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Montero se revuelve contra el "veto injusto" de Díaz e Iglesias carga contra su "mezquindad"
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Elecciones al 23-J

Montero se revuelve contra el "veto injusto" de Díaz e Iglesias carga contra su "mezquindad"

La ministra de Igualdad interviene ante el máximo órgano de dirección del partido, con la secretaria general asumiendo definitivamente su sacrificio político. Belarra sostiene que tendrán un rol "modesto", "detrás" de la vicepresidenta

Foto: Ione Belarra, Irene Montero e Isabel Serra. (EFE/Fernando Villar)
Ione Belarra, Irene Montero e Isabel Serra. (EFE/Fernando Villar)
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Podemos se revuelve contra Yolanda Díaz, pero acepta públicamente que tendrá un rol secundario en Sumar, para rearmarse tras el varapalo que todas las encuestas auguran a la izquierda el 23-J. También acepta en público lo que firmó hace una semana a regañadientes, para criticarlo con dureza poco después, la desaparición de Irene Montero del Congreso de los Diputados. Montero ha roto este sábado su silencio para cargar contra el "veto injusto" a su propia incorporación a las listas de Sumar, y lo ha presentado como una claudicación de la izquierda ante los ataques al feminismo. "No podemos aceptar las reglas de juego de la reacción y la extrema derecha".

"No vamos a callar ni a quedarnos paradas ante la ofensiva reaccionaria que se está desplegando desde los poderes más profundos", ha afirmado. Montero ha tomado la palabra a apenas 48 horas de que se cierre el plazo para registrar candidaturas a las elecciones del 23-J, y segundos después de que la secretaria general morada, Ione Belarra, aceptara públicamente el sacrificio de su "principal activo político" para concurrir a las generales junto a Sumar. También escenificó que no darán la batalla por las decisiones estratégicas que deba tomar el espacio: "A partir de este momento, Podemos asume su papel en esta candidatura, un papel modesto". "Nosotras no vamos a marcar la estrategia de campaña"; "nuestro papel es ponernos detrás de Yolanda Díaz y estar donde se nos pida", ha asegurado, advirtiendo también del "inmenso trabajo" que su organización tiene por delante.

Foto: La secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Hasta este sábado, no había precedentes de que ningún otro dirigente, salvo quien ostenta la secretaría general, protagonizase una intervención en abierto en el Consejo Ciudadano Estatal, el máximo órgano de dirección del partido. Llevaba dos meses sin reunirse, desde un día antes de que Díaz lanzara su candidatura a La Moncloa. Ni siquiera fue convocado tras la debacle del 28-M, cuando los morados se extinguieron en buena parte del mapa autonómico y municipal. Varios territorios habían exigido esta cita, que llega una semana después de que la Ejecutiva plenos poderes para gestionar el pacto con Sumar, que la formación ha intentado enmendar tras firmarlo.

No ha habido ni rastro de autocrítica tras esos resultados, ni pistas sobre el rol político concreto que desempeñará Montero en su organización, más allá de su promesa: "Aquí seguimos y podéis contar conmigo". Desde hace días, los morados han peleado por presentar a la todavía ministra de Igualdad como una suerte de encarnación del feminismo, como víctima de "la reacción" frente a sus avances, y durante toda su intervención la dirigente morada ha hecho lo propio: "No podemos parar ni quedarnos calladas. Vamos a hablar, y vamos a luchar, porque es lo que mejor sabemos hacer", afirmó, criticando que hoy les están "haciendo pagar por hablar, por no callar". Sólo ha nombrado una vez a Díaz, pero la vicepresidenta ha estado presente en todo su discurso, en el que ha acusado a Sumar de plegarse ante los ataques de PP y Vox.

Foto: Ione Belarra junto a Yolanda Díaz en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Alvarado)

Belarra, por su parte, proyectó su intervención -que ha durado prácticamente lo mismo que la de Montero-, como un alegato sobre la figura de la ministra de Igualdad, pero también a los logros de su formación, y a su capacidad de priorizar el "interés colectivo" a su "interés de partido". "El veto que han impuesto sobre Irene es, sobre todo, un error. Implica el disciplinamiento de las derechas", acusó, antes de afirmar que siguen rechazando la exclusión de Montero, y que el partido "nunca" le va a "soltar la mano". "Vamos a seguir haciendo política juntas"; "No sólo eres parte del presente de Podemos, sino parte indispensable de nuestro futuro y del futuro del feminismo".

La secretaria general morada asumía tragarse este sapo, y lo justificaba porque concurrir con Sumar "es la única posibilidad" de reeditar el Gobierno de colición. Más allá de su intervención televisada el pasado viernes, Belarra no había vuelto a referirse públicamente al veto a Montero, salvo en una carta remitida a la militancia. El partido presionó durante días para evitar esta exclusión, para después recoger cable hasta la reunión de este sábado. Sus principales dirigentes reaccionaban en redes sociales, loando a Montero y Belarra. Y el exvicepresidente del Gobierno e histórico líder morado, Pablo Iglesias, alababa el "valor y la decencia" de ambas dirigentes, el hecho de que estos valores "prevalezcan sobre la cobardía y la mezquindad".

Los morados vendían así un repliegue, escenificaban estar claudicando ante las imposiciones de Sumar, que ya conocían desde hace una semana, y que inicialmente quisieron renegociar por la vía de la presión pública. No hubo alusiones al reparto de poder y recursos en las listas, tampoco al programa a defender en las próximas elecciones. La figura de Montero y su caída política lo impregnaron todo.

Podemos se revuelve contra Yolanda Díaz, pero acepta públicamente que tendrá un rol secundario en Sumar, para rearmarse tras el varapalo que todas las encuestas auguran a la izquierda el 23-J. También acepta en público lo que firmó hace una semana a regañadientes, para criticarlo con dureza poco después, la desaparición de Irene Montero del Congreso de los Diputados. Montero ha roto este sábado su silencio para cargar contra el "veto injusto" a su propia incorporación a las listas de Sumar, y lo ha presentado como una claudicación de la izquierda ante los ataques al feminismo. "No podemos aceptar las reglas de juego de la reacción y la extrema derecha".

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