Los 'fallos' del plan de salud mental con los menores: educar emociones y las apuestas

Refuerzo de la atención psicológica, aumento de la plantilla de psicólogos, promoción de procesos asistenciales a las personas con riesgo suicida desde Urgencias... Más recursos y, por lo tanto, mejores redes de cuidados. La necesaria —y demandada— Estrategia de Salud Mental que está elaborando el Ministerio de Sanidad junto a las comunidades autónomas es un plan ambicioso que responde a las peticiones sociales y de profesionales de la psicología. Pero peca de ambigua e inconcreta en algunos tramos, sobre todo en uno de ellos, en que tendría que haber más precisión y ambición: la salud mental de los menores.

El plan nacional, sobre cuyo borrador informó El Confidencial durante este jueves, efectivamente hace hincapié en la atención psicológica de los niños, y así es uno de sus ejes. Enumera los ámbitos en los que actuar y destaca la priorización de varios, entre ellos la detección precoz y el seguimiento integral, tanto en la atención primaria como en la especializada (si fuera el caso) y en la escolar. Igualmente, señala la lucha contra "las adicciones sin sustancia", esto es, en líneas generales, la adicción al juego, en la que están incurriendo los menores. Pero más allá de estirar unas líneas de actuación, el plan, en este campo, no concreta mucho.

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Para los expertos, resulta imprescindible una concreción mayor, sobre todo tras un año y medio de pandemia y cuando todavía sigue vivo el recuerdo del confinamiento domiciliario que padeció el país desde marzo a mayo de 2020. Los niños estuvieron sin ir al colegio prácticamente hasta final de curso y se vieron obligados a usar herramientas telemáticas. La socialización desapareció como consecuencia de un contexto de incertidumbre.

Por todo ello, desde la Confederación Salud Mental España, explican que el impacto del confinamiento “ha provocado todo tipo de problemas de salud mental” en los menores de edad, citando como ejemplos más habituales la ansiedad, frustración, regresiones y estrés. Los niños, según esta entidad, “no cuentan con las herramientas emocionales que se adquieren en la edad adulta para entender lo que sucede en relación con esta pandemia”.

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Formación y sensibilización

Desde la confederación, ofrecen varias recomendaciones para paliar estos problemas: en primer lugar, aumentar la inversión en la atención individualizada e integral de la salud mental en la etapa infantil y adolescente; también piden impulsar políticas de atención a los factores sociales de riesgo que tienen una incidencia clara en la salud mental de los niños (pobreza, exclusión social, procesos de adopción, etc.), desarrollar una red específica y especializada de salud mental de calidad para la atención de menores de edad, implementar políticas de prevención y protección de los jóvenes de la violencia en los centros escolares o diseñar medidas para abordar los efectos psicológicos de la violencia de género en los hijos de las víctimas.

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Otras sugerencias son el impacto en la educación a través de una asignatura de educación emocional y la promoción de información orientada a la importancia del cuidado de la salud mental. Asimismo, piden que se elabore una normativa efectiva para proteger a los niños de las adicciones (haciendo mención explícita a la publicidad y fomento de las casas de apuestas, especialmente vinculadas al deporte).

Otro punto de interés es la implementación de medidas de concienciación sobre diversidad sexual para evitar problemas de discriminación por orientación sexual o identidad de género, así como políticas que favorezcan el apoyo familiar como factor clave para la recuperación de muchos problemas de salud mental que afectan a las personas LGBTI.

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“En nuestro país, mayoritariamente, los niños, niñas y adolescentes reciben tratamiento por parte de psiquiatras especialistas en atención a personas adultas, proliferando los malos diagnósticos, incrementando los tratamientos inadecuados y recurriendo a la sobremedicación, que cronifica los problemas de salud mental”, denuncian desde la confederación. Esto puede derivar en episodios de depresión y ansiedad, “que llevan aparejados rechazo social, fracaso escolar o complicaciones en las relaciones familiares”.

De ahí que los psicólogos demanden la incorporación de la psiquiatría de la infancia y la adolescencia, “para contribuir a que, desde el principio, niños y niñas crezcan mejor, actuando preventivamente para que no lleguen a la edad adulta con problemas de salud mental”.