Núñez Feijóo o la cuadratura del círculo: cómo reconciliarse con Argelia sin provocar una crisis con Marruecos
El líder del PP aún no sabe cómo actuará y entre sus asesores no hay unanimidad, aunque algunos apuestan por volver a la equidistancia aprovechando las sentencias de la Corte de Justicia de la UE
A día de hoy, Alberto Núñez Feijóo no sabe qué hará con relación a Marruecos si al final se instala en la Moncloa. Lo último que quiere un nuevo presidente del Gobierno, que además carece de experiencia internacional, es estrenarse en su cargo con un choque frontal con el país vecino. De ahí que el líder del Partido Popular será aún más prudente que de costumbre.
Antes de la campaña electoral y en sus inicios, Núñez Feijóo ha sido cuando menos ambiguo. Para no responder en profundidad, esgrimió su ignorancia sobre lo que realmente pactó el presidente Pedro Sánchez con Mohamed VI de Marruecos en abril de 2022, después de enviarle esa carta en la que se alineó con la solución que propugna Rabat para resolver el conflicto del Sáhara Occidental. Lo hizo en unos términos más contundentes que Francia, el primer país que dio su espaldarazo a las tesis marroquíes.
La carta fue desvelada por un comunicado de la Casa Real marroquí el 18 de marzo de 2022 y el Gobierno español no la ha entregado a la prensa, pese a ser requerido por el Consejo de Transparencia a instancias del diario El Debate, ni al Congreso, ni tampoco a sus socios de coalición. La directora del Departamento de Coordinación Técnica y Jurídica de la Moncloa, Beatriz Pérez Rodríguez, reconoció incluso el 16 de junio que no hay constancia de quién, cómo ni tampoco cuándo fue remitida la famosa misiva.
"Prometo desvelar, en la medida de mis posibilidades, las razones no explicadas sobre el giro en la cuestión del Sáhara", repitió una vez más Núñez Feijóo, el 4 de julio, en su discurso en Casa de América en Madrid. "Yo no soy capaz de ver el beneficio para España de su política con Marruecos", ya le había espetado a Sánchez el 31 de enero en el Senado.
A lo largo del último año, el líder del PP ha tenido, sin embargo, palabras amables hacia el vecino del sur. "Nuestra alianza con Marruecos es incuestionable", dijo a la salida de su reunión en Róterdam, en junio de 2022, con el primer ministro marroquí, Aziz Akhnnouch. “Marruecos es una prioridad”, añadió antes de arremeter contra el “desaguisado” que supuso acoger en un hospital de La Rioja, en abril de 2021, a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, enfermo de covid. Ghali posee la nacionalidad española y no se le puede impedir la entrada.
Pero esa afabilidad con Marruecos “se compagina con otros mensajes que, a ojos de la diplomacia de Marruecos, le restan de credibilidad”, explica un alto cargo marroquí jubilado. “En primer lugar, intentaremos restablecer relaciones con Argelia”, declaró, por ejemplo, Núñez Feijóo en El Objetivo de La Sexta. Hace ya 16 meses que Argelia retiró a su embajador en Madrid y 11 que veta las importaciones de productos españoles. "¿Y eso cómo se hace sin indisponer a mi país?", se pregunta el ex alto cargo marroquí.
El programa electoral del PP tampoco debe de satisfacer a Rabat. Resalta que “durante más de 40 años de democracia, los diferentes gobiernos han sabido mantener un razonable equilibro entre Marruecos y Argelia sin olvidar nuestras responsabilidades con el pueblo saharaui”. “Impulsaremos una relación equilibrada con los países del Magreb”, añade. Propugna así veladamente volver a la equidistancia y ni siquiera menciona el plan de autonomía con el que Rabat aspira a resolver el conflicto. Para el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, el PP se “desliza” nada menos que hacia “posiciones antimarroquíes”.
En la biografía de Núñez Feijóo tampoco hay elementos que agraden a Rabat. Tras el violento desmantelamiento, por los antidisturbios, del campamento de protesta saharaui de Gdeim Izik, erigido en 2011 a las puertas de El Aaiún, el entonces presidente gallego declaró que se trataba de un “ataque directo” a los derechos humanos. Desde España, "no se puede mirar hacia otro lado con indiferencia y cobardía", insistió. Tres años después, Alfonso Rueda, que era entonces vicepresidente de la Xunta de Galicia, viajó a los campamentos de refugiados de Tinduf (suroeste de Argelia). Allí también estuvo Felipe González en 1976, pero no tardó en cambiar de opinión.
La prensa marroquí se abstiene, por ahora, de embestir contra Núñez Feijóo, pero sí lo hace con ahínco contra el líder de Vox, Santiago Abascal, y, más aún, contra la lideresa de Sumar, Yolanda Díaz. “Los cabezas de lista de los partidos minoritarios no parecen tener más argumentos que criticar vergonzosamente la nueva relación entre su país y Marruecos, en pie de igualdad y que beneficia enormemente a España”, escribió, durante la campaña del 28-M, el diario digital Hespress, el de mayor audiencia. Ambos son "herederos de una visión neocolonialista", recalcó.
