España, en la línea de contacto: guía geopolítica del despliegue militar en el exterior

Las misiones en el exterior -piedra angular de la diplomacia militar española- pasaron de ser operaciones de paz a estar en primera línea de las tensiones geopolíticas globales. En 2023 se marcó un récord de participación, con una rotación de 12.000 efectivos, y de inversión, con 1.500 millones de euros

"¿Armas? Es una misión de paz. La única arma que llevaremos será una navaja multiuso. Ni siquiera machetes. Lo tengo terminantemente prohibido en mi grupo".

En diciembre de 1988, el teniente coronel José Rodríguez daba explicaciones a la prensa sobre cómo se desarrollaría su misión en Angola, pionera de los despliegues militares españoles en el exterior.

Rodríguez, junto al comandante José Segura Fernández y el capitán Fernando Gutiérrez Díaz, saldrían el 3 de enero destino Luanda como parte de una misión de observadores de la ONU. El objetivo era verificar el cumplimiento de los acuerdos de paz entre Sudáfrica, Cuba y Angola, especialmente la retirada de los 50.000 soldados cubanos desplegados en este último país africano. "Nos preocupa el tema de la seguridad. Y no solo por los grupos armados existentes, sino también por enfermedades y otras razones", analizaba el militar.

Han pasado 34 años desde los tres de Luanda y unos 150.000 militares españoles (casi 12.000 tan solo en 2023 o el 10% del personal de las Fuerzas Armadas) han estado destacados en el extranjero, donde 188 han perdido la vida en servicio. Actualmente, España participa en 17 despliegues internacionales con algo más de 3.000 militares y guardias civiles bajo formato multinacional, la mayoría Unión Europea, OTAN o Naciones Unidas.

Disuasión y defensa Proyección de estabilidad

Esta presencia se verá reforzada a partir de enero con nuevo contingente en Eslovaquia formado por 600 efectivos, carros de combate Leopard, vehículos de infantería Pizarro, blindados y un helicóptero del Ejército de Tierra, en el marco de un despliegue de la OTAN pactado en la cumbre de la Alianza Atlántica de Vilna (Lituania). Además, el Gobierno anunció un refuerzo de la presencia española en Rumanía, consolidando el mayor impulso a la presencia internacional española en décadas.

Texto Kike Andrés Pretel
Diseño Sofía Sisqués | Laura Martín
Desarrollo Luis Rodríguez
“V

osotros, con vuestra valía, abnegación y buen hacer, hacéis real ese compromiso de España con la paz mundial", resumió el presidente Pedro Sánchez en la tradicional alocución navideña a los militares destinados en el exterior junto a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el jefe de Estado Mayor (Jemad), almirante general Teodoro López Calderón. Una referencia -la paz- que ha acompañado como un mantra a la presencia militar española en la arquitectura estratégica global pos Guerra Fría, influyendo en el diseño de las Fuerzas Armadas de las primeras décadas del siglo XXI.

Pero estos dos últimos años, con los conflictos de Ucrania y Oriente Próximo en pleno desarrollo, varias misiones militares españolas están ahora en la línea de contacto geopolítico.

Una misión, varios objetivos

Las misiones en el exterior se han convertido en la piedra angular de la diplomacia militar española y cumplen de forma simultánea objetivos estratégicos, internacionales y también políticos; en ocasiones, contrapuestos.

Mientras España confirmaba su apoyo al refuerzo del flanco oriental de la OTAN, el Gobierno de Sánchez (crítico con cómo está Israel conduciendo su ofesinva en Gaza) vetó ampliar la misión europea Atalanta contra la piratería en el Índico. La negativa a dar cobertura a Estados Unidos en su intención de proteger el tráfico marítimo en el Mar Rojo de los ataques de las milicias hutíes de Yemen ha generado titulares internacionales, poniendo de relevancia el delicado equilibrio que requiere el despliegue de tropas en zonas de conflicto.

