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Sánchez resurge por el voto útil frente a Vox y blinda su liderazgo en el PSOE
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ELECCIONES GENERALES 23-J

Sánchez resurge por el voto útil frente a Vox y blinda su liderazgo en el PSOE

El líder de los socialistas refuerza su liderazgo a lomos de un resultado con el que no solo resiste y bloquea un cambio de Gobierno, sino que crece en votos y escaños. Su gesta frena cualquier movimiento interno

Foto: El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez (2d), durante la noche electoral en Ferraz. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez (2d), durante la noche electoral en Ferraz. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Pedro Sánchez escribió este 23-J el epílogo a su autobiografía política, Manual de Resistencia. Contra todo pronóstico o "contra pronósticos interesados", como deslizaban en su equipo durante los últimos días de campaña, el líder de los socialistas cumplió el objetivo de evitar una alternativa de gobierno entre PP y Vox. La opción prevista por la mayoría de encuestas, incluidas las publicadas al cierre de las urnas. Sánchez se apuntó el "fracaso" del "bloque involucionista" con un tono triunfalista en la noche electoral, subido a un improvisado escenario en la sede de Ferraz. Su investidura queda en manos del bloque nacionalista e independentista, con la necesidad del apoyo de ERC, EH Bildu, PNV y BNG, y la abstención del partido de Carles Puigdemont, JxCAT. Sin embargo, la resistencia de Sánchez blinda su liderazgo en el partido y le deja manos libres para negociar cualquier tipo de pacto. Sin las presiones que recibió en 2016, hasta torcerle el brazo con su salida de la secretaría general, para forzar una abstención técnica de los socialistas que permitiese gobernar al PP.

El líder de los socialistas refuerza su liderazgo a lomos de un resultado con el que no solo resiste y bloquea un cambio de Gobierno, sino que crece en votos y escaños. Cuatro puntos más que en las últimas elecciones y ganando dos escaños, hasta situarse en 122. Todo ello, empujado por el voto útil que ha movilizado el mensaje del miedo a Vox. Sánchez, con el mensaje de erigirse en el dique de contención frente a la entrada de la ultraderecha en un Ejecutivo liderado por Alberto Núñez Feijóo, ha crecido a costa del espacio a su izquierda, que retrocede siete escaños, pero también con voto prestado de formaciones nacionalistas e independentistas. Principalmente en Cataluña, donde el PSC arrasa como primera fuerza, pasando de 12 a 19 diputados, mientras que ERC pierde seis y JxCAT, uno.

Foto: Pedro Sánchez se dirige a los votantes del PSOE concentrados en la sede de Ferraz, Madrid. (Reuters/Nacho Doce)

En Euskadi, el PSOE también gana las elecciones en votos, aun con un triple empate en escaños con PNV y EH Bildu, y en Navarra crece un diputado para ser primera fuerza, con dos representantes. Los socialistas aguantan en otros territorios clave como Andalucía, donde los populares obtienen 25 escaños, frente a 21 de los socialistas, lejos del tsunami azul previsto tras el 28-M y ganando en Sevilla, o como en Madrid, donde arañan un diputado más, hasta los 11. Tampoco son pocas las circunscripciones pequeñas donde los socialistas logran firmar un empate a dos escaños con el PP, que les ha permitido equilibrar el peso de los bloques. En el esprint final de campaña, los socialistas miraron también al votante del PP "avergonzado" por sus pactos con Vox en comunidades autónomas que habrían espantado a su electorado más moderado.

La gesta de Sánchez volteando las encuestas, cuando tras las elecciones del 28-M no eran pocos los líderes territoriales que pensaban en el día después del 23-J en clave de sucesión, frena cualquier movimiento interno. Si Sánchez logra ser investido, tendrá asegurada su continuidad como líder del partido al menos una legislatura más. Si se produce un bloqueo, ante el previsible enroque del partido de Puigdemont, que mantiene el precio imposible de "amnistía e independencia", Sánchez volverá a ser candidato y su futuro político se decidirá tras volver a echar las cartas.

La baza de Feijóo para forzar una suerte de rebelión interna en el PSOE, presionando a los barones con el objetivo de que plateen una abstención para dejar gobernar a la lista más votada, se disipó por completo con los resultados de este 23-J. Sánchez se ha empoderado todavía más de lo que lo estaba y tanto su dirección como su grupo parlamentario están perfectamente cohesionados.

Foto: Míriam Nogueras, con la cúpula de JxCAT en la noche electoral. (EFE/Enric Fontcuberta)
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En lugar de aparecer fisuras ante un descalabro electoral como el de las municipales y autonómicas, el actual PSOE sale reforzado y acorazado frente a cualquier corriente crítica. Ya para sortear hipotéticas fracturas, Sánchez confeccionó unas listas electorales con personas de su total confianza. Un blindaje mucho mayor que en las elecciones de 2019. De hecho, en esta ocasión, Ferraz optó por imponer a sus candidatos en varias listas, tanto de territorios liderados por barones críticos como por afines.