Hasta ahora, las autoridades marroquíes solo han enviado un recado explícito al PP por su falta de apoyo a su plan de autonomía. Cancelaron la reunión de la Fundación Tres Culturas convocada para el 30 de junio de 2022. Creada por Marruecos y la Junta de Andalucía, la fundación tiene como presidente a Elías Bendodo, coordinador general del PP. “No se puede celebrar tal cita cuando uno de sus principales actores está abiertamente opuesto a la nueva dinámica de las relaciones bilaterales entre ambos países”, escribió entonces el diario marroquí Le 360, el más afín al palacio real.
Quizás ahora Rabat esté lanzando otra advertencia al partido que los sondeos dan como ganador el 23-J, pero esta no es tan manifiesta como la anterior. Desde poco después de que Sánchez convocase las elecciones, la inmigración irregular se ha disparado en Canarias. En junio, desembarcaron en el archipiélago 2.807 personas sin papeles, en su gran mayoría procedentes del sur de Marruecos y del Sáhara Occidental, bajo control marroquí.
Es de lejos la cifra más alta desde que Sánchez y Mohamed VI sellaron su reconciliación el 7 de abril de 2022. Algunos en el entorno del presidente del PP sospechan que Rabat ya da a Sánchez por amortizado y formula con mucha antelación un aviso a su sucesor sobre lo que le espera si se desvía de lo pactado.
Un presidente inexperto en política exterior se apoyará ante todo en sus consejeros. ¿Quiénes son los que hoy en día asesoran a Núñez Feijóo en ese ámbito? Está primero Esteban González Pons, eurodiputado y vicesecretario general del PP. Pese a su lenguaje severo con el vecino del sur, ha sido, en la práctica, mucho más componedor. Preguntado por determinados episodios en los que edulcoró la actuación del PP, rehusó contestar argumentando que eran debates internos del partido.
En la fundación Reformismo 21, creada en marzo para aconsejar al presidente del PP, figura un diplomático, Ramón Gil Casares, con buen conocimiento del norte de África y del conflicto saharaui. Fue director del Departamento de Asuntos Internacionales (1996-2002) del presidente José María Aznar y después secretario de Estado de Asuntos Exteriores hasta 2004.
Ni qué decir tiene que en Rabat es considerado un enemigo porque, obviamente, se le asocia con el que fue su jefe. Este último se muestra partidario de una línea dura frente al vecino y así se lo ha aconsejado a Núñez Feijóo. "Vamos a tener problemas en el sur si no surge una posición sólida" por parte del nuevo Gobierno, repite con frecuencia.
El amigo diplomático de Núñez Feijóo es Ildefonso Castro, también gallego y exalumno de la Universidad de Santiago de Compostela. Su itinerario tiene algunos rasgos en común con el de Gil Casares, pero durante las legislaturas en las que gobernó Mariano Rajoy. Fue su director de gabinete internacional (2013-2017) y después también secretario de Estado de Exteriores hasta mediados de 2018.
Si entre los que asesoran a Núñez Feijóo no hay consenso sobre si se debe o no rectificar el “error” de Sánchez, sí hay, en cambio, una cierta unanimidad sobre cuál sería el momento más propicio para hacerlo. Después del verano, quizá, como tarde, a principios de 2024, la Corte de Justicia europea promulgará dos sentencias que, muy probablemente, anularán los acuerdos de asociación y pesca entre la Unión Europea y Marruecos.
La Corte confirmará así los dos veredictos del Tribunal General de la UE, de septiembre de 2021, que anuló esos acuerdos argumentando que el Sáhara Occidental no pertenece a Marruecos y su población, representada por el Frente Polisario, no había dado su consentimiento. El Gobierno de Pedro Sánchez, junto con la Comisión Europea, Francia, etcétera, recurrió esas sentencias en noviembre de 2021 y ahora se espera el fallo definitivo.
Ese sería el momento de volver a la equidistancia. Para ello, habría un abanico de instrumentos, desde una declaración del Consejo de Ministros manifestando su respeto por las sentencias e instando a su cumplimiento hasta que los diputados del PP, empezando por los ministros que sean parlamentarios, se sumasen en el Congreso a una proposición no de ley que ensalzara la doble decisión del tribunal.
El camino para la normalización de relaciones con Argelia quedaría así despejado, pero quizá también se abriría una crisis de gran envergadura con Marruecos. A ojos de la diplomacia marroquí, España tiene mucho que decir con relación el Sáhara, porque es la antigua potencia colonial —para Naciones Unidas, es la potencia administradora de jure— y algunos se fijan en ella para seguir sus pasos. Basta con ver la cascada de capitales europeas que lo han hecho estos últimos meses, desde Luxemburgo hasta La Haya, aunque ninguna fue tan lejos en su respaldo como Pedro Sánchez.
A día de hoy, Alberto Núñez Feijóo no sabe qué hará con relación a Marruecos si al final se instala en la Moncloa. Lo último que quiere un nuevo presidente del Gobierno, que además carece de experiencia internacional, es estrenarse en su cargo con un choque frontal con el país vecino. De ahí que el líder del Partido Popular será aún más prudente que de costumbre.
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