Estratégicos: el despliegue extranjero es la proyección más directa de los intereses geoestratégicos de una nación en la defensa de su soberanía, ya sean operaciones de disuasión, vigilancia, estabilización o humanitarias. Estas, a su vez, se diseñan con varios objetivos en mente, incluyendo ganar influencia en las operaciones militares internacionales (UE/OTAN/ONU), el entrenamiento de unidades y prueba de equipos en entornos exigentes o la cooperación e interoperabilidad con ejércitos aliados.

Diplomáticos: las operaciones internacionales son una poderosa herramienta diplomática (parte de la llamada diplomacia militar). El perfil, equipamiento y liderazgo en las diferentes misiones sirve para mostrar las prioridades geopolíticas de un Gobierno, tamizadas por sus lineamientos de política exterior, que no siempre están alineados. Uno de los ejemplos que mejor refleja esta dicotomía es el caso de América Latina, prioridad diplomática histórica de España pero con una presencia militar testimonial (misión de observación en Colombia).

Políticos: toda decisión relacionada con las Fuerzas Armadas tiene un componente político, tanto a nivel de partidos como en el fuero interno de los ejércitos. Los despliegues y alianzas militares son utilizados a veces en la arena política como medida de presión o moneda de cambio. Para los militares, las misiones son una vía para que los oficiales hagan méritos y ganen experiencia para los ascensos, y un complemento salarial significativo para la tropa, cuyas retribuciones están muy por debajo de las del resto de cuerpos de seguridad.

La diplomacia militar no es barata. Las cifras detalladas interanuales son complicadas de calcular, ya que parte de estos fondos se asigna por la vía presupuestaria regular, mientras que el grueso del coste se cubre mediante fondos de contingencia. En lo que llevamos de 2023, el Consejo de Ministros ha autorizado partidas especiales para operaciones en el exterior por unos 1.400 millones de euros (581,2 millones en abril; 332,5 millones en junio y 471,8 millones en julio), pero sin especificar montos concretos, que se suman a los 100 millones marcados en los presupuestos para este fin.

En 2021, se destinaron unos 900 millones de euros a estas misiones, según informó la ministra Robles a la Comisión de Defensa del Congreso en marzo de 2022 (lo que ya suponía un tercio más que en 2020). En diciembre de 2022, Robles volvió a informar de los detalles y costes de las misiones, aunque no de forma exhaustiva (no hay cifras consolidadas para ese ejercicio). En la presente guía utilizaremos la cifra oficial más reciente a modo orientativo.

El Flanco Este, a la sombra de Putin

El Flanco Este, a la sombra de Putin

El flanco oriental de la Alianza Atlántica es, desde hace años, el principal punto geográfico de despliegue español. España participa aquí en varias misiones orientadas a aumentar la capacidad de disuasión occidental frente al expansionismo del Kremlin (que a su vez justifica este expansionismo por la presencia reforzada de tropas aliadas en sus fronteras). Cualquier eventual escalada del conflicto en Ucrania pondría a estas tropas, y todas las que se realizan bajo bandera de la OTAN, en primera línea de contacto con Rusia.

En esta misión sirven más de un tercio de los efectivos desplazados, con medios aéreos, antiaéreos y mecanizados. Este foco euroatlántico del músculo militar español en el exterior obedece más a la lógica de alianzas internacionales y la seguridad regional que a las prioridades estratégicas nacionales, donde las FFAA llevan años buscando más atención y compromiso de OTAN/UE hacia el Sahel y el flanco sur.

Siguiendo esta premisa, el Gobierno ha realizado su principal apuesta militar de 2024 en esta región. A partir de enero, comenzará el despliegue de un nuevo destacamento en la base eslovaca de Lest que asumirá el liderazgo del batallón de combate terrestre que tenía República Checa (con tropas de Alemania, Eslovenia y Estados Unidos). El arranque oficial de la operación será en julio como parte de la misión Presencia Avanzada de la OTAN, donde Letonia es, hasta la fecha, el destacamento español de referencia.

