Sánchez deja en manos de Patxi López negociar la presidencia del Congreso, que el PP ansía

Pedro Sánchez tendrá que encontrar la salida del laberinto emanado de las urnas el 23-J para poder gobernar, pero ya hay una primera parada, una toma de contacto no exenta de riesgos que será crucial para dirimir quién se hace con las llaves del Congreso de los Diputados en la XV Legislatura. La Cámara Baja debe constituirse el próximo 17 de agosto, por lo que las 11 formaciones y coaliciones con representación parlamentaria tienen escasas semanas para negociar la composición del órgano de gobierno, la Mesa, así como para decidir quién debe presidirla. Los movimientos ya han comenzado.

Fuentes socialistas aseguran que Sánchez ha delegado estas conversaciones en el hasta ahora portavoz socialista, Patxi López, que ya presidió la Cámara en la legislatura fallida de 2016. López será quien tome el pulso a las formaciones independentistas y nacionalistas que les son indispensables para tener opción de revalidar el Gobierno, pero también para hacerse con las riendas del Congreso. Intentará forjar acuerdos para que el bloque de PSOE y Sumar (153 escaños) cuente con los 19 escaños de ERC, Bildu, PNV y BNG, para sumar más que el bloque de PP y Vox (169). El papel de Junts per Catalunya (siete diputados) aún está por definir. En cualquier caso, entre otras funciones, el presidente interpreta el reglamento, está al frente del pleno, así como de las reuniones de la Mesa y de la Junta de Portavoces, y ostenta un papel crucial para gestionar la marcha de la actividad parlamentaria.

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Si López logra forjar una nueva alianza, la nueva aritmética parlamentaria permitiría al PSOE acariciar la presidencia del Congreso, y previsiblemente también distribuiría las cuatro vicepresidencias y las cuatro secretarías entre los dos bloques, dos y dos para la izquierda, y las otras dos vicepresidencias y secretarías para la derecha. En la última legislatura, PSOE y Unidas Podemos controlaban seis de los nueve asientos, el PP dos y Vox, solo uno.

El primer choque puede darse, sin embargo, cuando el PP transmita a Sánchez su deseo de presidir la Cámara, toda vez que fue la fuerza más votada en las elecciones generales. Fuentes de Génova reconocen esta voluntad, si bien dicen que aún no han mantenido contactos con el PSOE ni con Vox para abordarla.

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El calendario es endiablado, pero la primera pantalla a superar es precisamente la sesión constitutiva. La presidirá el diputado electo de mayor edad, asistido por los dos parlamentarios más jóvenes. El reglamento especifica que, para elegir al presidente, cada diputado escribirá un nombre en la papeleta, que será introducida en la urna, y, por tanto, el voto será secreto. Resultará elegido quien obtenga la mayoría absoluta en una primera votación; de ser necesaria una segunda vuelta, solo podrán apostar por uno de los dos parlamentarios electos más votados anteriormente, y resultará elegido el que logre más votos.

Los cuatro vicepresidentes se elegirán simultáneamente, escribiendo un único nombre en la papeleta. Serán designados los cuatro más votados, y el proceso se repetirá con los secretarios. Por eso es fundamental, dado el equilibrio surgido del 23-J, concentrar el voto.

Si ninguno es investido, habrá elecciones tres meses y medio después del primer intento

La segunda pantalla, aún más importante, pero más lejana en el tiempo, llegará inmediatamente después de la sesión constitutiva. Alberto Núñez Feijóo, ganador de las elecciones, pero incapaz de sumar con Vox y otros partidos, trasladará a Felipe VI su voluntad de presentarse a una investidura que se anticipa fallida. No hay un intervalo temporal tasado para que el jefe del Estado traslade su propuesta de candidato al presidente del Congreso, ni tampoco para que este fije la fecha del pleno. Podría celebrarse en la última semana de agosto o ya al arranque de septiembre.

Esta fecha sí es importante porque, superada una primera sesión en la que no obtenga mayoría absoluta (176 escaños), 48 horas después se celebrará una segunda sesión, en la que le bastará contar con más síes que noes, algo que tampoco se antoja posible en este caso. De no lograr la confianza de la Cámara, empezará a correr el plazo de dos meses, en los que el mismo u otros candidatos podrán volver a postularse, a propuesta del Rey. Y si ninguno de ellos puede formar Gobierno, el presidente del Congreso someterá a la firma del monarca el decreto de disolución de las Cortes: 47 días después, se celebrarán nuevas elecciones.

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De cumplirse el guion previsto por Feijóo, y en el caso de que Sánchez se presente, pero tampoco logre unos apoyos que se aventuran difíciles de obtener —es necesaria la abstención de Junts—, se celebrarán unas nuevas elecciones generales tres meses y medio después de la investidura fallida. Feijóo y Sánchez tienen en su mano activar el cronómetro que, si no pueden detener, desembocará en una nueva cita con las urnas a finales de año, o al arranque de 2024.