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Los choques continuos de Yolanda Díaz con Sánchez agitan el termómetro electoral
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ARRECIAN LOS CONFLICTOS ENTRE LOS SOCIOS

Los choques continuos de Yolanda Díaz con Sánchez agitan el termómetro electoral

La rivalidad electoral toma cuerpo a medida que la vicepresidenta segunda marca perfil propio. Moncloa traslada un mensaje de control de daños destacando que se mantiene la coordinación política, pero aumenta el malestar en el PSOE

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez conversa con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez conversa con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Nueva semana, nuevo choque entre los socios de Gobierno. Los conflictos se han multiplicado en el seno del Ejecutivo y, a diferencia de anteriores ocasiones, los pulsos ya no son de la líder del sector morado y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, sino directamente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La intensidad de estos choques también ha ido incrementándose, como habría quedado patente este viernes en Moncloa. Asimismo, de los motivos más técnicos y políticos, como el salario mínimo o la reforma laboral, se ha pasado a los conflictos simbólicos e identitarios, como la polémica por el uso de una tanqueta de la Policía en las manifestaciones de la huelga del metal en Cádiz o, en los últimos días, por la gestión de la pandemia y el espacio político que pretenden ocupar la nueva plataforma de Yolanda Díaz y el partido socialista.

Fuegos de artificio que están agitando el termómetro electoral en Moncloa cuando la legislatura pasa por su ecuador. En las urnas se acabarán midiendo Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, y esta última pretende ganar terreno dirigiéndose a los votantes socialistas y de la izquierda moderada. Fuentes de Moncloa intentan trasladar un mensaje de control de daños destacando que, al menos, se mantiene garantizada la coordinación política entre los socios.

Sin mencionarlo directamente, limitan los choques al terreno de lo comunicativo y evitan valorar si detrás de ellos hay una estrategia electoral. Otros miembros del Gobierno no esconden su malestar por el interés electoral que achacan a algunas de las intervenciones recientes de la vicepresidenta segunda, a quien además reprochan estar utilizando el ministerio para lanzar su candidatura y confrontar con los socialistas, sus futuros competidores en el bloque progresista.

Foto: Nadia Calviño junto a Yolanda Díaz. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El malestar con Díaz, a raíz de sus últimas declaraciones y entrevistas, tuvo especial protagonismo ayer en el Consejo de Ministros extraordinario, según apuntan otras fuentes socialistas. Tampoco ha gustado lo que ha trascendido del contenido de la entrevista que protagoniza la vicepresidenta segunda en la portada del próximo número de la revista 'Yo Dona', con motivo de las 500 españolas más influyentes del año, y donde la gallega aborda su relación con el resto de miembros del Consejo de ministros.

La rivalidad electoral toma cuerpo a medida que Yolanda Díaz va marcando perfil propio. Un clásico del socio minoritario en las coaliciones de Gobierno, pero que suele relegarse a los meses previos a la convocatoria electoral. En estos momentos, ni PSOE ni Unidas Podemos quieren oír hablar de elecciones, aludiendo unos y otros a la necesidad de ofrecer estabilidad y seguir gobernando para profundizar la recuperación económica. La convocatoria electoral es una prerrogativa que corresponde únicamente al presidente del Gobierno.

Una vez aprobados los Presupuestos de 2022, Sánchez tiene ya todo el control sobre la decisión de cuándo apretar el botón. Y según trasladan desde Moncloa, ese momento no será otro que a finales de 2023, consumando la legislatura. En Unidas Podemos, sin embargo, tienen sospechas de que pueda haber un adelanto electoral, y están presionando a Díaz para que acelere los tiempos y tenga preparado cuando antes su proyecto.

Foto: El presidente Sánchez aplaude junto a la ministra Díaz. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Su antecesor en el cargo, Pablo Iglesias, incluso fijó fecha para el próximo año 2022, antes de las autonómicas. Si bien es cierto, que el análisis interno de los morados pasa por fijar un punto de inflexión en la relación con el PSOE llegado el ecuador de la legislatura, como concluyó en la universidad de otoño del partido. Cuanto antes se pongan todas las cartas sobre la mesa, menos se diluirá el protagonismo de los morados. Y Díaz ni acudió al cónclave de los morados ni asumió esta estrategia.

El tono de las últimas intervenciones de Díaz, que ya tiene trazada la hoja de ruta de su proyecto, incluyendo calendario, metodología y objetivos, representan un cierto giro en su posición. De resistirse a esta estrategia, a alentarla. "Yo no quiero estar a la izquierda del Partido Socialista​, le regalo al PSOE esa esquinita. Eso es algo muy pequeño y muy marginal. Yo creo que las políticas que despliego son transversales", aseguraba este jueves durante una entrevista en 'Radio Cable' con el periodista Fernando Berlín. Una declaración de intenciones no solo para escapar del extremo del tablero político en el que la pretenden arrinconar los socialistas, sino también para definir las coordenadas de su proyecto, mirando de tú a tú al PSOE. Sin vislumbrarse todavía pulsión electoral, las referencias a las urnas comienzan a remover todo tipo de especulaciones.

