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Con Rocío Monasterio, en un barrio obrero: en el centro de la estrategia de Vox
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EL OTRO MADRID

Con Rocío Monasterio, en un barrio obrero: en el centro de la estrategia de Vox

El día siguiente al debate electoral, la candidata de Vox paseó por el distrito de Villaverde: lo que allí sucedió ofrece un retrato significativo del Madrid olvidado y de la posición política de su formación

Foto: Rocío Monasterio, en Villaverde. (Alberto Cuéllar)
Rocío Monasterio, en Villaverde. (Alberto Cuéllar)
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Vox está realizando una campaña bajo el radar. La gestión de sus mensajes está centralizada, han programado escasos mítines locales y su presencia en medios es pobre, algo que los de Santiago Abascal achacan a un arrinconamiento mediático intencionado. Estos comicios son complicados para su formación, por la tendencia general de regreso del voto a los grandes partidos y por la habitual fortaleza de PP y PSOE en las elecciones locales. En ese escenario difícil, Vox espera crecer a través de dos vías. La variable nacional, con la hostilidad hacia Pedro Sánchez y los socios, es la primera de ellas. Las listas de Bildu les permiten marcar una postura diferente de la del PP, como demuestran sus declaraciones afeando a Borja Sémper y a buena parte del equipo de Alberto Núñez Feijóo su falta de decisión.

Foto: Abascal, en un acto electoral de Vox en Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Esa carta, sin embargo, no es suficiente. Su segunda baza consiste en ampliar voto en territorios que sufren dificultades. El mundo rural, con una presencia en ciudades pequeñas e intermedias ligada a los problemas del campo, es un ámbito principal. El otro espacio son los deteriorados barrios populares de las grandes ciudades. Los mensajes sobre inseguridad e inmigración ilegal van destinados a ellos.

En este planteamiento, Madrid es un lugar complicado, porque la variable nacional la tiene bien cubierta Isabel Díaz Ayuso. Si bien la capital es un espacio con voto fijo para Vox, donde cuentan con una base fiel, necesitan ampliar espacios. Crecer con el discurso nacional es complicado: pueden confrontar con el PP de Feijóo, pero Ayuso es tan hostil con Sánchez como los de Abascal, y además cuenta con la Puerta del Sol. Su crecimiento en los barrios de más recursos es limitado, porque muchos de ellos votan tradicionalmente al PP y Ayuso les cierra la puerta. Los PAU, que votaron a Ciudadanos, están regresando a los populares o, en un pequeño porcentaje, al PSOE. Pero hay otra ciudad, la del Madrid olvidado, y en ella están poniendo muchos esfuerzos. Son lugares relevantes, porque suponen para Vox una apuesta de presente y otra de futuro; están pensando tanto en la corta distancia como en la larga.

Lo que escucharon era previsible: las dificultades para llegar a fin de mes y la inseguridad suponen sus principales preocupaciones

En esas zonas, Vox ha priorizado las mesas informativas y los paseos. "Hemos hecho campaña a puerta fría. Íbamos a los barrios, entrábamos en las tiendas, nos presentábamos y preguntábamos en qué les podíamos ayudar", cuentan desde el equipo de Rocío Monasterio. Lo que escucharon era previsible: las dificultades para llegar a fin de mes y la inseguridad suponen sus principales preocupaciones.

La importancia de Villaverde

La mañana posterior al debate electoral de Telemadrid, Monasterio recorrió un par de barrios del distrito madrileño de Villaverde. Es un lugar en el que se reflejan claramente algunas de las dificultades de los barrios populares: hay zonas cuyas viviendas tienen los precios más bajos de Madrid, altas tasas de absentismo y abandono escolar, problemas de inseguridad, índices de paro elevados y mayor presencia de inmigrantes. Son espacios con vitalidad, que siguen contando con orgullo de barrio, pero cuyo progreso es inexistente, y más en comparación con otros lugares de la ciudad. Es el tipo de distrito donde el discurso en el que se ha movido Vox, seguridad e inmigración, podía tener recorrido.

placeholder Monasterio se fotografía con unos vecinos durante el paseo por Villaverde. (A. C.)
Monasterio se fotografía con unos vecinos durante el paseo por Villaverde. (A. C.)

