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Las claves de la remontada de Sánchez: el PSC, Vox y el tiralíneas con Sumar
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ELECCIONES GENERALES 23-J

Las claves de la remontada de Sánchez: el PSC, Vox y el tiralíneas con Sumar

Por territorios, la remontada tiene un claro sello los socialistas catalanes, pero también de la resistencia mostrada en Andalucía, Comunidad Valenciana o Madrid, así como en las provincias pequeñas donde empatan a dos escaños con el PP

Foto: El presidente en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a la presidenta del partido, Cristina Narbona, antes de la ejecutiva celebrada este lunes en Ferraz. (REUTERS/Juan Medina)
El presidente en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a la presidenta del partido, Cristina Narbona, antes de la ejecutiva celebrada este lunes en Ferraz. (REUTERS/Juan Medina)
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El PSOE centró el esprint final de campaña en pelear los escaños en juego con el PP en provincias pequeñas, en repartirse papeles con Sumar para maximizar la conversión de votos en escaños y permear más allá de bloque progresista, desde el electorado más de izquierda al más templado que rechazaba una alternativa con protagonismo de Vox, y en erigirse como dique de contención frente a la ultraderecha recibiendo voto útil hasta del bloque nacionalista e independentista. Una estrategia que se tradujo en una remontada contra el pronóstico de las encuestas, hasta el punto de que los socialistas no solo evitaron la suma de PP y Vox, sino que crecieron en votos y escaños. Por territorios, las provincias pequeñas han marcado la diferencia al lograr los socialistas firmar un empate dos a dos con el PP en una buena parte de ellas, atajando así distancias con los populares. Sánchez viró su estrategia para pelear estos escaños sobre el territorio, palmo a palmo, improvisando mítines y volcando en este electorado la publicidad programática en redes sociales.

Por territorios, la remontada tiene un claro sello del PSC, pero también de la resistencia mostrada en Andalucía o, incluso, Madrid. La subida de un escaño en la circunscripción madrileña contrasta con la pérdida de Feijóo den 160.000 votos frente al 28-M. En Aragón, los socialistas obtienen también 25.000 votos más que en las pasadas municipales y autonómicas. En Extremadura se ha frenado también la tendencia de cambio tras el 28-M, lo que en Ferraz leen como una reacción a los pactos autonómicos entre la derecha.

Foto: Celebración de Alberto Núñez Feijóo tras conocer el resultado de las elecciones. (Reuters/Juan Medina)

El voto prestado al PSOE proviene asimismo de formaciones nacionalistas e independentistas. Principalmente en Cataluña, donde el PSC arrasa como primera fuerza, pasando de 12 a 19 diputados, mientras que ERC pierde seis y JxCAT, uno. En Euskadi, el PSOE también gana las elecciones en votos, aun con un triple empate en escaños con PNV y EH Bildu, y en Navarra crece un diputado para ser primera fuerza, con dos representantes.

En la noche del 23-J volvieron los gritos de júbilo al caserón del centro de Sevilla donde los socialistas andaluces tienen su cuartel general. El PSOE perdió las elecciones generales en la comunidad más poblada del país, se dejó cuatro escaños y sólo fue capaz de imponerse en su bastión sevillano. El partido que dirige Juan Espadas superó los 1,4 millones de votos tras lograr la ansiada movilización de ese medio millón de votantes que ha sido clave para la resistencia del PSOE a nivel nacional.

El crecimiento de los socialistas ha sido clave también para explicar el frenazo del PP andaluz, que se ha quedado con 25 escaños por los 21 del PSOE en Andalucía. Esto se entiende muy bien si se mira el número de sufragios que logran los populares andaluces. El PP gana en Andalucía con 1,58 millones de votos, mil papeletas menos que la que consiguió Juanma Moreno en las autonómicas de hace año y medio. La diferencia está en el dato del PSOE, que hace solo un año se quedó en 888.000 votos y en las municipales del 28 de mayo creció hasta los 1,3 millones de votos.

Foto: El líder del PP, Feijóo, en el balcón de Génova junto a la secretaria general, Gamarra, y la presidenta de la comunidad, Ayuso (EFE/Javier Lizón)


El aumento de los apoyos que consigue el PSOE deja la brecha entre los dos grandes partidos en 120.000 votos y menos de 3 puntos porcentuales. En junio de 2019 fueron 7000.000 votos y casi 20 puntos de diferencia. Estos datos apuntan a que el éxito de los socialistas está en la activación de un voto que no se siente apelado por las autonómicas pero sí se levanta a votar en las generales. En la dirección del PSOE andaluz comentaban en la noche electoral esa idea al tener en cuenta que la participación en Andalucía creció en más de 3 puntos respecto a 2019. “Los votantes del PP están ya todos movilizados, ese aumento tenía que ser nuestro”, decía un dirigente socialista.