Malestar por traspasar una línea roja

El perfil marcado por Díaz, aunque no guste a sus socios de Gobierno, desde la parte socialista se resignan a reconocerlo como legítimo. Lo que no se han legitimado son otras declaraciones de la vicepresidenta segunda, en la misma entrevista, acusando a la parte socialista del Ejecutivo de haberla tildado de alarmista por anticipar el plan de los ERTE semanas antes de que se decretase el estado de alarma. "El 15 de febrero [de 2020], cuando la pandemia azotaba fuertemente a Italia", explicaba Díaz, convocó a su equipo "para desplegar un montón de medidas" porque veían "lo que iba a pasar". Un trabajo que desembocó en una 'Guía para la actuación en el ámbito laboral en relación al nuevo coronavirus'. Según reprochó, "fue enormemente polémica en el Gobierno y también fuera" y se la "acusó de ser una alarmista". Todo ello "en la antesala del 8 de marzo", remataba.

Efectivamente, Díaz elaboró la mencionada guía por aquellas fechas y la hizo pública. El documento indicaba que cuando los trabajadores puedan estar expuestos a un "riesgo grave e inminente", la empresa estará obligada a "informar lo antes posible acerca de la existencia de dicho riesgo" y "adoptar las medidas y dar las instrucciones necesarias para que, en caso de peligro grave, inminente e inevitable, las personas trabajadoras puedan interrumpir su actividad y, si fuera necesario, abandonar de inmediato el lugar de trabajo". La respuesta de sus socios por aquel entonces fue contundente.

Como publicó este diario el 5 de marzo de 2020, Moncloa se precipitó en desautorizar entonces a la ministra de Trabajo. Desde la Secretaría de Estado de Comunicación se lanzó un comunicado, pocas horas después de la publicación de la mencionada guía, recalcando que "las indicaciones sobre la evolución del coronavirus y las medidas a tomar en España las está ofreciendo el Ministerio de Sanidad". "Los organismos internacionales ofrecen desde la aparición del covid-19 medidas de carácter general. En España, todo el Gobierno sigue las indicaciones concretas del Ministerio de Sanidad, que se basan en un seguimiento constante de la situación, transparencia informativa, toma de decisiones de acuerdo a la evidencia científica y coordinación total entre las distintas administraciones del Estado", concluía el mensaje de la Moncloa.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (c), acompañada por el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez (i), mantiene un encuentro con el secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos, Luca Visentini. (EFE/Zipi)

Las fricciones y los reproches se centran en el hecho de que Díaz haya recuperado este suceso para criticar a sus socios y, con ello, poner en duda la gestión de la pandemia por parte del Ejecutivo. Además, se volvía a revivir el fantasma de las manifestaciones del 8-M. Las razones de traer a colación este mensaje y el relato del que se le acompaña se ha interpretado como un paso más en la estrategia de marcar perfil propio y, con ello, agitar el termómetro electoral. Durante la rueda de prensa del Consejo de Ministros extraordinario de este viernes se ha intentado cerrar la polémica.

La propia Díaz, por un lado, y la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, por el otro, coincidieron en trasladar el mensaje de que el Gobierno actuó correctamente para proteger la salud de los españoles. De forma coordinada, ambas pusieron en valor que la OMS haya puesto a España como ejemplo en el combate de la pandemia. La polémica generada por Yolanda Díaz ha dado munición a la oposición para cargar contra uno de los flancos más débiles del Ejecutivo. El de la gestión de la pandemia y el 8-M, cuando ya todavía parecía haber quedado atrás.

El PP ya ha anunciado que volverá a pedir una comisión de investigación en el Congreso. Desde el entorno de Díaz han tratado de rebajar el ruido, como ella misma en público, pero la multiplicación de los choques en las últimas semanas sigue acumulando un poso que complica el terreno de juego de la gestión política, embarrado de cálculos electorales.

Nueva semana, nuevo choque entre los socios de Gobierno. Los conflictos se han multiplicado en el seno del Ejecutivo y, a diferencia de anteriores ocasiones, los pulsos ya no son de la líder del sector morado y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, sino directamente con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La intensidad de estos choques también ha ido incrementándose, como habría quedado patente este viernes en Moncloa. Asimismo, de los motivos más técnicos y políticos, como el salario mínimo o la reforma laboral, se ha pasado a los conflictos simbólicos e identitarios, como la polémica por el uso de una tanqueta de la Policía en las manifestaciones de la huelga del metal en Cádiz o, en los últimos días, por la gestión de la pandemia y el espacio político que pretenden ocupar la nueva plataforma de Yolanda Díaz y el partido socialista.

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