Podemos fía el futuro político de Irene Montero a que Yolanda Díaz fracase el 23-J
La formación morada deja la responsabilidad en manos de Sumar: "Nuestro papel es ponernos detrás de Yolanda Díaz y estar donde se nos pida", afirma Belarra. No será posible imputar un mal resultado el 23-J a Montero
Irene Montero queda fuera de juego, al menos, hasta el 23-J. Podemos ha escenificado este sábado el "sacrificio" de su número dos y "principal activo político", pero le ha augurado un papel destacado en el "futuro" de la formación. Su sacrifico ya lo aceptaron, para intentarlo negociar a posteriori, al firmar el acuerdo para concurrir en coalición con Sumar a las elecciones generales. De la presión inicial para intentar torcer el brazo a Díaz, los morados pasaron al silencio, para después anunciar que aceptan un papel "modesto" del que siempre han renegado, y que será el que adopten durante las cinco semanas que quedan hasta que se abran las urnas, en las que todas las encuestas, salvo el CIS, vaticinan una severa derrota de la izquierda.
Dirigentes morados aseguran que hoy es "más fácil para Podemos continuar", tras el paso al lado asumido públicamente por Montero este sábado. Si el 23-J se cumplen los pronósticos de los sondeos, no será posible reeditar el Gobierno de coalición, pero nadie podrá imputar a Montero el batacazo. La ministra de Igualdad se curó en salud y relató los avances logrados desde su equipo durante toda la legislatura, para acabar reivindicando que seguirá dando la batalla, cuando su partido la reclame. Un dirigente avanzaba que ahora toca "bajar el pistón", con el riesgo de que sea Díaz, como máxima responsable de la candidatura, quién se "queme".
No ha habido autocrítica, ni por el naufragio electoral del 28-M, ni por el papel jugado en unas negociaciones en las que los morados deslizaron que exploraban un pacto con ERC en Cataluña, dando portazo a los Comunes, pero también que contemplaban concurrir en solitario en la Comunidad Valenciana. Tampoco se ha dado la épica con la que la cúpula morada acostumbra a revestir decisiones como el paso al lado de Pablo Iglesias en 2019, cuando se autodescartó como vicepresidente por el veto del PSOE antes de las elecciones generales que finalmente desembocarían en la formación de la primera coalición de Gobierno desde la restauración de la democracia.
No claudican sin más. Aceptan hoy el rol subordinado que nunca quisieron asumir, a la espera de lo que pueda venir tras el 23-J. En su intervención del sábado, la propia Ione Belarra animó a sus militantes a "no bajar los brazos", mientas advertía del "inmenso trabajo" que hoy "tienen por delante". Mientras tanto, Montero enmendaba la decisión de Sumar de prescindir de su perfil, y advertía de que no es bueno "aceptar las reglas de juego de la reacción y la extrema derecha contra el feminismo".
También alertó de que las "consecuencias de callar son peores" de las sufridas por "hablar", "por conquistar derechos": "La violencia política y su disciplinamiento". No hubo mención a las listas, a los eslóganes, al programa y al conjunto de la estrategia a ejecutar el 23-J, porque, como advirtió Belarra, "nosotras no vamos a marcar la estrategia". "Nuestro papel es ponernos detrás de Yolanda Díaz y estar donde se nos pida", apostilló.
No hay armisticio, solo un alto el fuego. Podemos ha pasado las dos últimas semanas rechazando una posición "humillante" en las listas, y ha visto como su número dos, pero también otros destacados dirigentes como el portavoz parlamentario, Pablo Echenique, o la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, se veían expulsados de las candidaturas. Por un lado, Belarra volvía a mostrar su "rechazo" al veto a Montero, y por otro obviaba que ha asumido ir en listas como número cinco por Madrid, el primer puesto que Sumar ha concedido a espacio político en la capital.
Tampoco reprodujo las críticas sobre el riesgo de que Podemos quede sin representación en el Congreso, que sí había esgrimido una semana antes. "Más allá de lo inmediato se abre una etapa donde debemos poner nuestras energías en construir poder social, cultural y militante", avisó Belarra. Ni rastro de críticas sobre los compañeros de viaje de Sumar, la "izquierda cuqui" frente a la que Podemos se ha erigido como "izquierda transformadora". Y ni una palabra concreta sobre el rol que jugará Montero en la nueva etapa, aunque sí promesas sobre su permanencia en el corazón de la organización. En un partido cuya máxima de los últimos meses siempre ha sido "Podemos no está muerto". Incluso tras la debacle electoral en la que se vieron expulsados de los Parlamentos de Madrid o Valencia.
"No solo eres parte del presente de Podemos, sino también del futuro de Podemos y del futuro del feminismo", prometió Belarra a Montero. Podemos siempre rechazó diluirse en las siglas de Sumar, y nunca ha confiado en que Díaz esté dispuesta a dar la "batalla cultural" frente a la derecha, según integrantes de su núcleo duro, mientras que advierte del poder de la "ola reaccionaria" que se aproxima. Los pactos de PP y Vox por todo el mapa electoral son la evidencia de esta "ola", según los morados. Pero, en esencia, el sábado se ciñeron a su impacto en los derechos de las mujeres, personificando en Irene Montero los valores y las luchas del feminismo. Desde este momento empieza un nuevo ciclo: "Ahora a remar", "se acabó la interna". Al menos, hasta el 23-J.
Irene Montero queda fuera de juego, al menos, hasta el 23-J. Podemos ha escenificado este sábado el "sacrificio" de su número dos y "principal activo político", pero le ha augurado un papel destacado en el "futuro" de la formación. Su sacrifico ya lo aceptaron, para intentarlo negociar a posteriori, al firmar el acuerdo para concurrir en coalición con Sumar a las elecciones generales. De la presión inicial para intentar torcer el brazo a Díaz, los morados pasaron al silencio, para después anunciar que aceptan un papel "modesto" del que siempre han renegado, y que será el que adopten durante las cinco semanas que quedan hasta que se abran las urnas, en las que todas las encuestas, salvo el CIS, vaticinan una severa derrota de la izquierda.
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