El balón de oxÍgeno para Pedro Sánchez tiene un efecto colateral en la mayor federación del PSOE, ya que la figura de Juan Espadas sale reforzada a pesar de la derrota. Los socialistas solo se han impuesto en la provincia de Sevilla, donde la cabeza de lista era María Jesús Montero. La ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE se echó el peso de la campaña andaluza sobre sus espaldas, con la ayuda de la nueva estrella del partido, José Luis Rodríguez Zapatero. “Para que al PSOE de España le vaya bien, el PSOE andaluz tiene que tirar”, gritaba eufórico Espadas en la noche electoral.

En el PP andaluz los mensajes de prudencia comenzaron a media tarde. Se daba por hecha la victoria, pero no por goleada. No hubo efecto Andalucía, que es como el propio Alberto Núñez Feijóo bautizó el fenómeno que se produjo en las autonómicas, cuando Juanma Moreno fue percibido como la opción útil para evitar la entrada de Vox en el Gobierno. El PSOE andaluz comenzó la precampaña avisando a Ferraz de que azuzar el miedo a Vox no era útil, pero los pactos autonómicos y municipales entre el PP y el partido de Santiago Abascal provocaron un cambio a mitad del partido. “La situación es distinta, ahora ya se ven los efectos de los pactos”, apuntaba una fuente socialista días antes de las votaciones.

Foto: El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez (2d), durante la noche electoral en Ferraz. (EFE/Rodrigo Jiménez)

En la Comunidad Valenciana, el Partido Popular (13 diputados) ha recuperado la primera plaza al absorber los dos escaños que cosechó Ciudadanos en 2019 y sumar, también dos actas que arrebata a Vox. Los conservadores arrebatan un quinto diputado a la izquierda, pese a que los socialistas (11) no solamente han resistido sino que ganan un acta.

El PSOE ha estado haciendo campaña en clave territorial de forma intensa en un proceso muy contaminado por el relevo de poder en la Generalitat.
La cabeza de lista por Valencia, la ministra en funciones Diana Morant, ha protagonizado actos acompañada de Ximo Puig, que no ha dado pie a especulaciones sobre una actitud de 'brazos caídos' pese que en el PSPV han hecho responsable al desgaste de Pedro Sánchez de la derrota del 28M. También el exministro José Luis Ábalos, número dos por Valencia, ha estado muy activo. El PSOE ha ganado un escaño por esta circunscripción.

La cita era una prueba de la consolidación de la sigla popular en la autonomía tras el cambio político del pasado 28 de mayo que llevó a Carlos Mazón a la Generalitat. Así ha sido, aunque con apenas dos puntos de distancia con respecto al PSOE y con Vox prácticamente empatado con Sumar.
De hecho, la derecha gana cómodamente en las provincias de Alicante y Castellón, pero el PP lo hace a costa de Vox y los viejos votantes de Ciudadanos, por lo que la contribución a la victoria de Feijóo es menos contundente de lo esperado.

En la provincia de Valencia, los populares gana dos actas y los socialistas una. Pero Sumar (3) queda por delante de vox (2), por lo que bloques de izquierda y derecha empatan a ocho escaños. Sumar se estrenaba en la convocatoria electoral con un escaño por Alicante y tres por Valencia, lo que permite a Compromís duplicar sus representantes en el Congreso.

El PSOE centró el esprint final de campaña en pelear los escaños en juego con el PP en provincias pequeñas, en repartirse papeles con Sumar para maximizar la conversión de votos en escaños y permear más allá de bloque progresista, desde el electorado más de izquierda al más templado que rechazaba una alternativa con protagonismo de Vox, y en erigirse como dique de contención frente a la ultraderecha recibiendo voto útil hasta del bloque nacionalista e independentista. Una estrategia que se tradujo en una remontada contra el pronóstico de las encuestas, hasta el punto de que los socialistas no solo evitaron la suma de PP y Vox, sino que crecieron en votos y escaños. Por territorios, las provincias pequeñas han marcado la diferencia al lograr los socialistas firmar un empate dos a dos con el PP en una buena parte de ellas, atajando así distancias con los populares. Sánchez viró su estrategia para pelear estos escaños sobre el territorio, palmo a palmo, improvisando mítines y volcando en este electorado la publicidad programática en redes sociales.

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