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Operación embalse del Ebro 2.0: la respuesta de Cantabria a la sequía puede estar bajo tierra
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Lo estudiará para 2023

Operación embalse del Ebro 2.0: la respuesta de Cantabria a la sequía puede estar bajo tierra

El Gobierno regional investiga un gran reservorio subterráneo para analizar si podría utilizarse para abastecer a la población. Los acuíferos suman una capacidad similar a la del pantano del Ebro

Foto: El pantano de Yesa. (EFE/Jesús Diges)
El pantano de Yesa. (EFE/Jesús Diges)

La sequía sigue azotando al país. Pasado el verano, la reserva hídrica española apenas supera el 30% de su capacidad total. Así lo confirman los datos más recientes del Ministerio de Transición Ecológica, que datan de mediados de septiembre. No son buenos números: en los registros no constan cifras similares desde 1995. La situación deja contra las cuerdas a muchas administraciones, que empezaron a establecer medidas para reducir el consumo. Y algunas, a la vez, buscan nuevas fórmulas para aumentar sus opciones. Si no hay agua, habrá que sacarla. Es la conclusión a la que llegaron en Cantabria, donde el Gobierno estudia la opción de extraer los recursos hídricos que están bajo tierra.

Se trata de un gran reservorio de agua que abarca desde San Vicente de la Barquera hasta San Román, una pequeña localidad en Santander. De hecho, entre estas dos zonas hay casi 60 kilómetros de distancia. Y los acuíferos en cuestión, según las previsiones iniciales, podrían tener una capacidad similar a la del pantano del Ebro, que es de casi 550 hectómetros cúbicos. Su existencia no es un descubrimiento nuevo, y ya se sugería en informes de la Confederación Hidrográfica, el Plan Hidrológico y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Pero nunca antes había sido necesario explorar esta opción, pues Cantabria tenía reservas suficientes. Y se dejó estar. Ahora, la crisis de recursos ha llevado al Gobierno de Miguel Ángel Revilla a anunciar una inversión de un millón de euros para sondear el terreno y determinar si las condiciones son buenas, o no, para su uso público.

Foto: Árboles secos en el embalse de As Portas en Vilariño de Conso (Ourense). (EFE/Brais Lorenzo)
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El primer reto será comprobar que es posible acceder al reservorio. No será fácil, pues los primeros cálculos del Gobierno cántabro indican que hará falta excavar a una profundidad de entre 200 y 700 metros. La Administración es optimista, y cree que las nuevas tecnologías harán posible lo que hace décadas hubiera sido, sencillamente, impensable. La actuación correrá a cargo de la Consejería de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo, que dirige José Luis Gochicoa. Pero los sondeos —es decir, las labores sobre el terreno— los realizará previsiblemente una empresa especializada.

Una vez que se compruebe que es posible acceder al agua subterránea, el siguiente paso será verificar hasta qué punto puede estar contaminada, o si quedan restos de vertidos agrícolas, ganaderos e industriales. De hecho, y para agilizar los trámites, quiere sacarse a licitación el proyecto este mismo año. La idea es que así puedan comenzar las extracciones nada más arrancar 2023. El consejero de Obras Públicas justificó la inversión, incluso aun pudiendo resultar en nada, dada la urgencia de investigar cualquier resquicio que permita extraer un recurso, el agua, "cada vez más escaso".

Foto: La sequía deja las reservas bajo mínimos. (EFE/Beldad)

Y la solución puede estar bajo tierra. Buena parte del agua dulce que existe está en el subsuelo, solo que no siempre termina aprovechándose para uso colectivo de forma tan directa y total. Aunque sus propiedades, de forma indirecta, ya sanean de por sí la tierra y favorecen la agricultura. Complementar la escasez en los embalses con las potencialidades de los acuíferos, cuyas reservas fueron siempre muy superiores, como así confirma el Miteco, es una idea que se ha barajado desde que comenzaron los problemas de abastecimiento.