Letonia

La Presencia Avanzada de la OTAN consta de cuatro grupos tácticos con 4.000 efectivos liderados por Alemania, Canadá, Estados Unidos y Reino Unido. Tras la invasión rusa de Ucrania, España reforzó su presencia con 250 efectivos adicionales y una unidad de defensa antiaérea con una batería NASAMS en la base aérea de Lielvardes (Letonia). El coste para España, el país que más capacidades aporta al grupo táctico multinacional, fue de 85,2 millones de euros en 2021. El año pasado, unos 1.300 efectivos pasaron por los distintos relevos.

02. Báltico, Rumanía y Bulgaria: policía aérea y policía aérea reforzada

España está muy implicada en las labores de patrullaje aéreo en el flanco este bajo mandato de la OTAN. Aquí está presente en dos misiones. En la policía aérea del Báltico, que vigila el espacio aéreo de Letonia, Lituania y Estonia, desde 2006 (la misión fue creada dos años antes, tras el ingreso de estos países a la OTAN); y en la policía aérea reforzada en Bulgaria y Rumanía, a la que se incorporó en 2022 tras la agresión rusa para aumentar la presencia disuasoria en el área del Mar Negro (ahora de renovado peso estratégico).

La misión es controlar la presencia de aeronaves rusas volando cerca o dentro del espacio aéreo aliado, seguirlas y escoltarlas hasta su salida. En 2022 se desplegaron cuatro destacamentos aéreos no simultáneos: dos en Bulgaria, uno en Lituania y otro en Estonia. El coste en 2022 fue de 84,6 millones de euros.

Un A400M del Ejército del Aire y del Espacio en la misión de Policía Aérea en el Báltico finaliza el primer despliegue
Un A400M del Ejército del Aire y del Espacio en la misión de Policía Aérea en el Báltico finaliza el primer despliegue. Foto: Min. Defensa

En el Báltico, el Ejército del Aire y el Espacio suele desplegar unos 150 militares en labores de mantenimiento, logística, vigilancia y control. En función de la unidad, España contribuye con cazas F-18 o Eurofighter Typhoon (destacamento Ambar) entre cuatro y seis meses al año. Además, en 2023 se desplegó por primera vez un avión A400M para labores de reabastecimiento aire-aire. El coste en 2021 fue de 83,3 millones de euros.

En Rumanía y Bulgaria, España tiene un contingente de 130 militares con Eurofighter 'Typhoon' o F-18. Además, en Rumanía se desplegó un rádar AN/TPS-43M del Grupo Móvil de Control Aéreo (Grumoca) con 40 efectivos. El coste en 2021 fue de 84,6 millones de euros y pasaron 792 efectivos.

El avispero de Oriente Medio

El avispero de Oriente Medio

El otro teatro de operaciones donde España tiene una presencia significativa es en Oriente Medio. La fuerza está dividida entre la misión en Líbano, bajo mandato de la ONU, y la misión en Irak, con efectivos integrados en una fuerza multinacional y bajo bandera de la OTAN. Estas se habían convertido en misiones rutinarias, hasta que guerra Israel-Hamás resquebrajó el equilibrio geopolítico en la región, disparando las tensiones regionales.

La posibilidad de que la guerrilla libanesa Hezbolá abra un nuevo frente en conflicto palestino-israelí ha disparado la tensión en la zona, según reportes de los militares sobre el terreno, con varios incidentes y ataques a lo largo de la llamada ‘blue line’. El retorno de las hostilidades ha hecho también que las bases estadounidenses y aliadas vuelvan a convertirse en potenciales blancos de una pléyade de grupos terroristas que operan en la región (ya se han producido algunos ataques con drones). En el trasfondo, el riesgo de una escalada que implique a Irán y otros actores regionales.

