Yolanda Díaz asume el "error" de que la confrontación con Iglesias haya dominado el lanzamiento de Sumar

En política no hay peor derrota que la de las expectativas. En el equipo de Yolanda Díaz, esta semana los ánimos han estado tensos. La entrevista con Jordi Évole no resultó como se esperaba. Los más críticos huyen de los paños calientes y califican de "error" la imagen que trasladó la candidata de Sumar. Pablo Iglesias lo resumió muy bien con su ya famosa "ensalada de hostias". No solo hubo ajuste de cuentas con el líder de facto de Podemos, sino que también levantó ampollas entre los socialistas. "Ha estado muy poco elegante", sentenciaba una compañera del Consejo de Ministros en referencia al ataque contra el colega de Interior, Fernando Grande-Marlaska, de quien dijo debería haber dimitido por los sucesos de la valla de Melilla.

La vicepresidenta también es consciente de que el viento no sopla por primera vez a su favor, según reconocen fuentes de su entorno. Si hasta el momento estaba cómoda en el enfrentamiento con Podemos, ahora se muestra preocupada porque, lejos de disminuir, la confrontación crece y aleja cada vez más las posturas con el que fuera su mentor. Yolanda Díaz ya no oculta su distanciamiento sideral con Iglesias, de hecho, lo explicitó en sus declaraciones en La Sexta, pero sabe que necesitan llegar a un acuerdo para concurrir juntos en las generales. Su intención es remangarse para que después del 28 de mayo haya fumata blanca.

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En el embrión de Sumar empiezan a notarse los nervios y en privado ya se reconoce que fue un error lanzar la candidatura antes de las generales. Incluso los hay que van más allá y prefieren que se hubiese esperado a tener cerrado el modelo de cohabitación con Podemos. Yolanda Díaz sucumbió a la presión. Demasiados meses amagando para presentar un proyecto que "sigue vacío", como ponen de manifiesto desde sectores de la izquierda.

La campaña electoral no va a ayudar a rebajar la crispación de cara a un futuro entendimiento Díaz-Iglesias. El hecho de que la candidata de Sumar respaldase ayer a Ada Colau es queroseno para los morados que culpan a los comunes de boicotear las negociaciones para cerrar un acuerdo. En concreto, señalan al jefe de gabinete de la ministra de Trabajo, Josep Vendrell, que ha ejercido de emisario en las reuniones con Lilith Verstrynge sobre el encaje de Podemos en Sumar. "Los catalanes no saben cómo se hace la política en Madrid", afean a Vendrell, al que han dejado de ver como un interlocutor válido.

"No puedo pedir el voto por Ada Colau, pero lo haría", lamentaba ayer en Barcelona Yolanda Díaz. Ni puede ni debe porque, al no concurrir unida la izquierda bajo las siglas de Sumar a las elecciones municipales y autonómicas, la consigna es jugar a la ambigüedad para no ofender a nadie, aunque al final todos se sientan ofendidos.

En encuestas que manejan en el partido, Sumar robaría hasta 400.000 votos a la marca de la rosa

Es precisamente el descontrol que hay a su izquierda lo que cada vez cabrea más al PSOE. Entre los diputados socialistas, Yolanda Díaz empieza a "cansar". Si siempre han puesto en valor su capacidad de entendimiento y el tono "cordial" frente a la "agresividad" de Iglesias, ahora añoran la mano dura a nivel de partido del hoy comunicador. Los números no salen en ayuntamientos y comunidades, y la izquierda podría perder parte de su poder territorial por la fragmentación.

En las filas socialistas ya no solo se culpa a Iglesias, sino que se empieza a mirar a Yolanda Díaz, de la que dicen que hasta el momento solo ha sido capaz de "restar". "No tiene autoridad sobre Mónica García o sobre Baldoví", resume un veterano socialista que define la guerra en la izquierda como una "sustitución de egos", pero alerta de que "puede ser peor una simpática sin liderazgo que un antipático con autoridad".

En el PSOE también hay otro análisis, y este pone el foco en la Moncloa. Por primera vez hay algo en lo que coinciden los barones críticos y los "sanchistas": ha sido un error "teledirigir" desde Presidencia la candidatura de Sumar. En este grupo están los que en el partido temen que Yolanda Díaz al final se haga con el electorado del PSOE. "Si la presentamos como una marca del PSOE, por qué no la van a votar a ella", alertan. En encuestas que manejan en el partido, Sumar robaría hasta 400.000 votos a la marca de la rosa. En estos mismos sondeos se registra cómo la fidelidad del votante socialista está en mínimos.

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La Moncloa rema para que la paz a su izquierda se firme cuanto antes. El último CIS de José Félix Tezanos es prueba de ello. Sumar irrumpe con fuerza y obtendría más de un 40 por ciento de voto que Podemos, que sigue a la baja con poco más de un seis por ciento si hoy se celebrasen las elecciones. El mensaje para Iglesias no puede ser más claro. Yolanda Díaz aún confía en encontrar la fórmula de la fusión. Mientras, Ione Belarra e Irene Montero han anotado una victoria en la peor semana de la vicepresidenta.

De morado, compungidas y abrazadas en la bancada azul del Congreso, las ministras se alzaron como las únicas defensoras del feminismo de izquierdas. Víctimas de un Sánchez demasiado de derechas que se entrega al PP de Alberto Núñez Feijóo. Podemos está ganando el relato.