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El adiós de Espinosa de los Monteros alienta una rebelión en Vox: "El partido se hunde"
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El adiós de Espinosa de los Monteros alienta una rebelión en Vox: "El partido se hunde"

El ya exportavoz parlamentario tomó la decisión de marcharse antes del 23-J y advirtió sin éxito a Abascal de la "deriva" del partido por el ascenso orgánico del ala dura y nacionalista. Algunas voces piden el cese de Buxadé

Foto: Iván Espinosa de los Monteros, durante su despedida política. (EFE/Fernando Alvarado)
Iván Espinosa de los Monteros, durante su despedida política. (EFE/Fernando Alvarado)
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La renuncia de Iván Espinosa de los Monteros, uno de los perfiles con mayor peso y respeto dentro y fuera de Vox, ha prendido la mecha de una incipiente rebelión interna a la que la dirección intenta quitar peso mientras trata de unir sus filas. Salvo contadas excepciones, como la del verso suelto de Macarena Olona, la cúpula había conseguido poner coto a las tensiones derivadas del choque entre las dos corrientes que comparten espacio y siglas. Pero esta vez, las diferencias internas han salido a la superficie. El partido impermeable tiene fugas. Y las voces de alarma se multiplican mientras dirigen sus plegarias al único capaz de frenar la "deriva" en la que, a juicio de estas fuentes, se ha embarcado la formación. La línea dura, integrista y nacionalista, se ha impuesto al ala liberal. "Abascal debe reaccionar o el partido se hunde", sintetizan.

El portavoz parlamentario trató de espantar los fantasmas de un cisma interno en su discurso de despedida. No admitió preguntas. "No es el día", repetía a los periodistas mientras abandonaba la sala de prensa del Congreso, su casa desde 2019. Alegó motivos familiares para justificar su marcha y se puso "a disposición" del partido. "Un señor hasta el final", comentan voces cercanas a Espinosa de los Monteros. No hubo pullas ni recados velados, aunque "le sobraban los motivos", solo una larga lista de agradecimientos. El último se lo reservó a Santiago Abascal. Su relación con el líder de Vox se había enfriado en los últimos meses por remar a favor de la corriente encabezada por Jorge Buxadé. Su peso en la cúpula se diluyó en favor de las nuevas caras del partido. Sus opiniones, a veces, chocaban contra una pared.

A muchos no les cogió por sorpresa la decisión de Espinosa de los Monteros de saltar del barco. El dirigente ya había trasladado a su círculo que quería tirar la toalla antes de las elecciones generales del 23 de julio. El componente personal era importante, pero no el único. El diputado no calló su malestar por la decisión del equipo de campaña, que administró en la sombra Buxadé, de laminar a algunas de las figuras más representativas del ala liberal del partido. De purgar, en suma, a gente de su confianza. Pese a su peso político, Espinosa no tuvo apenas influencia en la confección de las listas al Congreso, cuya decisión "se bunkerizó" en un hermético núcleo compuesto, además de Buxadé, por Ignacio Hoces y Enrique Cabanas.

Foto: Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Mariscal)

Las fuentes consultadas aseguran que el portavoz parlamentario tuvo importantes "encontronazos" internos por esta cuestión que "nunca se resolvieron". Uno de los descabalgados es Víctor Sánchez del Real. El diputado por Badajoz en la anterior legislatura fue uno de los ideólogos de Vox en sus inicios, pero fue perdiendo foco en los últimos meses. La salida de su amigo Espinosa ha quebrado su silencio en redes sociales, donde ha alentado a las voces críticas que piden un cambio de rumbo.

Uno de ellos es José Luis Sánchez, presidente de Vox en Madrid hasta que Rocío Monasterio asumió las riendas. En redes sociales, el exdirigente pedía "autocrítica", acusaba al partido de falta de "democracia interna" y pedía a Abascal la destitución de Jorge Buxadé, que ocupa la vicesecretaría de Acción Política del partido y ha acumulado poder desde su poder, encargándose también de la dirección de campaña del 28-M. "Si no, Vox desaparecerá", advertía. Tanto Sánchez del Real como el expresidente de Vox Madrid lanzaban también críticas al número dos de Abascal por "ningunear" y silenciar a la eurodiputada Mazaly Aguilar en Bruselas, donde Buxadé lidera la delegación de Vox en el Parlamento Europeo.

