Acuífero

Ofrecido por Agbar

Los riesgos para los acuíferos en España (y por qué son más importantes para ti de lo que crees)

Por EC Brands

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El 97% del total de agua dulce del planeta se encuentra en acuíferos y, aunque es fundamental para la vida, su sobreexplotación y contaminación están provocando la desecación de los humedales, la disminución de los caudales de los ríos y hundimientos del terreno. Estas son las iniciativas que tratan de salvarlos.

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o la ves con tus propios ojos, pero el agua subterránea supone el 97% del total de agua dulce que hay en el planeta, según cifras oficiales. Se encarga de alimentar manantiales, ríos, lagos y humedales, además de ser un recurso hídrico fundamental para el ser humano, especialmente en las zonas áridas. Suministra una gran proporción del agua que utilizamos para fines de consumo, saneamiento, producción de alimentos y procesos industriales. Es por ello que este 22 de marzo, Día Mundial del Agua, Naciones Unidas ha querido dedicarlo a la importancia de cuidar y proteger este recurso invisible, sin el que la vida no sería posible, bajo el lema ‘Aguas subterráneas: hacer visible lo invisible’.

Pero, ¿qué son exactamente? “El agua subterránea es la que está almacenada en el subsuelo, debajo del terreno. Normalmente, se encuentra rellenando los poros que hay entre los granos de arena o entre los granos de la roca. También podemos encontrarla en las fracturas de estas”, explica a El Confidencial Carolina Guardiola Albert, presidenta del Grupo Español de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (AIH-GE). Y continúa: “A las partes del subsuelo que albergan estas aguas las llamamos acuíferos y su principal fuente de recarga es la lluvia y la nieve que se infiltran en el suelo”.

Aguas subterráneas

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En este contexto, la presidenta señala que “generalmente, cuando pensamos en agua, hablando de forma global, no somos conscientes del tanto por ciento de agua dulce que está almacenada como subterránea, posiblemente porque no la vemos”. De hecho, si nos centramos en España, la tenemos en el 70% del territorio, ya sea peninsular o insular, más o menos distribuida por todo el país. Sin embargo, es complicado conocer la cantidad exacta: “No conocemos con exactitud cuál es el volumen rellenable de un acuífero. Al contrario de lo que ocurre con los embalses, no disponemos de una fotografía del subsuelo que permita conocer este porcentaje”. Este desconocimiento implica, además, la posibilidad de que se esté desaprovechando este recurso.

A pesar de esta dificultad, el Ministerio para la Transición Ecológica sí tiene una estimación de cuánto volumen es utilizable anualmente: 29.000 hectómetros cúbicos al año. “Si los embalses estuvieran llenos (hipótesis que nunca ocurre), esa capacidad sería de unos 56.000 hectómetros cúbicos. Siendo más realistas, a un 50% de su capacidad, ese volumen se sitúa en torno a los 28.000 hectómetros cúbicos, por lo que los números son bastante parecidos en lo que a disponibilidad de aguas superficiales y subterráneas se refiere”, puntualiza Carolina.

Una cuarta parte del agua que bebemos en España procede de los acuíferos; y en el caso de las pequeñas y medianas localidades es el 70%

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Según los datos oficiales, una cuarta parte del agua que bebemos en España procede de los acuíferos; y en el caso de las pequeñas y medianas localidades, este porcentaje es aún mayor: “El 70% se abastece de agua subterránea”. Además, “un tercio del cultivo de regadío se riega con ellas y, en la industria, el 60% del agua usada no procedente de la red urbana es de origen subterráneo”, explica Carolina Guardiola. “A esto hay que añadir la que no está cuantificada, pero que es importantísima para los ecosistemas que dependen de este recurso como son humedales, ríos y manantiales”.

El problema es que este recurso no es infinito. Existe una sobreexplotación de los acuíferos, ya que se extrae más agua de la que se recarga de forma natural con la lluvia y la nieve. Y esto repercute directamente en el medioambiente. Desecación de los humedales, disminución de los caudales de los ríos, inclusión salina (al explotar el acuífero cerca la costa, el agua salada se cuela en la dulce) o hundimiento del terreno son algunas de las consecuencias de la extracción masiva.

Restos de un acuífero

Los restos de un pueblo en la provincia de La Rioja, que había quedado hundido, reaparece por la sequía.

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A la sobreexplotación hay que añadir los efectos del cambio climático y del aumento de la variabilidad del ciclo del agua (inundaciones y sequías). Precisamente, nuestro país es uno de los más expuestos al estrés hídrico, especialmente en la cuenca del mediterráneo (zonas del sur y el este de la Península), que ya está clasificada en situación de riesgo extremo. Así lo denuncian indicadores internacionales como el de World Resources Institute.

Asimismo, la falta de precipitación provoca un desabastecimiento del agua embalsada. Según los últimos datos del Ministerio por la Transición Ecológica (a fecha de 8 de marzo), el volumen de reservas de agua en los embalses se sitúa cerca del 44%, 15 puntos menos que la media de los últimos 10 años. Esto, por ende, lleva a que se intensifique la necesidad de extracción de agua subterránea. “Si el cambio climático va a implicar un aumento de la temperatura, así como una disminución y cambio en la distribución temporal de las precipitaciones, la recarga de los acuíferos se va a ver inevitablemente afectada. Y si, además, nos falta agua superficial, acudiremos aún más a ellos, produciéndose un círculo vicioso”, indica la presidenta de AIH-GE, quien reconoce que los efectos en los acuíferos no se mostrarán de forma inmediata, sino más bien a medio plazo. ¿El coste? Solo en nuestro país se estima una bajada de entre el 20 y el 30% a finales de siglo, según las previsiones para el arco mediterráneo de los grupos de expertos.

