Las dos caras frente al espionaje de Marruecos: de la firmeza de Macron a la endeblez de Sánchez

Emmanuel Macron, el presidente de Francia, supo en julio de 2021 que él y gran parte de su Gobierno habían sido espiados por Marruecos con el programa malicioso Pegasus fabricado por la empresa israelí NSO, según reveló el consorcio Forbidden Stories del que forman parte 17 grandes medios de comunicación.

Macron llamó entonces al rey Mohamed VI de Marruecos para pedirle explicaciones y, como este lo negó todo, el presidente se enfadó y acabó “faltando al respeto” a su interlocutor, según reveló en mayo el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun, que mantiene una estrecha relación con el palacio real alauí.

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Desde entonces, hay una tensión persistente entre Francia y Marruecos agravada por discrepancias sobre el Sáhara Occidental. Por eso, Macron no recibió a Mohamed VI cuando, el año pasado, pasó cuatro meses de vacaciones en París y ni siquiera le llamó por teléfono para interesarse por su salud cuando la Casa Real informó, en junio de 2022, que el soberano padecía covid. Guardó entonces reposo en su castillo de Betz, al noreste de París.

El presidente Pedro Sánchez fue espiado durante 14 meses con Pegasus, según revela el auto del juez José Luis Calama que, el mes pasado, archivó la denuncia del Gobierno español formulada en abril de 2022 en la Audiencia Nacional. Además del móvil del presidente, también fueron pirateados los de dos de sus ministros de Defensa e Interior. El del titular de Agricultura padeció también un ataque que, aparentemente, no prosperó.

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Pese a todo ello, Sánchez no alteró sus planes de reconciliación con Marruecos, puestos de manifiesto por su cambio de postura sobre el Sáhara Occidental, ni protestó por el espionaje. A principios de febrero pasado, se celebró en Rabat la cumbre entre los gobiernos de ambos países, pero esa cita no incitó a Mohamed VI a interrumpir sus vacaciones en Pointe-Denis (Gabón) para recibir en audiencia al jefe del Ejecutivo español. Fue la primera vez que, con motivo de una cumbre, el monarca no se reunió con el presidente del Gobierno español.

No hay dudas de que el Gobierno español fue espiado por el vecino marroquí. Lo reveló, entre otras, la exministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, en una entrevista, en junio de 2022, con El Periódico de España. Lo confirma también implícitamente al auto del magistrado Calama. Señala, por ejemplo, que el dispositivo de Sánchez sufrió su mayor hackeo el 19 de mayo de 2021, al día siguiente de la entrada masiva de más de 10.000 inmigrantes en Ceuta, la quinta parte menores de edad, alentados por las fuerzas de seguridad de Marruecos, según los informes del CNI desvelados por el diario El País.

El auto revela, además, que los móviles de los ministros de Defensa e Interior españoles fueron atacados a partir de una cuenta de Gmail que meses antes también sirvió para infiltrar los teléfonos de la francesa Claude Mangin, esposa del intelectual saharaui Naâme Asfari, condenado a 30 años; de Omar Mansour, representante del Frente Polisario en Bruselas, y de Hicham Mansouri, periodista marroquí exiliado en París. Sus dispositivos fueron analizados por el laboratorio de ciberseguridad de Amnistía Internacional en Berlín.

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Nada ha perturbado a Sánchez en su empeño reconciliador con Marruecos que apenas ha dado frutos a España. No se han abierto, por ejemplo, aduanas en Ceuta y Melilla como él mismo anunció el 7 de abril de 2022 en Rabat. Con sus vacaciones en Marrakech, el presidente va aún más lejos. Se implica personalmente, junto con su familia, en mostrar su afecto por un país cuyos servicios secretos han violado su intimidad en al menos cuatro ocasiones. Su móvil fue infectado cuatro veces en 14 meses, según el auto de la Audiencia Nacional.

Macron levantó también la voz con Israel, cuyo Ministerio de Defensa debe autorizar a NSO a exportar su malware Pegasus a potencias extranjeras. Suspendió la cooperación en materia de inteligencia con Israel que le dio entonces todo tipo de explicaciones. Desde julio a diciembre de 2021, pasaron por París los ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores israelíes y el consejero de Seguridad Nacional del entonces primer ministro Yair Lapid.

El Gobierno español podía haber denunciado en la Audiencia Nacional a NSO, fabricante de Pegasus, la herramienta que sirvió para espiarle. No solo no lo hizo, sino que no protestó ante las autoridades israelíes, según fuentes diplomáticas de ese país, ni respaldó al juez Calama cuando, en repetidas ocasiones, solicitó llevar a cabo una comisión rogatoria en Israel.

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En su auto, el magistrado Calama insta al Ejecutivo de Sánchez a recurrir a la “vía diplomática” para “impulsar el cumplimiento de las obligaciones derivadas de los tratados internacionales”, entre las que figura facilitar las comisiones rogatorias. El Gobierno español no ha tenido, por ahora, en cuenta la petición formulada por Calama.

Desde que puso pie en Marrakech, el martes a mediodía, Sánchez ha dado un salto cualitativo en su apuesta por Marruecos. Llama la atención, pero no sorprende del todo. Hay precedentes. El presidente justificó, por ejemplo, el 19 de enero en Barcelona, que los eurodiputados socialistas españoles hubieran votado ese mismo día en el Parlamento Europeo contra una resolución que pedía un juicio justo para tres influyentes periodistas marroquíes encarcelados. La resolución fue aprobada por una holgada mayoría que incluía a todos los socialistas europeos, excepto a los españoles.

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Desde un punto de vista político, la apuesta veraniega de Sánchez en Marruecos puede salirle relativamente bien si, como especula la prensa marroquí, concluye su viaje en Tetuán y es recibido por el rey, que pasa sus vacaciones a pocos kilómetros de esa ciudad, donde celebró, a finales de julio, la Fiesta del Trono. Por Marruecos han pasado, desde principios de año, los primeros ministros de los Países Bajos y de Austria, la reina Máxima, la esposa de Joe Biden, y Mohamed VI no ha concedido audiencia a ninguno de ellos. ¿Hará ahora una excepción con Sánchez?

Preguntada sobre si la visita de Sánchez concluirá en la antigua capital del Protectorado español en Marruecos, la Moncloa no responde alegando “motivos de seguridad”. Marruecos es un país muy seguro y más aún cuando recibe a un huésped extranjero, aunque sea en visita privada.