Ferraz lanza su caravana B con Zapatero y Calviño para cubrir el voto de la izquierda al centro
El expresidente socialista, rehabilitado por la izquierda, y la vicepresidenta primera, sin carné del PSOE ni presencia en las listas pero cada vez más "implicada con el proyecto", se convierten en los escuderos de campaña de Sánchez
José Luis Rodríguez Zapatero y Nadia Calviño se han convertido en sorpresivos tickets electorales de Pedro Sánchez. Ambos están protagonizando una campaña electoral alternativa en medios y actos políticos, una suerte de caravana B, según bromean en Ferraz, como escuderos del presidente del Gobierno para reforzar el mensaje de intento de desmontaje del antisanchismo. El expresidente socialista, rehabilitado por la izquierda en los últimos años, para defender con firmeza su legado y combatir las "mentiras y falsedades" sobre la gestión del Ejecutivo. Desde una óptica netamente progresista y desacomplejada. La vicepresidenta primera, que tampoco va en las listas, para poner en valor la gestión económica y hacer pedagogía apelando al electorado más moderado. Un reparto de roles con el que buscan cubrir un espectro de potenciales votantes que va desde la izquierda, o incluso el espacio a la izquierda del PSOE con guiños de Zapatero al ministerio de Igualdad, hasta el centro.
El expresidente Zapatero no se había implicado tanto en una campaña electoral desde que salió del Gobierno. Sobreexposición mediática, presencia en actos institucionales y de partido o, incluso, participación en vídeos electorales. Este viernes clausuró en Ferraz la jornada Orgullosa Familia Socialista, con la que el PSOE conmemoró la celebración del Orgullo LGTBI, llamando a votar el 23-J para no "volver atrás en la discriminación y el odio". Sin corsé institucional, pues como asegura un dirigente del partido, "los expresidentes dicen lo que quieren y nunca sabes por dónde pueden salir", Zapatero ha irrumpido en el momento de mayor pesimismo en las filas socialistas, tras la debacle del 28-M, para insuflar ánimos y arengar a los suyos desde el patriotismo de las siglas. La idea de que hay partido sonó más creíble en su boca que en la de Sánchez.
Calviño, por su parte, está llevando a cabo una implicación en la que pareciera tener carné socialista. Más propia de un número dos en las listas electorales de las que no quiso formar parte. Se ha ofrecido para un debate electoral en materia económica con el PP, es una de las coordinadoras del programa electoral, sobre cuyas líneas maestras ofreció una rueda de prensa en la sede de Ferraz y fue la encargada de inaugurar la pasada semana el congreso de las Juventudes Socialistas de Madrid.
Desde su entorno ya destacaron de cara al 23-J su "implicación con el proyecto", pese a no tener carné socialista ni concurrir en las listas, y lo está demostrando con creces. La vicepresidenta primera ya viene ejerciendo desde hace meses como escudera económica de Pedro Sánchez, situándose en la primera línea del frente político del PSOE para proteger al presidente y en la campaña del 28-M intensificó su participación en actos de partido.
Su papel se centra principalmente en confrontar con el PP en economía. En mostrar solvencia y confianza, además de insistir en los buenos datos macroeconómicos, frente a la supuesta falta de alternativa. Poco a poco, ha ido también asumiendo el resto de ideas fuerza de la campaña socialista. Por ejemplo, para acusar al PP de adoptar "el marco mental de Vox, incluso para el negacionismo. Son negacionistas de las vacunas, del cambio climático y ahora también son negacionistas económicos". Su buena valoración en el CIS lo es por las simpatías que recoge entre el electorado mayoritario, que se ubica en el centro de la escala ideológica.
El protagonismo de Calviño es sorpresivo por su condición de independiente, pero la rehabilitación biográfica de Zapatero entre el electorado más de izquierdas tampoco deja de ser llamativa. Más de una década después, el político que fue reprobado por el 15-M, desde el partido reconocen que "aporta" y que "suma".
