España acude al llamado de la disuasión rusa: si tocas a uno, tocas a todos

No hay duda de que la guerra de Ucrania ha supuesto un revulsivo en las políticas de defensa de la OTAN y otros países cercanos, con una clara voluntad de reforzar sus acciones de disuasión ante un eventual expansionismo ruso. Uno de estos puntos clave en el frente oriental es Eslovaquia, donde España asumirá en junio el liderazgo de esa fuerza multinacional. Y es la Brigada Galicia VII la encargada de gestionar un despliegue que ya ha comenzado.

Si bien es cierto que la invasión a gran escala de Ucrania ha cambiado la perspectiva de las amenazas, para los aliados el punto de inflexión llegó mucho antes y pasó, quizás, más desapercibido para la opinión pública. Fue la ocupación y anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 lo que catalizó una nueva visión sobre el desafío ruso y comenzó los cambios que la ofensiva de 2022 ha hecho visibles y notorios entre la opinión pública. Incluso se ha logrado algo que hace ocho años era impensable, como ha sido la ampliación de la Alianza con la incorporación de Finlandia y (en camino) Suecia.

En ese lejano 2014, la jugada maestra del Kremlin fue hacerse con la península y con Sebastopol —que es lo que en el fondo quieren— con los famosos hombrecitos verdes sin necesidad de pegar un solo tiro. El movimiento pilló a la OTAN con el pie cambiado. Tras los hechos consumados sobre los que apenas hubo reacción o consecuencias internacionales, la realidad es que los mandos de la Alianza, incluido su secretario general, tomaron buena nota. No puede volver a ocurrir, fue la conclusión de aquello.

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Aparte de algunas sanciones a Rusia, de dudosa eficacia, la decisión inmediata más tangible fue reforzar la mayor presencia militar en las zonas fronterizas con Rusia. Así se decidió en la Cumbre de Varsovia de 2016, cuando se establecieron cuatro grupos de combate multinacionales que se localizarían en las repúblicas bálticas y Polonia. Cuentan con una gran presencia multinacional y su objetivo no es tanto plantear una respuesta militar —es obvio al ser fuerzas de entidad batallón— sino transmitir un claro mensaje: "Si tocas a uno, tocas a todos".

España, como sabemos, participa de manera significativa en estos despliegues y mantiene una importante fuerza en el Battle Group situado en Letonia, que incluye aproximadamente 600 efectivos con carros de combate, blindados y artillería pesada. El resultado ha sido óptimo. Por un lado, el compromiso con los países aliados y el buen papel que se está desempeñando en las tareas militares conjuntas. Por otro, el adiestramiento, experiencia y contactos que allí obtienen nuestras tropas es impagable.

Presencia ampliada, mando español

Fue en la Cumbre de Madrid de 2022, ya en plena vorágine de la guerra de Ucrania, cuando se acordó ampliar la presencia reforzada en el flanco Este de la OTAN. Ese acuerdo implicaba pasar de cuatro a ocho Battle Groups y, además, que tuvieran la capacidad de crecer de entidad batallón a la de Brigada Multinacional. Es patente que la guerra significó no solo doblar las unidades presentes, sino multiplicar también sus capacidades.

Una de estas unidades o Battle Group se encuentra en Eslovaquia. Está formada por un contingente de tropas eslovacas, checas, eslovenas, alemanas y estadounidenses, bajo el mando de un coronel checo. Sin embargo, entre junio y septiembre del año pasado, España hizo el ofrecimiento de ser nación marco para el establecimiento de una Brigada Multinacional en Eslovaquia. Esto significa que nuestro país formaría el núcleo de la unidad y asumiría el mando. Para ello se designó a la Brigada Galicia VII (conocida como Brilat por su anterior denominación como Brigada Ligera Aerotransportable) para crear el primer contingente y, así, constituir la primera rotación.

El 20 de enero, un primer grupo formado por 50 militares, la mayoría de la Brigada Galicia, partió para Eslovaquia para iniciar el trabajo de preparación para que, de forma paulatina, el resto de las tropas y material se vaya desplazando hasta las instalaciones de Lest, un lugar que cuenta con un magnífico campo de maniobras y va a permitir grandes posibilidades de adiestramiento.

Para marzo ya se espera que la mayoría de los cerca de 600 efectivos que van a componer esta primera rotación se encuentren en zona de operaciones. Allí incrementarán su nivel de adiestramiento y harán todos los preparativos necesarios para que España tome el mando de la Brigada Multinacional. No se sabe todavía qué países van a integrarse en esta unidad bajo mando español, pues se está todavía en plenas conversaciones. Se prevé que las Repúblicas Checa y Eslovaca participen, junto a eslovenos, rumanos y, muy posible, también portugueses que podrían aportar medios blindados.