El agua subterránea tampoco se salva de la sequía

Ampliando el foco, lo cierto es que los recursos hídricos bajo tierra pueden ser un parche efectivo en la actualidad. Pero no son un salvavidas en caso de una larga sequía. "Los periodos prolongados también afectan al agua subterránea, donde la capacidad de recarga es menor", explicó Mónica Meléndez, jefa de la oficina del Instituto Geológico y Minero en Oviedo, una de las más próximas a Cantabria. Esto ocurre por la separación que existe entre la superficie y el fondo terrestre en el que se encuentran estos recursos.

A la pregunta de si la extracción del agua que hay bajo tierra podría dañar el terreno, Meléndez explicó que eso no ocurrirá mientras se utilice de forma "sostenible y responsable". Es decir, siempre y cuando se hayan establecido unos límites para cada caso. Y tras analizar el vínculo que existe entre las aguas exteriores, las subterráneas y las zonas húmedas de cada ecosistema. Por el momento, a falta de iniciarse las indagaciones del Gobierno cántabro para confirmar que el reservorio con el que cuentan es una opción viable sobre la mesa, la responsable regional del IGME se sumó a los augurios optimistas de Obras Públicas: "Habrá que hacer un análisis químico, pero es poco probable que la contaminación llegue a esa profundidad teniendo en cuenta las presiones de la masa terrestre", concluyó.

placeholder Imagen tomada desde un dron de la tierra cuarteada del pantano de Yesa ante la carencia de precipitaciones. (EFE/Jesús Diges)
Imagen tomada desde un dron de la tierra cuarteada del pantano de Yesa ante la carencia de precipitaciones. (EFE/Jesús Diges)

En el último siglo, el Estado registra más de 8.000 sondeos sobre el terreno, para comprobar su estado y extraer recursos. Pero ante la sequía inminente, no es de extrañar que surjan iniciativas como la que ahora plantea Cantabria, y que estas se extiendan a otras comunidades o países de Europa. Precisamente, 'Agua subterránea: hacer visible lo invisible' fue el eslogan seleccionado por la ONU para conmemorar este año el Día Mundial del Agua, el pasado 22 de marzo. Por aquel entonces la sequía ya era un problema, y amenazaba con ir a más hasta alcanzar su punto crítico durante el verano. Pero su almacenamiento también disminuye con los años, pues cada vez son más los casos en los que se utiliza para el riego. La FAO, el órgano de alimentación y agricultura de las Naciones Unidas, ya advierte de la necesidad de promover "mejores prácticas en materia de gobernanza de las aguas subterráneas" para no agotar estos recursos.

La prolongada ausencia de lluvias, las elevadas temperaturas y el consumo masivo de recursos hídricos provocaron reacciones legislativas desde muchas comunidades. No solo Cantabria. Meses antes, otras como Andalucía, Extremadura, Galicia, Cataluña, Castilla y León, Navarra o País Vasco estaban impulsando medidas para sobreponerse a la sequía: desde restricciones al regadío hasta tiempos de uso limitados en hogares. El verano ha estado marcado por los incendios en buena parte del país, miles de hectáreas arrasadas por las llamas y un suelo cada vez más falto de agua por la escasez.

La sequía sigue azotando al país. Pasado el verano, la reserva hídrica española apenas supera el 30% de su capacidad total. Así lo confirman los datos más recientes del Ministerio de Transición Ecológica, que datan de mediados de septiembre. No son buenos números: en los registros no constan cifras similares desde 1995. La situación deja contra las cuerdas a muchas administraciones, que empezaron a establecer medidas para reducir el consumo. Y algunas, a la vez, buscan nuevas fórmulas para aumentar sus opciones. Si no hay agua, habrá que sacarla. Es la conclusión a la que llegaron en Cantabria, donde el Gobierno estudia la opción de extraer los recursos hídricos que están bajo tierra.

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