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"No tenemos prisa por gobernar, preferimos llegar bien": el cortafuegos de Vox al PP
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NUEVOS ESCENARIOS EN LA DERECHA

"No tenemos prisa por gobernar, preferimos llegar bien": el cortafuegos de Vox al PP

Los cambios en la política internacional hacen pensar a la formación de Abascal que es el momento de un cambio, que los tiempos les favorecen y que deben jugar nuevas bazas como ser la única alternativa extrasistémica

Foto: Abascal y Feijóo, en el desfile del 12 de Octubre. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Abascal y Feijóo, en el desfile del 12 de Octubre. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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La experiencia de Giorgia Meloni, la forma en que llegó al poder, está siendo anotada por Vox. El ascenso político de la presidenta italiana contiene algunas lecciones que pueden ser útiles para la estrategia del partido de Abascal, más allá de la diferencia evidente de la política española con la italiana. La fortaleza de Fratelli provino fundamentalmente de permanecer al margen del poder: cuando los partidos principales dibujaron una coalición para apoyar al Gobierno tecnócrata de Draghi, Meloni se convirtió en la principal fuerza de oposición. En el instante en que se marchó Draghi, solo quedaba ella: había apostado por convertirse claramente en un partido extrasistémico y, cuando el sistema generó descontento, era la opción que mejor podía recogerlo.

En España, las posiciones son distintas porque los dos bloques existentes están mucho más marcados por el eje izquierda/derecha. En ese reparto, Vox se sitúa como parte de la derecha, y es comúnmente percibido como importante a la hora de decantar la balanza: los votos de Vox parecen necesarios a la hora de que Feijóo sume apoyos suficientes para gobernar. Al menos, eso es lo que fijan hoy las encuestas, a las que hay que tomar con gran precaución, porque desconocemos cuál será el escenario económico, político y social en el que las elecciones se celebrarán. Un año, en esta época, da para muchísimo.

El cambio de estrategia

Precisamente por esa incertidumbre, las opciones para Vox se abren, porque aparecen las condiciones de posibilidad para apostar por algo diferente a ser un aliado del PP en un hipotético Gobierno. Vox puede jugar otras cartas, y está en plena reflexión estratégica. Los cambios no ocurrirán en las autonómicas y municipales, donde se seguirá la línea marcada hasta ahora y "se conformarán coaliciones allí donde sea posible", según aseguran fuentes de la formación. Otra cuestión es en lo referido al Gobierno de España.

Tocaría poner énfasis en lo que les separa de los populares y el discurso sobre la soberanía puede ser importante para ese propósito

La posición que ha adoptado el PP de Feijóo, con un perfil más institucional que el de Casado, deja un espacio abierto a la derecha, o al menos así lo creen en Vox, que les puede conceder mayor recorrido de aquí a un año. Las consultas a la población que han previsto, "siempre sobre asuntos no constitucionales", son parte de esa táctica diferenciadora. La tesis es que los dos grandes partidos tienen posiciones similares en temas "sobre los que no han consultado a los españoles", y tratarán de hacer valer con esas consultas un espacio político que les aleje de PSOE y PP. La distancia con los socialistas está ya obviamente marcada, y ahora tocaría poner énfasis en lo que les separa de los populares. Para ese propósito, el discurso sobre "la soberanía nacional, la energética, la alimentaria y la industrial" será importante.

Los diferentes escenarios

Este planteamiento de ampliar las diferencias con el PP implica mucho más que la fijación de un terreno electoral propio. Es un camino ideológico que permitirá flexibilidad estratégica. En Vox ya están valorando distintos escenarios. Hasta ahora, se suele dar por descontado que si el PP gana las elecciones y precisa de los votos de Vox para gobernar, lo coherente será que los de Abascal apoyen a cambio de entrar en el Gobierno. Pero esa es solo una de las opciones, que además requeriría de negociaciones no exentas de dificultades.

La tercera opción sería que el PP recibiera el apoyo necesario para la investidura, pero que los de Abascal decidieran no entrar en el Gobierno

Dejar de apoyar al PP sería otra posibilidad, con un coste evidente, que podría disminuir si los populares recibieran otros respaldos, incluido el del PSOE, en un contexto de bloqueo. El bipartidismo unido sería una jugada altamente improbable, pero que podría darse, insisten en Vox. La tercera opción sería que el PP recibiera el apoyo necesario para la investidura, pero que los de Abascal decidieran no entrar en la Moncloa. Estas dos últimas alternativas están cada vez más en la mente de los dirigentes de Vox.

El cortafuegos

Dicho de otro modo, hasta ahora se había insistido por parte de la política institucional en la necesidad de hacer un cortafuegos a Vox para que no entrase en los gobiernos, una demanda fallida allí donde las sumas electorales hicieron necesaria una coalición, como en Castilla y León. Pero el éxito de Meloni, las posibilidades de triunfo de los republicanos estadounidenses en las elecciones de medio mandato, que facilitarían una victoria futura de Trump (o de Ron DeSantis, la estrella emergente en ese sector), la cada vez mayor importancia de Polonia y el crecimiento de la derecha en Europa generan la sensación de que los tiempos que vienen les pueden favorecer políticamente, y de que quizá sea el momento de que sean ellos los que establezcan un cortafuegos al PP y al PSOE y se posicionen como partido exterior, siguiendo el camino de Meloni.

Es un camino no exento de riesgos, pero que implica una ambición mayor. Una vez que hayan pasado las municipales y las autonómicas, que llevarán a coaliciones de gobierno allí donde los números lo permitan, será el momento de cambiar el paso. Lo relevante, en este sentido, es que obliga a poner en marcha desde ahora una apuesta política e ideológica que les permita tomar decisiones estratégicas diferentes cuando sea necesario. Limar sus aristas y posicionarse como un partido semejante al PP, pero más a la derecha, fiaría su suerte a la conservación de un nicho propio de electores que haga inevitable la alianza, con el inevitable coste si no lo consiguen. El camino que están tomando va en otra dirección: la de establecerse como una fuerza alternativa a PSOE y PP.

Dejar solo al PP permitiría que, si los tiempos vienen complicados y los de Feijóo sufren el desgaste de gobernar, Vox podría recoger el descontento de las derechas, pero también de otras capas sociales. Implicaría trazar un plan a medio plazo y esperar su oportunidad. Desde Vox, avisan: "No tenemos ninguna prisa por llegar al Gobierno, preferimos llegar bien".

La experiencia de Giorgia Meloni, la forma en que llegó al poder, está siendo anotada por Vox. El ascenso político de la presidenta italiana contiene algunas lecciones que pueden ser útiles para la estrategia del partido de Abascal, más allá de la diferencia evidente de la política española con la italiana. La fortaleza de Fratelli provino fundamentalmente de permanecer al margen del poder: cuando los partidos principales dibujaron una coalición para apoyar al Gobierno tecnócrata de Draghi, Meloni se convirtió en la principal fuerza de oposición. En el instante en que se marchó Draghi, solo quedaba ella: había apostado por convertirse claramente en un partido extrasistémico y, cuando el sistema generó descontento, era la opción que mejor podía recogerlo.

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