Más de la mitad de los acuíferos en España, contaminados

Acuífero de Daimiel
Foto EFE/Aníbal de la Beldad.

El 56% de las masas de aguas de los acuíferos en España está afectada por lo que llaman contaminación difusa. Daimiel (Ciudad Real).

Además de esa bajada de los niveles, lo cierto es que la calidad de las masas de agua subterránea tampoco es buena. En nuestro país, es el Ministerio de Transición Ecológica el encargado de evaluar su estado, tanto de forma cuantitativa como cualitativa, siendo las cuencas hidrográficas las encargadas de su gestión. “Mientras que solo el 25% de las masas de agua subterránea está en mal estado de cantidad, el 56% está afectada por lo que llaman contaminación difusa, es decir, no un vertido puntual, sino la consecución de químicos como los nitratos de fuentes agrarias y de las granjas”, afirma la experta.

Pero no solo son los pesticidas, fertilizantes y otros químicos del sector primario los que contaminan los acuíferos. A ellos se suman los vertederos que no están bien aislados ni controlados, las operaciones mineras, los accidentes industriales y los vertidos de sustancias nocivas. “En muchas ocasiones la contaminación se produce porque no ha habido una buena prevención. Si construimos bien un pozo, evitamos mucha de esta polución”, subraya Guardiola.

Proyectos que protegen el agua que no vemos

Entre los proyectos implementados directamente por Agbar o, en colaboración con otras empresas, destinados a cuidar las aguas subterráneas destacan los siguientes:

Barcelona: uso de agua regenerada para evitar la intrusión salina

Los acuíferos del delta del río Llobregat son considerados una de las fuentes más importantes de agua subterránea en el territorio metropolitano de Barcelona. Su uso intensivo, desde mediados del siglo XX, para el consumo humano y fines industriales provocó una degradación general del sistema acuífero, cuyos efectos principales fueron el descenso de la capacidad de almacenamiento y la entrada de agua marina, poniendo en riesgo el suministro de agua a la zona. Para revertir esta situación, se construyó en el acuífero principal del delta del Llobregat, una línea de pozos para inyectar agua regenerada procedente del tratamiento avanzado de la depuradora del Baix Llobregat, es decir, las aguas residuales depuradas que han sido sometidas a un proceso de tratamiento adicional para adecuar su calidad. Así, la inyección de agua actúa como barrera contra la intrusión salina y mejora la calidad del agua del acuífero en esa zona. Aigües de Barcelona suministró el pasado año en los pozos 679.105 m3 de agua regenerada, equivalente a 200 piscinas olímpicas.

Almería: gestión colaborativa de los acuíferos

Cetaqua, el Centro Tecnológico del Agua, lidera el proyecto GOTHAM (dentro de la convocatoria PRIMA), que nace de la dificultad para predecir el balance hídrico en los acuíferos y la demanda de recursos hídricos, especialmente la relacionada con la actividad agrícola en el Campo de Dalías, considerada zona de estrés hídrico. El objetivo del proyecto es predecir, mediante herramientas digitales basadas en técnicas de inteligencia artificial, la disponibilidad y la demanda del recurso hídrico, así como su impacto en la sostenibilidad de las masas de agua subterráneas en el Poniente Almeriense. Hidralia, empresa del grupo Agbar en Andalucía, colabora en el desarrollo de este proyecto de innovación junto a los ayuntamientos de Roquetas, La Mojonera y Adra, como responsable de la gestión del ciclo urbano del agua en estos municipios.

Murcia: descontaminación de acuíferos

Cetaqua, junto con Aguas de Murcia y Aquatec (parte del grupo Agbar), lidera el proyecto LIFE Nirvana, que a lo largo de 2021 ha finalizado la preparación del piloto, situado en el acuífero de Zarandona (Murcia), e iniciado las primeras evaluaciones de una solución para reducir, de forma sostenible, la concentración de nitratos en las aguas subterráneas. Esta tecnología consiste en la inyección de nanopartículas de hierro que tienen la capacidad de potenciar la transformación del nitrato en nitrógeno gas, así como de convertir los pesticidas en compuestos más biodegradables.

Acuífero

Potenciar el uso del agua generada permite, entre otras finalidades, recargar los acuíferos.

Foto Agbar.
Comunidad Valenciana: gestión avanzada de pozos

De todos los municipios servidos por Hidraqua, empresa del grupo que gestiona el ciclo del agua en Comunidad Valenciana, más de 20 se abastecen exclusivamente de agua subterránea mediante pozos. Por este motivo, la compañía se ha especializado en la gestión avanzada de los mismos. El año pasado trabajó en la identificación de los pozos más significativos, iniciando la implementación de sensores que permitan un mayor control y seguimiento de su funcionamiento: caudal y volumen producido, consumo y demanda de energía y presión, profundidades del agua captada, etc. Todo ello con el propósito de asegurar un uso eficiente y garantizar la sostenibilidad del recurso en el tiempo.

La borrasca Celia y las lluvias de estos días parecen habernos librado de una sequía inminente. Sin embargo, no hay que bajar la guardia. Los problemas persisten y las consecuencias causadas por la sobreexplotación y la contaminación de los acuíferos ya son una realidad en muchos puntos de nuestro país. Aunque todas estas iniciativas, unidas a la labor de las asociaciones y los distintos profesionales, ayudan a protegerlos, no hay que olvidar que las aguas subterráneas no son un recurso infinito.

Créditos
  • Reportaje

    EC Brands

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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