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El PSOE asume que el rechazo a Sánchez va en aumento y el PP aspira a gobernar solo sin Vox
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Balance a mitad de campaña

El PSOE asume que el rechazo a Sánchez va en aumento y el PP aspira a gobernar solo sin Vox

El cara a cara fue un punto de inflexión en los dos partidos, que dan por finalizada la campaña a falta de una semana. Los socialistas rezan para mantenerse en los cien escaños y los populares fantasean con sobrepasar los 160

Foto: Pedro Sánchez en el cara a cara. (Reuters/Juan Medina)
Pedro Sánchez en el cara a cara. (Reuters/Juan Medina)
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"¿En su entorno todo el mundo le dice la verdad?". La pregunta se la hizo la periodista Àngels Barceló a Pedro Sánchez tras el cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. El presidente respondió con un "creo que sí". Si la respuesta la hubieran tenido que dar desde el PSOE, el "no" hubiera sido rotundo. El socialismo llega con los brazos caídos al ecuador de la campaña. La "paliza" del líder del PP a Sánchez en el debate fue la puntilla, según fuentes socialistas, de una campaña "errática y personalista" que les ha condenado a centrar las expectativas del 23-J en medir la dimensión de la derrota. "No se da cuenta de que el problema no son las siglas, el problema es él", reflexionan desde las baronías donde la vista está puesta en el día después de las elecciones. "Sánchez no quiere que le digan la verdad", sentencian.

El PSOE solo aspira a que en los próximos siete días la brecha no sea mayor. Mantener la barrera psicológica de los cien escaños es una prioridad. Si hace unos días Moncloa situaba la cifra para blindar a Sánchez en 110 diputados, ahora rebajan la autoexigencia. El debate evidenció el final de un líder, o al menos así se ha interpretado en las filas socialistas. La mayoría, incluidos los ministros, ven imposible la remontada que hasta ayer mismo el presidente insistía en promocionar. "¿Remontar, con qué campaña?", lamenta uno de los barones críticos, que afea al presidente que se haya encastillado, "una vez más", en su forma "egoísta" de entender la política y haya prescindido de los mítines. En los territorios reconocen que no hay movilización y ponen el acento en que el pronóstico es que haya menor participación que en las anteriores citas. ¿El motivo? "La izquierda se va a quedar en su casa", vaticina un veterano socialista.

Foto: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, durante el cara a cara en Atresmedia. (EFE/Juanjo Martín)
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Los datos del penúltimo CIS de Félix Tezanos, previo al debate, ahondan en esta previsión, ya que señala que más de 800.000 votantes socialistas se declaran indecisos a una semana de la cita con las urnas. La fidelización del electorado ha ido retrocediendo. Desde el anuncio del adelanto electoral, ha caído casi dos puntos al situarse del 65 al 63 por ciento. La transferencia a la plataforma de Yolanda Díaz está ya en casi 600.000 votos, según el citado sondeo.

El "efecto desbandada", tanto en los electores como en los cargos medios, se ha impuesto al ver las ínfimas posibilidades de mantener el poder. Sánchez se ha vuelto a echar la campaña a la espalda pese a que en las municipales y autonómicas ese modelo fue un "desastre", lamentan en la formación. Si las encuestas le daban un respiro antes del debate, después, en los trackings diarios, la caída ha sido notable. En el partido hay un nombre propio al que culpar del "peor momento de su carrera" que protagonizó Sánchez. En todos los chats internos del partido es el jefe de gabinete del presidente, Óscar López, al que se le reprocha que el presidente acudiese "sin armas" a la cita.

En su defensa, el jefe de gabinete se queja de que Sánchez "ignoró sus consignas", según relatan fuentes presentes en el cara a cara. En el descanso, con un candidato ya noqueado, Óscar López, le corrigió "cosas menores", como que dijese Guillermo Fernández Vara en lugar de Vara al hablar de que en Extremadura habían sido la lista más votada, pero el PP gobierna con Santiago Abascal; o que machacase con el "superglú de Vox". La misma noche del lunes corrían los mensajes en los que se reconoció, por primera vez desde la remodelación del Gobierno hace ahora dos años, que con "Iván Redondo, el presidente era mejor".

En los chats internos es el jefe de gabinete del presidente, Óscar López, al que se le reprocha que Sánchez acudiese "sin armas"

El que fuera el artífice de la moción de censura a Mariano Rajoy recibió esa misma noche una llamada de Moncloa. En los últimos meses, según ha podido saber El Confidencial, ha retomado el contacto con el entorno de Sánchez, entre ellos con el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, con el que tenía una estrecha relación antes de salir del círculo presidencial. En el partido hay unanimidad sobre que "Redondo" era mejor que Óscar López, pero le faltó integrarse más en el partido. Le penalizó el no tener carné, argumenta un ministro que bromea sobre lo "obsoleto" que se ha quedado Óscar López, al señalar que no ha pasado aún página del "Nixon-Kennedy".