Líbano

Desde el pasado 28 de febrero, la Finul está comandada por el general de división Aroldo Sáez Lázaro, al frente de 10.000 cascos azules de 45 nacionalidades. La operación española, conocida como Libre Hidalgo, aporta unos 660 efectivos en la base Miguel de Cervantes en el sector este, cerca de la localidad de Marjayún. El destacamento se podría reforzar en 2024 con militares adicionales (hasta un máximo de 700), junto con dos helicópteros y un radar Raven para verificar el espacio aéreo y el lanzamiento de cohetes de las milicias libanesas. También hay cascos azules españoles en el Cuartel General de la misión en Naqoura.

Las tropas realizan patrullas a pie y en vehículo, para vigilar permanentemente la divisoria entre Líbano e Israel como parte de la resolución 1701 de Naciones Unidas para evitar una escalada bélica entre ambos países. Además, hay actividades de observación y cooperación con las Fuerzas Armadas Libanesas. España es el octavo país contribuyente, tercero de la UE, solo por detrás de Francia e Italia. En 2022 participaron 2.038 efectivos.

Irak

La misión en Irak tiene dos componentes. La coalición internacional contra el Daesh/ISIS -liderada por EEUU y conocida como Inherent Resolve- y el de la misión de la OTAN en Irak (NMI). Ambas son misiones de adiestramiento, sin exposición sobre el terreno. La primera, en la que hay 174 efectivos españoles, tiene como objetivo adiestrar a las fuerzas nacionales en su combate contra el terrorismo yihadista; y la segunda, con unos 200 efectivos y la Task Force Toro (helicópteros), asesora a las instituciones iraquíes en temas de seguridad nacional y formación militar profesional. Por la zona pasaron en 2022 un total de 928 efectivos. En mayo, el teniente general José Antonio Agüero Martínez asumió el mando de las tropas aliadas en el país.

03. Turquía

A caballo entre la defensa del espacio euroatlántico y la presencia en Oriente Medio, España mantiene su contribución a la Operación de Apoyo a Turquía. Esta misión consiste en la protección de la población turca de Adana ante posibles misiles balísticos provenientes de Siria con una batería antimisil Patriot y unos 140 efectivos. Aunque lejos de los momentos más activos del conflicto sirio, se siguen detectando ataques balísticos que han impactado cerca de la frontera. En 2022, el coste de la misión fue de 26,3 millones de euros y por ella rotaron 382 efectivos.

Relevo de personal en la Operación ‘Apoyo a Turquía’ en la Base Aérea de Incirlik
Relevo de personal en la Operación ‘Apoyo a Turquía’ en la Base Aérea de Incirlik. Foto: Min. Defensa
El Frente Naval, patrullar en mares revueltos

El Frente Naval, patrullar en mares revueltos

España participa en varias misiones navales. Con la OTAN, está presente en la operación Guardián Marino (Sea Guardian), para la disuasión, lucha antiterrorista y mitigación de amenazas en el Mediterráneo desde 2016. La presencia es variable y rotatoria; puede incluir medios de patrulla marítima, fragatas, submarinos y buques de acción marina. Buques españoles han escoltado embarcaciones y submarinos rusos en aguas de interés para los aliados como parte de las labores conjuntas de vigilancia del espacio marítimo. Durante 2022 rotaron un total de 265 efectivos y se invirtieron 26,2 millones de euros.

Además, España contribuye desde 2017 con los grupos navales permanentes, escoltas (SNMG 1 y 2) y contraminas (SNMCMG 1 y 2), integrados en la fuerza de respuesta rápida de la Alianza (Standing Naval Forces). Entre los medios, se despliegan fragatas, buques de acción marítima (BAM), cazaminas y buques de apoyo al combate (BAC). En 2022, España aumentó la presencia para mantener una fragata presente los 12 meses del año y rotaron 1.140 efectivos. (La última cifra de inversión es de 2021, con 161 millones de euros).

La Armada también realiza actividades de cooperación en seguridad y diplomacia militar en varios puntos de la costa occidental africana y el Golfo de Guinea, con varios desplazamientos y escalas anuales. Por esta operación pasaron 341 efectivos en 2022 y su coste en 2021 fue de unos dos millones de euros.

