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¿Cómo es la vida sin un bar? Así se las ingenian en los pueblos para jugar la partida
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"Una España sin bares se muere"

¿Cómo es la vida sin un bar? Así se las ingenian en los pueblos para jugar la partida

Cerca de 460 municipios de Castilla y León no tienen bar. Viajamos a una de las comarcas con menos establecimientos de hostelería para ver cómo afecta a sus vidas

Foto: Un gato negro al sol en las calle de Tolbaños (Ávila).
Un gato negro al sol en las calle de Tolbaños (Ávila).

Son cerca de las 11 de la mañana y Heradio no para ni un segundo. Saca alfombras, las sacude, cuelga mantas, paños, ropa de cama... En la mañana de este jueves, el portal de su casa anda convertido en una especie de tendedero gigante. Se acaba agosto y toca partir, diciendo adiós, un verano más, a su vida en Tolbaños, Ávila. "No soy el único, ya nos vamos todos", comenta.

A menos de dos horas de Madrid, este pequeño enclave del Valle Amblés se prepara entre despedidas para lo que viene, un nuevo invierno en el que pocos serán los vecinos que queden en sus calles. Y los que lo hacen no tendrán ni un bar para contar cuántos quedan. Ni para eso, ni para echar la partida, ni para ver el fútbol.

Foto: Una de las calles de Torresandino. (Guillermo Cid)

En Tolbaños lo han perdido, pero no siempre fue así. El último que tuvo el bar, recuerdan sus vecinos, murió y ahí quedó el local, como un recuerdo más de la España vacía que desaparece sin freno. Una sensación que comparten con muchos de sus vecinos de la comarca, porque esta zona de Ávila es una de las que más sufre la falta de estos negocios. Ni casino, ni el pequeño bar de verano que resiste en otros lugares aparece en los alrededores de este municipio. Los 40 habitantes que llegan a contarse en el municipio en temporada estival no parecen suficientes para un pequeño negocio.

Tolbaños es uno de los cerca de 460 pueblos de Castilla y León (casi uno de cada cinco en la región) en los que no figura ningún bar o restaurante, según el Registro de Turismo de la comunidad. El directorio contabiliza a día de hoy algo más de 15.000 bares y cerca de 6.000 restaurantes en todo el territorio. Pero su ubicación en el mapa es bastante desigual.

Todos ellos suman una población de 27.734 habitantes, cerca del 1% del total de residentes en Castilla y León, pero en realidad la cifra de personas que viven en un pueblo sin este tipo de establecimientos de hostelería puede ser algo menor. A través de la información que consta en Google Maps, El Confidencial ha comprobado que en algunos de los lugares donde no hay declarado ningún bar ni restaurante, en realidad sí los hay. Además, en muchos de ellos, el número de personas empadronadas es mayor al de las que realmente permanecen en el pueblo todo el año, como es el caso de Heradio, que ahora se va de Tolbaños.

El registro existe desde 2014 y nació a partir de la información que antes estaba en el registro de empresas turísticas. La propia Junta lo elabora de oficio a partir de las declaraciones responsables que obran en poder de la administración, según se establece en la legislación que lo regula. Sin embargo, aunque son datos oficiales y uno de los objetivos para recopilarlos es que sean útiles para fines estadísticos, no es de extrañar que contengan posibles errores u omisiones de información, debidos en parte a la dificultad para actualizar este tipo de registros.

placeholder Mari Feli, vecina de Tolbaños.
Mari Feli, vecina de Tolbaños.

El mapa muestra, por tanto, aquellos municipios en los que, según el registro oficial, no existe ningún bar o restaurante. Sin embargo, se han descartado 30 casos en los que se comprobó que sí lo había: unos por ser aperturas recientes, pero otros con locales aparentemente asentados, según las reseñas publicadas en Google Maps. Es posible, por tanto, que alguno de los pueblos señalados sí disponga uno de estos establecimientos. Y también podría darse el caso de que otros pueblos donde sí hay bar registrado en realidad ya no lo tenga porque haya cerrado hace poco.

"Los políticos no hacen nada para que esto cambie. Los pueblos no interesamos"

En Berlanga del Bierzo, situado en la provincia de León, ocurre algo así: el estanco del municipio aparece en el registro como único bar de la localidad. Sin embargo, José Díez, vecino y antiguo concejal del pueblo, asegura que el establecimiento ya hace tiempo que dejó de cumplir esa función.

Ahora, el único lugar al que pueden acudir los vecinos del municipio es al bar de la piscina, que no aparece en el registro y que ha abierto este verano pese a las dificultades para encontrar a alguien que pudiese gestionarlo. En el pasado, una familia procedente de Tenerife decidió probar suerte, pero la escasez de clientela los forzó a volver a su tierra natal. José reconoce que "era de esperar" pues, como ocurre en Tolbaños "aquí ya no queda nadie".

placeholder Portería en un parque de San Esteban de los Patos (Ávila).
Portería en un parque de San Esteban de los Patos (Ávila).

Heradio es de la misma opinión: "La verdad es que estamos bastante abandonados. Y nos falta hasta lo más básico. Hablamos del bar, que es verdad, pero es que ni las carreteras están bien. Es un problemón, porque los políticos no hacen nada para que esto cambie. Los pueblos no interesamos". Como él, que vive en Valladolid, hablan el resto de los vecinos de la comarca. Muchos de ellos pasan fuera el invierno, en capitales como Ávila, Madrid o Valladolid y disfrutan del pueblo en verano. "Algunos aguantamos hasta los Santos", señala Mari Feli, aunque todos se marchan una vez septiembre llega al calendario.