El legado de sus políticas en derechos civiles ha logrado imponerse en la memoria a su abandono precipitado de la presidencia, que se produjo tras poner en marcha, en plena crisis económica, una serie de reformas consideradas antisociales por la izquierda y que empujaron el surgimiento del movimiento de los indignados. Su pacto con el PP de Rajoy para reformar el artículo 135 de la Constitución y consolidar así las políticas de austeridad, cuando la prima de riesgo sobrepasó por primera vez los 400 puntos, lo puso luego en la diana de Podemos. Un elemento, como reflejo de viejo bipartidismo y la sumisión del PSOE a los poderes económicos, que los morados utilizaron para mostrarse antagónicos a los socialdemócratas.
No tardaron en indultarlo y ahora la relación del expresidente con sus dirigentes, así como con el exvicepresidente Pablo Iglesias, es cercana y de reconocimiento mutuo. El día del Orgullo LGTBI recibió uno de los premios otorgados por el ministerio de Igualdad. Un acto en el que no le arropó ningún miembro del Ejecutivo del ala socialista, y en el que Zapatero expresó su "agradecimiento, afecto y reconocimiento a Irene Montero, por su tarea y por el respeto y afecto con el que siempre me ha tratado" para concluir que "este Ministerio de Igualdad me gusta". Unos días después de que Sánchez marcase distancias con lo que denominó "feminismo de confrontación", en referencia al discurso de la titular de Igualdad.
Tirón entre las bases
Los avances en derechos civiles propiciados durante su mandato se han impuesto en la memoria colectiva de la izquierda y han acabado por borrar el mal recuerdo de su gestión de la crisis económica. Su tirón en las bases socialistas es también innegable y ya en la campaña del 28-M, en la que participó en varios mítines, uno de los candidatos a quien acompañó reconocía que "nos suma mucho en campaña". Destacaba además que la gente se le acercaba por la calle con palabras de cariño y subrayaba sus simpatías entre el colectivo homosexual, las mujeres o los inmigrantes por las leyes que impulsó en su favor.
Sánchez está tratando de aprovechar este respaldo, tanto para neutralizar el antisanchismo como para mantener una línea de continuidad con sus antecesores que le niega Felipe González. Disipar las críticas de un nuevo PSOE, bajo su disruptivo liderazgo, sin continuidad con el pasado del partido. Por ello, Sánchez también ha sido de los más activos en la puesta en valor del legado político de Zapatero. En las conquistas sociales, siempre presentes en su discurso, sobre todo al referirse a feminismo o a derechos LGTBI.
El papel de Zapatero en la campaña del 28-M, que ahora ha redoblado, se dejó sentir no solo en mítines. También aconsejando y siendo escuchado en Ferraz. De ahí algunas de sus visitas a la sede del partido, coincidiendo con la celebración del comité electoral. En esta campaña, ha elevado el tono y se ha montado en una caravana alternativa del PSOE para activar a las bases y reforzar el mensaje de los avances en derechos sociales frente al retroceso que los socialistas asocian a un ejecutivo del PP de la mano de Vox.
José Luis Rodríguez Zapatero y Nadia Calviño se han convertido en sorpresivos tickets electorales de Pedro Sánchez. Ambos están protagonizando una campaña electoral alternativa en medios y actos políticos, una suerte de caravana B, según bromean en Ferraz, como escuderos del presidente del Gobierno para reforzar el mensaje de intento de desmontaje del antisanchismo. El expresidente socialista, rehabilitado por la izquierda en los últimos años, para defender con firmeza su legado y combatir las "mentiras y falsedades" sobre la gestión del Ejecutivo. Desde una óptica netamente progresista y desacomplejada. La vicepresidenta primera, que tampoco va en las listas, para poner en valor la gestión económica y hacer pedagogía apelando al electorado más moderado. Un reparto de roles con el que buscan cubrir un espectro de potenciales votantes que va desde la izquierda, o incluso el espacio a la izquierda del PSOE con guiños de Zapatero al ministerio de Igualdad, hasta el centro.
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