Además, y esto conviene resaltarlo, los barrios populares todavía conservan pequeños comercios y pequeñas empresas de servicios que se sienten ignorados, cuando no despreciados: a ellos no les ayuda nadie, afirman; más bien todo lo contrario. La insistencia de Vox en las pequeñas empresas y en los autónomos también puede encontrar eco en estas zonas.

En Villaverde, Más Madrid fue primera fuerza en las anteriores municipales, el PSOE en las generales y el PP en las autonómicas

Villaverde es también un distrito relevante electoralmente. Vox llegó a tener en él casi un 15% de votos, muy cerca de Podemos y del PP, en las segundas generales de 2019. En las autonómicas del 21, bajó a un 7%: Ayuso ganó también en el distrito, con 10 puntos de diferencia sobre el segundo partido, Más Madrid, y es probable que se llevase un buen puñado de votos de Vox. Es, por tanto, un lugar en el que se puede recuperar voto. Además, Villaverde ha mostrado una tendencia al cambio que aparece en otras zonas obreras: Más Madrid fue primera fuerza en las anteriores municipales, el PSOE en las generales y el PP en las autonómicas.

El paseo de Monasterio

El paseo matutino de Rocío Monasterio no fue un baño de masas, pero no dejó de acercarse gente. Tampoco generó animadversión ni rechazo. "Hace años, era más frecuente que alguien nos increpara, ahora apenas ocurre", comentaba uno de los miembros de la comitiva, integrada por tres o cuatro militantes del barrio y otros tantos del equipo de campaña.

Las conversaciones con sus simpatizantes estuvieron marcadas por argumentos esperables, en línea con el discurso de Vox: un grupo de señoras mayores explicaba que ellas bajaban al paseo por la mañana y se sentaban a charlar con las amigas, pero que por la tarde ya no salían de casa porque les daba miedo: el tipo de gente que puebla el paseo es muy distinto según las horas del día, y algunas conocidas habían sufrido robos muy agresivos; una autónoma afirmaba que lo estaba pasando mal en su negocio, hasta el punto de que la persona que tenía contratada ganaba ya más que ella; un abogado criado en el barrio explicitaba su preocupación por el cambio que había sufrido el entorno, hasta el punto de que su novia, inmigrante y también residente allí, no podía salir de casa por la noche, pero también expresaba su irritación por las condiciones económicas del turno de oficio; varios dependientes de un supermercado salieron de la tienda para contarle que el día 25 de cada mes es mejor que los mayores no vayan a comprar porque, como han cobrado la pensión, les roban a la salida.

También hubo alguna mujer que decía despertarse escuchando a Federico Jiménez Losantos, un hombre de edad madura que aseguraba haber votado a la izquierda y estar cansado de ella, e incluso un grupo de cubanos, de entre 50 y 65 años, interrumpió el debate que mantenían sobre los trámites administrativos para contraer matrimonio para saludar, pero sin mucho entusiasmo, con un tono suave que indicaba sutilmente "ya hemos hablado contigo, ahora déjanos a nuestras cosas".

La separación entre las necesidades de la gente común, la mayoritaria en España, y el discurso público se hizo muy evidente

En esas conversaciones, fueron significativas las ausencias. No se mencionaron la ley del solo sí es sí, las listas de Bildu, el deterioro institucional, ni tantas otras cosas que ocupan el debate mediático. No hubo apenas alusiones agresivas a la izquierda; más bien se ponía el acento en las cosas que les preocupaban, en sus problemas cotidianos. La separación entre la gente común, que es mayoritaria en España, y el discurso público se hizo muy evidente.

Tampoco hubo rechazo a la presencia de Vox en el barrio. El único caso, el de una mujer de mediana edad que increpó a Monasterio con "tú, que eres una rica, qué haces aquí, en un barrio obrero, debería darte vergüenza". Fue una manifestación del viejo malestar de clase, esperable en una zona popular; nadie pronunció las palabras típicas en otros espacios, fascista o racista.