Los estatutos confieren además a Sánchez un doble blindaje para decidir los pasos a dar a partir de ahora. En el 39º Congreso Federal, celebrado en 2017, se estableció como "obligatoria y vinculante" una consulta a la militancia sobre "los acuerdos de gobierno en los que sea parte el PSOE, sobre el sentido del voto en sesiones de investidura que supongan facilitar el gobierno a otro partido político y para decidir, en su caso, la revocación de los/as secretarios/as generales". Este mismo precepto volvió a ratificarse, en los mismos términos, en el 40º Congreso Federal, de 2021. Así consta en el artículo 348 del texto aprobado en el último congreso. Este blindaje hace casi imposible que se repita la abstención de 2016 que ahora reclama Feijóo para sacar a Vox de la ecuación. La militancia de los partidos tiene posiciones ideológicas más férreas que las de los votantes y, habitualmente, que la dirección de sus partidos.

Sánchez mejora los resultados de su partido el 28-M en varios territorios y apuntala su liderazgo en un partido donde la única voz crítica con poder institucional es la del castellano-manchego Emiliano García-Page. La campaña electoral del 23-J, con un fuerte protagonismo de José Luis Rodríguez Zapatero, en contraste con Felipe González, sometido a presiones en privado y públicas para que lanzase un mensaje de apoyo que nunca llegó, hace presagiar también que en el PSOE no habrá una única vieja guardia alejada de la actual dirección. Tras echarse la campaña del 23-J a sus espaldas cuando el partido más lo necesitaba por sus malas expectativas, Zapatero emerge con una mayor legitimidad ganada a pulso. Al menos, entre los militantes, siempre más escorados ideológicamente que los votantes.

Foto: Feijóo comparece en el balcón de Génova tras conocer el resultado del 23-J. (REUTERS/Juan Medina)

Zapatero aseguró durante la campaña que "el PSOE está extraordinariamente unido en torno al liderazgo del presidente Sánchez". Un posicionamiento que coincidió con el impulso de diversos manifiestos de exdirigentes y excargos institucionales del PSOE en diferentes federaciones para respaldar la acción del Gobierno. El último, con el título de Votar al PSOE, lo suscribieron exministros socialistas tanto con Zapatero como con Felipe González, entre los que se encuentran José Bono, Ramón Jáuregui, Joaquín Almunia, Matilde Fernández, Javier Solana, Mercedes Cabrera, José María Maravall, Carlos Solchaga o Ángeles González-Sinde.

Este último manifiesto mantiene posiciones más ecuánimes, aunque otros previos tienen una orientación más clara en clave orgánica, como el titulado El socialismo más veterano de Madrid, con Pedro Sánchez, o el lanzado previamente por exdirigentes andaluces contra la "satanización" del presidente del Gobierno. En la recta final de la campaña, los veteranos del PSOE-M celebraron en Ferraz un acto de apoyo a Sánchez, protagonizado por el exalcalde de Madrid Juan Barranco, en el que recalcaron que, a diferencia de otros compañeros socialistas, no son de "la cofradía del santo reproche". "Nosotros no pertenecemos a la cofradía del santo reproche, pertenecemos a la cultura del PSOE, a la defensa de los mejores valores socialistas", insistió Barranco, en declaraciones recogidas por EFE, en alusión a excargos socialistas críticos con el PSOE de Sánchez.

Sin reproches y más legitimado que nunca, Sánchez resurge este 23-J y blinda su liderazgo. Sobre la épica, a la que ya recurrió en los últimos mítines, y que apuntó de forma premonitoria en el cierre de campaña: "Nos caímos, nos levantamos, pedaleamos contra reloj, subimos todos los puertos inimaginables" y ahora "nos quedan unos metros para el esprint final".

Pedro Sánchez escribió este 23-J el epílogo a su autobiografía política, Manual de Resistencia. Contra todo pronóstico o "contra pronósticos interesados", como deslizaban en su equipo durante los últimos días de campaña, el líder de los socialistas cumplió el objetivo de evitar una alternativa de gobierno entre PP y Vox. La opción prevista por la mayoría de encuestas, incluidas las publicadas al cierre de las urnas. Sánchez se apuntó el "fracaso" del "bloque involucionista" con un tono triunfalista en la noche electoral, subido a un improvisado escenario en la sede de Ferraz. Su investidura queda en manos del bloque nacionalista e independentista, con la necesidad del apoyo de ERC, EH Bildu, PNV y BNG, y la abstención del partido de Carles Puigdemont, JxCAT. Sin embargo, la resistencia de Sánchez blinda su liderazgo en el partido y le deja manos libres para negociar cualquier tipo de pacto. Sin las presiones que recibió en 2016, hasta torcerle el brazo con su salida de la secretaría general, para forzar una abstención técnica de los socialistas que permitiese gobernar al PP.

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