El partido eliminó también del Congreso a la economista Mireia Borrás y a Rubén Manso, que fue gurú del ala económico-liberal de Vox, donde Iván Espinosa de los Monteros, como portavoz económico en la Cámara Baja, era la cabeza visible. El golpe de timón hacia los postulados más proteccionistas e intervencionistas era evidente. La rueda de prensa que protagonizó el portavoz parlamentario junto a Jorge Buxadé para presentar el programa del partido en esta materia para las generales se organizó como un intento de exhibir unidad interna tras el ruido mediático por la salida de importantes cargos de las listas. E incluso en el último mitin de la campaña ambos ironizaron con la lucha abierta entre las dos almas del partido. Pero el movimiento se entendió por algunos cuadros como otro intento del vicesecretario primero de mostrar autoridad en un campo que, hasta la fecha, dominaba casi en exclusiva Espinosa de los Monteros.

Manso tampoco tardó en abrir la veda de críticas hacia Santiago Abascal y el nuevo rumbo del partido hacia el sector ultranacionalista. Lo hizo a través de una columna en Vozpópuli. "Vox no tiene futuro. Este partido del que muchos hacían una caricatura que, como toda caricatura, era injusta e hiperbólica, ha decidido parecerse a ella y no al épico retrato que algunos, como Espinosa de los Monteros, iban pintando (...). Vox será el primer partido de la derecha no convencional que fracasará en Europa por haber optado por ser lo que sus enemigos decían que era", despachaba.

Entre los diputados laminados corre un malestar enquistado por la falta de explicaciones de la cúpula sobre los motivos que le llevaron a prescindir de ellos. También han perdido el contacto con Santiago Abascal. "Nos apartaron por razones que no conocemos. El proyecto se queda cojo de gente muy buena, con ideas muy poderosas que han quedado relegadas por el avance de otros ideales, de otras personas", se quejan estas fuentes. Según los críticos, Abascal debe "encontrar los equilibrios" y "volver a la cordura y a la diversidad de criterios". Si no lo hace, advierten, "es posible que el partido caiga".

El cisma interno quedó patente en la mañana del lunes después de que Javier Ortega Smith, que también fue apartado de su cargo como secretario general y sustituido por Ignacio Garriga, publicase un mensaje en redes sociales en el que lanzaba un dardo al partido y deslizaba los motivos reales de la renuncia de Espinosa de los Monteros. "Siento mucho tu dimisión y mucho más las razones que lo provocan (...). Aunque algunos no han sabido reconocértelo, la inmensa mayoría tenemos una impagable deuda de patriotismo contigo", lanzaba, en alusión velada a la pérdida de peso orgánico del diputado.

La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros llega también después de que Vox haya perdido 19 escaños en las últimas elecciones generales. No cayó por debajo de su suelo, los 24 diputados con los que irrumpió en el Congreso en 2019, pero su retroceso, unido a los resultados insuficientes de Alberto Núñez Feijóo, frustró la posibilidad de alcanzar juntos la Moncloa. Según las fuentes consultadas, el exportavoz no hizo pública su determinación de dar un paso al lado para evitar más daños a un partido que ya caía en todas las encuestas. La gota que colmó el vaso, según estas voces, fue la falta de autocrítica interna tras los resultados.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Salvador Sas)

El partido afronta ahora una incipiente rebelión interna con un escenario de repetición electoral revoloteando en el tablero político. Hay muchas incógnitas por resolver, como el nuevo reparto de roles en el Congreso gobernado indirectamente por la mano derecha de Buxadé en la Cámara Baja, Ignacio Hoces. La marcha de Iván Espinosa de los Monteros tiene más implicaciones que la salida de Macarena Olona, ante la que el partido, incluido el empresario, cerró filas de manera férrea. Vox se asoma ahora al mal endémico que, antes o después, afecta a los grandes partidos: una crisis interna en la que cada paso puede reverberar en su futuro político más inmediato.

La renuncia de Iván Espinosa de los Monteros, uno de los perfiles con mayor peso y respeto dentro y fuera de Vox, ha prendido la mecha de una incipiente rebelión interna a la que la dirección intenta quitar peso mientras trata de unir sus filas. Salvo contadas excepciones, como la del verso suelto de Macarena Olona, la cúpula había conseguido poner coto a las tensiones derivadas del choque entre las dos corrientes que comparten espacio y siglas. Pero esta vez, las diferencias internas han salido a la superficie. El partido impermeable tiene fugas. Y las voces de alarma se multiplican mientras dirigen sus plegarias al único capaz de frenar la "deriva" en la que, a juicio de estas fuentes, se ha embarcado la formación. La línea dura, integrista y nacionalista, se ha impuesto al ala liberal. "Abascal debe reaccionar o el partido se hunde", sintetizan.

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