Eran personas que pedían ayuda, pero sorprendía el tono de derrota con el que narraban sus experiencias

Hubo otro elemento peculiar en las charlas, una inversión de posiciones significativa. Cuando un político sale a la calle y se encuentra con sus votantes, lo usual es que en algún momento le den ánimos: "Sigue así, da caña, adelante, que vamos a ganar", ese tipo de frases alentadoras. Aquí ocurría al revés en muchas ocasiones, y era Monasterio quien insuflaba aliento a sus interlocutores: "Resiste, no te vayas del barrio" o "pelea por tu negocio". Eran personas que pedían ayuda, lo cual también es frecuente en las conversaciones con los políticos, pero sorprendía el tono de derrota con el que narraban sus experiencias.

El contexto

Mientras recorríamos los barrios, Monasterio hacía observaciones, a veces urbanísticas, a veces sociales, sobre el entorno. Y el contexto importa, porque muestra la esencia de un territorio. Muchas de las viviendas de Villaverde fueron construidas para albergar la emigración rural, en esa expansión de Madrid que se vivió en las décadas centrales del siglo pasado. Es un distrito que creció con la industria, con mucha vivienda de protección oficial, pero en el que se perciben las señales del deterioro propio del paso de los años. Han aparecido nuevas dotaciones municipales, espacios deportivos y zonas rehabilitadas, pero en muchas zonas se percibe en demasía el paso del tiempo.

placeholder Monasterio atiende a los comentarios de las vecinas de Villaverde. (A. C.)
Monasterio atiende a los comentarios de las vecinas de Villaverde. (A. C.)

En Vox, suelen decir que estos barrios están sufriendo una doble condena, la del olvido a que han estado sometidos estos años y la del abandono a sus malas condiciones presentes. Insisten en la inseguridad como uno de los factores que deberían arreglarse para que el distrito recupere su pujanza, pero también en la recuperación de los espacios comunes. Subrayan que las canchas deportivas han sido ocupadas por las bandas latinas, y que las plazas y demás lugares públicos de reunión están copados por grupos de gente, jóvenes y no tan jóvenes, con actitudes incívicas. Y eso implica la expulsión de buena parte de su población, que a partir de ciertas horas ya no se sienta en los bancos ni transita por determinados lugares.

Los barrios olvidados

El éxito o el fracaso de esta estrategia en los barrios obreros lo fijarán las elecciones próximas y las de los años venideros. Los resultados en las urnas dependen de muchos factores, y uno de ellos es que, además de poner el foco en una serie de problemas, los habitantes de esos territorios coincidan en las soluciones. La acción de Vox, no obstante, muestra la intención de ocupar un espacio propio y diferencial en los barrios populares, lo cual es significativo en términos políticos. El hecho mismo de incidir en ellos es ya relevante, porque permite constatar fracturas en la sociedad española.

Lo que separa Villaverde del centro de Madrid lleva mucho más tiempo recorrerlo que lo que se tarda en el trayecto en metro hasta Sol

En la oferta electoral, es evidente. Las propuestas de Ayuso, las del Madrid bullicioso, en crecimiento y siempre abierto del centro de la ciudad, suenan bien a las clases medias altas; Lobato insiste en las medias, y mira de reojo a los PAU, su público preferido; Más Madrid pone el acento en la sanidad, pero también en el feminismo y la ecología; Podemos hace más o menos lo mismo, pero con una carga de mayor intensidad en asuntos como los servicios públicos. Pero esto no es suficiente para distritos como el de Villaverde, cuya distancia con el centro de Madrid o con los barrios del norte es mucho mayor que la que marca un mapa.

Lo que los separa lleva mucho más tiempo recorrerlo que lo que se tarda en el trayecto en metro o en el tren hasta el centro de la ciudad. Los índices de paro, de absentismo y de abandono escolar y de okupación de Villaverde, como los de otros barrios del sur, son bastante más elevados que los del resto de Madrid. La seguridad aquí es un problema percibido por sus habitantes, como ocurre en otras zonas populares de España, y todas las fuerzas políticas que quieren ganar poder municipal hablan de ella: incluso Rufián puso el énfasis en el asunto durante su campaña en Santa Coloma. Solo cuando los problemas de seguridad se trasladan a los espacios céntricos de la ciudad parecen tratarse como un tema común, como es el caso de Barcelona.