Más allá de utilizar de chivo expiatorio al jefe de gabinete, en los territorios el tono es solemne a la hora de señalar como único culpable al presidente. "Si el PP arrasa es porque muchos votan desde el odio a Sánchez", explicita un destacado barón socialista, que pone la mirada en el día después de las elecciones y confía en que el secretario general "sea consecuente" con el resultado que arrojen las urnas. "Esto no va de si sacamos cien o ciento diez, va de que sufriremos un duro revés estando en el Ejecutivo", aclara mientras resume las expectativas y apunta que, tras el cara a cara, la cuestión es "por cuánto ganarán".

En eso están en Génova. En cifrar la victoria. En el PP, el combate a dos con Sánchez también ha supuesto un antes y un después, pero en sentido inverso. Los presidentes autonómicos se atreven a colocar un 160 en las porras internas y Feijóo fantasea con acariciar la mayoría absoluta. La clave está en seguir desinflando a Vox y entre los populares consideran que la imagen de "dureza" que trasladó su candidato ha hecho que muchos de los votantes de Abascal dejen de verle como un "blando" y le confíen su voto. "Hay que dar caña a Sánchez", insisten en las filas populares, donde no esconden la euforia y aplauden que Feijóo haya sacado su lado más "guerrero". Aquí enmarcan el ataque a la falta de medios para garantizar el voto por correo del que el gallego hará el eje central de la recta final de campaña.

Foto: Feijóo, en un acto electoral del PP en Burgos. (EFE/Santi Otero) Opinión

El tono contra Vox se ha ido elevando y no bajará en los próximos días. Feijóo confía en captar el voto útil y jaleará que la ultraderecha es un partido de bloqueo tras hacer descarrilar la investidura de Fernando López Miras en Murcia. Se repetirá en cada mitin la necesidad de aglutinar el voto en el PP para evitar que entren en el Ejecutivo. En la dirección nacional dan por descontado que en ningún caso habrá ministros de Vox. El propio Feijóo en privado es muy reacio a ese escenario, porque asume que no podría "satisfacer" las exigencias de Abascal si eso supone traicionar su "forma de hacer política". Desliga los pactos en comunidades autónomas de la futura negociación de Moncloa. "Yo no he pactado con Vox", ha llegado a decir en momentos distendidos de la campaña.

El 23-J se medirá la fuerza del bipartidismo con un PP que intenta contener el triunfalismo y teme que los socialistas intenten embarrar como, según denuncian, ya hicieron al esparcir la sombra sobre la declaración de bienes de Feijóo, y un PSOE sumido en el pesimismo con la mirada puesta en la sucesión de Sánchez. Las muletas, Vox y Sumar, pelean por la tercera y cuarta fuerza con las encuestas a la baja y la amenaza de quedar en la irrelevancia por falta de fuerza. Tanto unos como otros no pierden la esperanza. Abascal desconfía de las encuestas y sus fontaneros insisten en que su suelo electoral es alto. "Sin nosotros no echarán a Sánchez", repiten mientras surge el debate interno de si es mejor no ir a posiciones de máximos como en las comunidades autónomas.

Yolanda Díaz tiene siete días para hacer todo lo que no ha hecho. Se ha prodigado poco ante los medios y la muerte política de Irene Montero le persigue. Suenan más los ataques de Pablo Iglesias que sus propuestas. En Sumar no encuentran cuál debe ser la intensidad de su enmienda a Sánchez. El adelanto electoral les pilló a traspiés y dado el pronóstico de la mayoría de los sondeos, al presidente también.

"¿En su entorno todo el mundo le dice la verdad?". La pregunta se la hizo la periodista Àngels Barceló a Pedro Sánchez tras el cara a cara con Alberto Núñez Feijóo. El presidente respondió con un "creo que sí". Si la respuesta la hubieran tenido que dar desde el PSOE, el "no" hubiera sido rotundo. El socialismo llega con los brazos caídos al ecuador de la campaña. La "paliza" del líder del PP a Sánchez en el debate fue la puntilla, según fuentes socialistas, de una campaña "errática y personalista" que les ha condenado a centrar las expectativas del 23-J en medir la dimensión de la derrota. "No se da cuenta de que el problema no son las siglas, el problema es él", reflexionan desde las baronías donde la vista está puesta en el día después de las elecciones. "Sánchez no quiere que le digan la verdad", sentencian.

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