En cuanto al material y tratándose de unidades de infantería ligera, el grueso lo formarán los blindados de fabricación nacional URO Vamtac en su versión ST5, unos vehículos que están dando muy buen juego al Ejército de Tierra y que pueden llevar un armamento muy variado, desde misiles contracarro Spike, ametralladoras pesadas M2 de 12,70 mm y ligeras MG-3 de 7,62 y MG-4E de 5,56 mm, así como lanzagranadas LAG-40 de 40 mm. También será importante la aportación del GACA VII, que desplegará una batería de sus obuses de 105 mm Light Gun. En total se espera que cerca de 90 vehículos de combate, incluyendo las piezas de artillería, estén disponibles.

Desafío logístico y administrativo

La tarea que van a tener no es fácil. Hay varios retos a superar que van desde los propios de una logística compleja, como es el traslado de un contingente tan numeroso y con sus vehículos y material; hasta las más administrativas, como son la elaboración de los acuerdos técnicos entre España, como futura nación marco y Eslovaquia, como nación anfitriona, para regular los apoyos del anfitrión, así como otros aspectos necesarios para facilitar el despliegue.

Esta primera rotación de seis meses se va a nutrir principalmente de elementos del Regimiento de Infantería Isabel la Católica 29 y en concreto del Batallón Zamora I/29, con sede en la base General Morillo de Pontevedra. También habrá una aportación muy importante de otras unidades de la Brigada, como el Batallón de Cuartel General VII, que proporcionará medios para el mando y el Grupo Logístico VII, que se ocupará de todos los aspectos logísticos, siempre imprescindibles.

A partir de junio de este año será cuando la Brigada Galicia asuma el mando y poco después será la Brigada Paracaidista la que efectuará el relevo, iniciando así la segunda rotación. Ahora el mando lo ostenta el coronel Andrés González Alvarado, jefe del Regimiento de Infantería Isabel la Católica 29, pero a futuro es muy posible que el mando lo tome un general de brigada, que será español.

Con el relevo de la Brigada Almogávares VI de Paracaidistas, el número de efectivos se incrementará a cerca de 750 militares. El motivo principal va a ser la llegada de material pesado, que consistirá lo más probable en dos secciones ligero-acorazadas del Regimiento de Caballería Lusitania 8, que aportarán sus Centauro. Junto a ellos también se enviarán los blindados de reconocimiento y observación VERT. Cuando le vuelva a tocar desplegar a la Brigada Galicia, estos vehículos serán tripulados por personal del Regimiento de Caballería Farnesio 12, que es el regimiento adscrito a la Brigada y el más antiguo de la Caballería española.

La llegada de los Centauros

Los Centauro suponen un importante activo, tanto como elemento de reconocimiento por su agilidad y rapidez de movimiento por caminos, como de combate por la potencia de fuego de su cañón de 105 mm. España adquirió 84 de estos vehículos denominados aquí VRCC (Vehículo de Reconocimiento y Combate de Caballería), 22 de ellos en el año 2.000 directamente a Italia y el resto fabricados en parte en España con algunas mejoras.

Es un vehículo que tiene importantes virtudes, pero también varias limitaciones. La principal sería su exigente mantenimiento y delicada operación, que hace que se produzcan pequeños fallos que dejan reducida la operatividad del vehículo (aunque la mayoría se resuelvan en breve plazo, comentan los usuarios). Ya se encuentra pasada la mitad de su vida útil y precisa de varias modernizaciones, así como un plan a medio plazo para su sustitución por un vehículo equivalente más moderno.

Entre las mejoras sería preciso incrementar su protección, así como mejores ópticas. En este capítulo, baste comentar que su cámara térmica es de segunda generación y ya todo el mundo las monta de cuarta. También implementar sistemas de mando y control, medios de ocultación y enmascaramiento y mejora de su capacidad ofensiva con un nuevo cañón que permitiera el empleo de munición de más potencia. De todas formas, habría que evaluar el alcance de estas mejoras frente al reemplazo por un nuevo modelo.

El VERT (Vehículo de Exploración y Reconocimiento Terrestre) está basado en el Vamtac ST5 blindado e incorpora un pedestal con equipos optrónicos denominado SERT. Este conjunto cuenta con cámara de visión diurna, telémetro láser con alcance de 20 km, GPS integrado y cámara térmica. Se trata pues de un elemento muy valioso e imprescindible en tareas de reconocimiento.

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Si bien estos equipos (instalados por Navantia) no son lo más moderno en tecnología, son capaces de identificar personal a pie a unos cuatro kilómetros y vehículos a más de siete. Comparado con los medios anteriores de que disponían las unidades de caballería, que en la práctica era el de un equipo de tres soldados en un vehículo ligero y con medios ópticos, el avance es significativo.

La participación española en esta Brigada Multinacional, al igual que ocurre con el Battle Group de Letonia, supone una muestra más del compromiso de España con la OTAN, algo que viene bien cuando las dudas a la hora de participar o no en otro tipo de misiones genera recelo entre nuestros aliados. España va a aportar unas tropas muy profesionales; ya lo demostraron recientemente en noviembre de 2023, en el mismo escenario donde ahora van a desplegar y con motivo de los ejercicios Strong Cohesion.