Se corre el riesgo, cuando se insiste tanto en brechas como las generacionales, de olvidar que la distancia social está aumentando, que existen velocidades distintas en las ciudades, que hay zonas que están sufriendo las crisis con mucha mayor profundidad que otras, que hay partes de la sociedad para las que los problemas usuales se multiplican. Hablar de placas solares y de coches eléctricos, del Madrid de los musicales y los museos, ese que nunca cierra, o del esfuerzo personal como motor del éxito profesional suena raro dicho en estos territorios. La movilidad a través de la educación es una suerte de brindis al sol cuando faltan las condiciones para hacerla posible: en uno de los barrios de Villaverde, los adolescentes aspiraban en 2019 a ser cajeros de Mercadona.

En este contexto, es natural que los deseos de los habitantes de estos territorios, que conforman una parte sustancial de la población española, tengan que ver con una mejor atención sanitaria, pero sobre todo con que el fin de mes de su cuenta bancaria no se produzca el día 20, que sus posibilidades laborales mejoren y que su vida cotidiana sea más tranquila. Quieren mejorar sus recursos y que sus barrios sean lugares en los que vivir, no de los que salir. Estas aspiraciones apenas han estado presentes en la campaña madrileña y el debate televisado fue un buen ejemplo.

La estrategia de fondo

Monasterio ha puesto el foco en estos barrios porque cree que en ellos Vox puede crecer porque exhibe un perfil distintivo. Una de las frases que más repitió Monasterio durante el trayecto es "nosotros contamos lo que nadie cuenta". Su oferta, que se asienta en el combate contra la inseguridad, la inmigración ilegal y la rebaja de impuestos, puede sonar bien a partes de la población y mal a otras, pero lo cierto es que, al insistir en las zonas populares, trae de nuevo a la mesa los problemas de clase. Tiene sentido, ya que forma parte de una pelea de más largo aliento, de una estrategia a medio plazo, que entronca bien con el auge de las derechas populistas occidentales, con esas que crecieron en zonas en declive de Francia, Reino Unido o Estados Unidos, entre otras.

Las tesis de Monasterio son significativas, ya que van más allá de unas elecciones en concreto. Desde su perspectiva, ciudades como Madrid no se encaminan a convertirse en París o Bruselas, con barrios como Saint Denis o Molenbeek. Nuestro futuro se acerca al esquema latinoamericano, con algunas zonas seguras en el centro de la ciudad, urbanizaciones a las que escapan las personas con recursos y barrios populares deteriorados en los que crecen las bandas. Ese reparto geográfico y de recursos tiene un potencial explosivo. Por lo tanto, la desigualdad es un problema que debe combatir la derecha, "porque, si no, allí crecerán las izquierdas".

Puede parecer una obviedad, pero no se está refiriendo a que el PSOE o Sumar consigan votos, sino que de esos contextos surgen los Petro o Boric. La experiencia chilena la tiene muy presente, ya que las élites del país creían que todo iba bien, las cifras macro les tranquilizaban y de pronto se encontraron con un estallido social. No lo vieron venir porque ignoraron los efectos acumulativos de la desigualdad. La derecha, según Monasterio, tiene que poner el acento en estas zonas, ya que van a ser muy relevantes para el futuro político español, se decanten por un camino ideológico u otro. Si juzgamos por los movimientos en países de nuestro entorno, sus conclusiones no son desacertadas.

Vox está realizando una campaña bajo el radar. La gestión de sus mensajes está centralizada, han programado escasos mítines locales y su presencia en medios es pobre, algo que los de Santiago Abascal achacan a un arrinconamiento mediático intencionado. Estos comicios son complicados para su formación, por la tendencia general de regreso del voto a los grandes partidos y por la habitual fortaleza de PP y PSOE en las elecciones locales. En ese escenario difícil, Vox espera crecer a través de dos vías. La variable nacional, con la hostilidad hacia Pedro Sánchez y los socios, es la primera de ellas. Las listas de Bildu les permiten marcar una postura diferente de la del PP, como demuestran sus declaraciones afeando a Borja Sémper y a buena parte del equipo de Alberto Núñez Feijóo su falta de decisión.

Vox Elecciones municipales y autonómicas Rocío Monasterio
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