La fragata ‘Victoria’ se integra en la misión europea que lucha contra la piratería den el Índico
La fragata ‘Victoria’ se integra en la misión europea que lucha contra la piratería den el Índico. Foto: Min. Defensa

Al margen de la OTAN, España participa bajo el paraguas de la Unión Europea en la Operación Atalanta, de lucha contra la piratería en el Océano Índico, frente a las costas de Somalia. La misión se amplió en 2021 para contribuir a la disrupción del narcotráfico, el tráfico de armas y otros ilícitos. La Armada aporta una fragata, con helicóptero y equipo de operaciones especiales embarcado. Esta labor se complementa con el destacamento 'Orión', que desde 2009 opera un avión de vigilancia marítima P-3 Orión en una base en Yibuti con 50 efectivos asignados.

Misión Atalanta

Desde marzo de 2019, el vicealmirante Ignacio Villanueva Serrano dirige el cuartel general estratégico de la Fuerza Naval Europea (EUNAVFOR) desde la base de Rota (Cádiz). Después de varios años sin secuestros o incidentes de relevancia (2019), en los últimos meses se ha producido un aumento de la actividad irregular, incluyendo la toma de un carguero búlgaro este mismo mes por presuntos piratas. También se ha intensificado la labor de escolta a los buques del Programa Mundial de Alimentos (PAM) ante la escasez de grano por la guerra de Ucrania. En 2022, unos 1.355 militares españoles participaron en esta operación.

El Flanco Sur, inestabilidad a golpes

El Flanco Sur, inestabilidad a golpes

La situación en el Sahel ha alcanzado su punto más volátil en décadas. Desde 2020, una seguidilla de golpes de Estado (Mali, Guinea, Sudán, Chad, Burkina Faso, Gabón) ha cambiado de cuajo el perfil geopolítico de la región. Ahora, a la amenaza terrorista se une la influencia rusa y la posibilidad de un conflicto regional en un flanco clave para la seguridad europea, desde donde se pueden instrumentalizar los flujos migratorios y grupos delictivos de diferente naturaleza.

España está presente en todas las misiones militares de la Unión Europea en África -la mayoría centradas en adiestramiento y asesoría- con despliegues en Malí (300 efectivos), República Centroafricana (8 efectivos), Somalia y Kenia (21 efectivos), Mozambique (6 observadores) y Senegal (90 efectivos + una aeronave).

La misión clave ahora mismo es EUTM-Mali, cuyo objetivo sobre el terreno es asesorar y entrenar a las Fuerzas Armadas malienses para fortalecer sus capacidades frente al desafío terrorista. La idea era mantener gobiernos democráticos en el país y dotar a la administración de estabilidad ante las múltiples crisis simultáneas. Sin embargo, la situación se ha deteriorado rápidamente tras dos golpes de Estado consecutivos (2020 y 2021) y la llegada al poder de una junta militar que ha pospuesto la celebración de elecciones se ha acercado a Moscú. La influencia europea en la región está bajo mínimos tras la retirada francesa de estas operaciones, mientras que la posterior salida de Alemania y República Checa ponen en duda la propia continuidad de la misión.

Misión Mali

En diciembre de 2022, el general de brigada Santiago Fernández Ortíz-Repiso asumió la jefatura de la misión, la más importante de la UE en el Sahel, en este momento crítico. Las actividades de formación están suspendidas por las discrepancias con la junta de Bamako, mientras aumenta la presencia de tropas y mercenarios rusos. Pese a mantener su presencia, España redujo sus efectivos a 300 (desde los más de 500 que llegó a tener sobre el terreno) y llegará a 160 cuando se cierre el centro de instrucción de Kulioro y toda la misión europea se concentre en Bamako. Esta operación cuenta con el apoyo del destacamento Marfil, en Senegal, con dos aviones C-295 de transporte táctico y 90 efectivos. El año pasado, pasaron un total de 1.350 militares por Mali y otros 385 por el destacamento Marfil.