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De hecho, solo una de las entrevistadas reside en Tolbaños de forma continua y reconoce que, aunque no cambiaría su vida en el campo por nada (cada vez que tiene visita médica en Madrid acaba agobiada por el ritmo de la ciudad), también aclara que, durante el invierno "una vez que llegan las cinco de la tarde, todo el mundo está ya metido en casa", cosa que le apena.

En verano, las caras de los vecinos del municipio abulense cambian ligeramente: a los oriundos se suman aquellas personas que emigraron por falta de oportunidades y que, acompañados de sus hijos y nietos, deciden pasar unos días en compañía de sus familiares o en las casas que aún conservan en la localidad. Y si en algo están todos de acuerdo es en que es el mejor sitio para estar en verano: tranquilo, seguro y fresco.

Foto: Un niño juega en la plaza de El Casar de Escalona. (S. B.)

En algunos lugares se han inventado diferentes soluciones para unos espacios que, por si fuera poco, sufren un envejecimiento que suele ir acompañado de problemas de soledad. Así, en San Esteban de los Patos, pueblo colindante con Tolbaños, han creado el teleclub en el que pueden jugar a las cartas, tomarse una copa o ver el fútbol. Son pocos los vecinos que lo usan (hay 20 personas empadronadas), pero les funciona como punto de encuentro en los fines de semana, cuando descansan de las tareas del campo.

Otros tiran de asociaciones de amigos del pueblo para mitigar la soledad e intentar resistir. Mari Feli lleva veinte años formando parte de la asociación de vecinos de Tolbaños, que busca crear ese sentimiento de apego y comunidad que hace tantos años se perdió con el cierre del bar. Sin embargo, los momentos de festejo quedan reducidos a comidas y reuniones esporádicas los fines de semana o los festivos.

La barra como actor social

Un informe elaborado por la Asociación de directoras y gerentes de servicios sociales de España, en colaboración con la Confederación Empresarial de Hostelería, trató de localizar todos los municipios españoles que no contaban con un bar en sus inmediaciones. Luis Rondón García, profesor titular de la Universidad de Málaga y uno de los investigadores que participó en la redacción del escrito, aclara que, para los habitantes de estas zonas, que el bar de su pueblo cierre puede conllevar "la pérdida de vínculos comunitarios fundamentales en su medio natural".

Para el académico, la cultura ligada a este tipo de establecimientos en España es tal, que los vecinos "se mueven 15 o 20 minutos andando o como pueden, solo para poder ir al bar". En esas zonas, de población mayoritariamente envejecida, poder salir fuera a tomar un café o una copa "lleva a una nueva opción de encuentro en que los agentes sociales pueden intercambiar sus ideas y verse y encontrarse con otra gente, algo que solo puede beneficiarles".

Foto: De Valencia a Soria: una pareja cambia la playa para regentar un bar y tener casa gratis (iStock)

Ese bien social que puede proporcionar un bar, tanto en las grandes ciudades, como en los lugares más recónditos de la geografía española, queda opacado, tal y como reconoce Rondón, por el único fin que hace que los bares sigan abiertos: el beneficio económico que nunca van a obtener en pueblos como Tolbaños.

Un bar por cada siete habitantes

Los datos publicados por la Junta de Castilla y León dibujan también otros lugares donde el escenario es completamente opuesto. Es el caso de Calatañazor, municipio situado en la provincia de Soria, que cuenta con 47 vecinos empadronados. Aunque en el verano esta cifra es algo mayor, solo unos siete u ocho vecinos viven allí todo el año. Uno de ellos es Gonzalo Sacristán, dueño de uno de los siete restaurantes ubicados en el término municipal de la localidad.

Con un bar por cada 6,7 habitantes, Calatañazor es el municipio castellanoleonés donde la ratio es más alta, debido al turismo que atrae el patrimonio cultural del pueblo, así como sus vistas y sus rutas de senderismo. El gerente declara que en fechas señaladas, como Navidad o Semana Santa, el flujo turístico es tal, que aquellos que quieran comer en uno de los restaurantes del pueblo, deben reservar con semanas de antelación.

Con un bar por cada 6,7 habitantes, Calatañazor es el municipio castellanoleonés donde la ratio es más alta, debido al turismo

Sacristán aclara que, a pesar del volumen de viajeros que plagan las calles de este rincón de Soria en la época estival y los fines de semana, él es el único vecino permanente que se dedica al turismo. Tanto sus empleados, como otros trabajadores vinculados al sector, proceden de municipios cercanos o de la propia Soria, a una media hora en coche, por lo que la localidad no retiene población.

En Castilla y León hay, de media, 1,6 bares y restaurantes por cada 100 habitantes. Los casos extremos de Calatañazor, por un lado, y Tolbaños o San Esteban de los Patos por otro, sirven para entender que, con todo, el hecho de tener más o menos locales de hostelería no te exime de sufrir la despoblación. Al final, todos ellos forman parte del gran número de municipios que se sienten relegados a un segundo plano y abocados a ver cómo dejan de cuidarse sus carreteras, sus servicios y hasta sus bares.

Son cerca de las 11 de la mañana y Heradio no para ni un segundo. Saca alfombras, las sacude, cuelga mantas, paños, ropa de cama... En la mañana de este jueves, el portal de su casa anda convertido en una especie de tendedero gigante. Se acaba agosto y toca partir, diciendo adiós, un verano más, a su vida en Tolbaños, Ávila. "No soy el único, ya nos vamos todos", comenta.

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