivo, incide en un cúmulo de errores que impiden al PSOE su despertar territorial y han podido impactar en Galicia. Un "discurso nacional" desconectado de las necesidades del partido en cada autonomía y la "falta de proyectos autónomos". "Ni los candidatos ni los proyectos se inventan", sentencia.

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Las opiniones internas no son unánimes. Un cuarto dirigente sostiene que el PSOE no está ahora peor que el 29 de mayo porque la posibilidad de un bipartido en Galicia (BNG más PSdG) fue un espejismo. Una "estrategia de campaña" que al final, asumen en la dirección, movilizó a la derecha. Por eso el plan de Ferraz es repensarlo todo en el socialismo gallego. Los nacionalistas, aseguran, han llegado a su máximo techo y "ha quedado claro que la alternativa no pasa por ellos". Aunque en la cúpula también admiten el fenómeno del desdoblamiento del sufragio, sobre todo entre los jóvenes votantes del BNG, que el 23-J habían apostado por Sánchez.

Ferraz trata de ofrecer una visión más global y se escuda en que los gobiernos autonómicos volaron el 28-M (Comunidad Valenciana, Canarias, La Rioja, Aragón, Extremadura e Islas Baleares) por el hundimiento de los partidos a su izquierda y que en las generales el PSOE sumó un millón de votos más que en 2019. A pesar de que son conscientes del coste que para ellos han tenido el acuerdo con Junts y la concesión de la amnistía, estiman que en el 18-F este asunto no tuvo incidencia porque si no se habría producido una caída general del voto progresista. La prueba es el avance del BNG, que apoya la amnistía.

Aunque no se asume la influencia del componente nacional, la situación del partido en Galicia preocupa y ocupa al presidente del Gobierno, que apostó de manera personal por la candidatura de José Ramón Gómez Besteiro. Le llegó a ofrecer ser ministro y lo rechazó para regresar a la aventura gallega. Ha sido un fracaso, pero, insisten en la dirección, "no es extrapolable". Sánchez le va a sostener para afianzar su liderazgo. Es necesario, admiten fuentes de otros territorios, un proyecto "a cuatro u ocho años".

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Los siguientes en la lista del verdugo de las urnas son los socialistas vascos. Y en Euskadi no se sienten concernidos por el declive del PSdG. Fuentes de la organización destacan que ellos no atraviesan un momento de debilidad, sino todo lo contrario. "Ganamos las elecciones generales, tras las municipales tenemos más ayuntamientos y más carteras en diputaciones y las encuestas nos sitúan en sentido ascendente", explican. "Estamos muy tranquilos".

"Hemos sido capaces de generar nuestro propio espacio" y "somos quienes estamos poniendo encima de la mesa los debates que de verdad interesan a los ciudadanos", subrayan. Una propuesta en la línea de lo que Salvador Illa intenta en Cataluña. Precisamente esa desconexión social es el error más identificable del PSdG en Galicia. "No hay proyecto político" y "no hay partido", defienden fuentes que han conocido de cerca la organización.

"Es una ficción. Un solar. Ha resultado muy complicado llenar actos para 1.000 personas" y, aunque Ferraz se ha volcado con Besteiro, "no hay equipos". Este vacío resulta aún más llamativo porque el PSdG tiene poder municipal, gobierna grandes ciudades como Vigo, Lugo o A Coruña. Pero esas victorias se han conseguido a pulmón y conforman grupúsculos aislados, explican. El partido como tal carece de vida propia. En la dirección, admiten que el candidato también tiene sus carencias y que igual la mejor manera de llamar al voto no es hablar constantemente de reindustrialización. El problema, remarcan, es que tampoco había nadie del PSdG o de su órbita para ayudarlo con otras ideas.

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Pero tampoco van a restregarse en exceso en este lodazal. Sánchez no se mueve de su respaldo a Besteiro y la idea es darle tiempo. En la cúpula, no aclaran si están pensando en un congreso próximo para ungirle con plenos poderes. Solo se insiste en lanzar mensajes para evitar las guerras internas: "Ni un minuto para mirarnos los unos a los otros". La previsión es que deje enseguida su escaño en el Congreso y ya se apunta a él como futuro candidato en cuatro años.

No se sabe qué pasará en las europeas ni en las catalanas de febrero de 2025. Ni tampoco si Carles Puigdemont dará el sí definitivo a la amnistía o si habrá presupuestos. Pero sí que Besteiro aspirará de nuevo por la presidencia de la Xunta. Es probable que en algún pueblo escondido delante de una copa de vino, algún militante socialista pueda estar brindando justo ahora: "Vivan las primarias".