Sánchez pone el tapón a Errejón y se lanza a por el voto "verde" perdido
El PSOE ha perdido cuatro puntos en estimación de voto durante los tres últimos meses, según el CIS. Más País ha subido más de dos puntos. Ferraz sabe que hay una fuga, aún fina
Uno de los anuncios más importantes del presidente durante el debate del pasado miércoles en el Congreso pasó desapercibido. En la réplica a los portavoces de los grupos de la oposición adelantó que el Gobierno entregaría a las comunidades autónomas en julio el borrador de una Estrategia para la Salud Mental. Apenas dedicó a este breve extracto del discurso unos segundos, pero fueron suficientes para que el líder de Más País, Íñigo Errejón, pusiera semblante de preocupación en su escaño. Sánchez, de hecho, se estaba dirigiendo a él en ese preciso momento. Aunque no es una situación alarmante, en el PSOE saben que cientos de miles de votos se les pueden escapar rumbo al territorio de una formación política que con la bandera de lo "verde" en lo más alto, y gracias a mensajes muy pegados a la rutina del ciudadano de clase media y clase media-baja, está asentándose en un espacio de la izquierda. El mandatario socialista se ha propuesto taponar la vía de fuga.
Que la salud mental se haya situado en la primera fila de los asuntos pendientes de los poderes públicos obedece a una apuesta personal de Errejón. Para ser honesto y riguroso, habría que dar parte del mérito al diputado del PP que le increpó cuando preguntaba al presidente del Gobierno por la cuestión, en una sesión de control del Congreso. "Vete al médico", le dijo, y en una hora el exabrupto ya circulaba a velocidad de crucero por las redes. Al mismo tiempo que desnudaba las vergüenzas del parlamentario popular, la atención social y mediática se puso delante de la reclamación que le hizo Errejón a Sánchez ese día: la gente está estresada, angustiada y triste, y el Gobierno tiene que actuar.
El líder de Más País culminó ese miércoles por la mañana uno de sus grandes objetivos: aprovechar los tres minutos de tiempo que se reservan a los duelos de las sesiones de control para conquistar una tendencia en Twitter, y por supuesto, un debate social. Si Errejón se fue de la Asamblea de Madrid para volver al Congreso, se debió en gran parte a la facilidad para atraer a las cámaras y a los opinadores que da la Cámara Baja. El excargo de Podemos, además, mantiene un buen nivel de exposición mediática. Sabe que en estos tiempos de regate fácil en política, el juego se desarrolla en la televisión y en los nuevos formatos de comunicación.
Errejón llegó así a la campaña electoral del 4-M en Madrid, que supo exprimir muy bien. Mientras Pablo Iglesias hablaba de fascismo e Isabel Díaz Ayuso de comunismo; mientras Ángel Gabilondo hablaba de lo que hablaban los demás y Edmundo Bal se fajaba contra lo inevitable, Más Madrid pudo hacerse con uno de los carriles mejor asfaltados de los comicios. Su mensaje retrató a una candidata, Mónica García, y a una opción de izquierdas más fresca y mucho mejor conectada con un segmento concreto de los electores progresistas. La marca, en cuya fundación influyó el propio Errejón, rebasó al PSOE en las urnas. No solo sorteó las trampas de Iglesias, sino que además acabó con la carrera del propio Gabilondo.
Algunos mensajes que dan los sondeos
Pedro Sánchez se encuentra en una fase delicada, aunque no irreversible. Quizá el problema más acuciante que tiene ahora es una crisis de credibilidad. Por el momento no resulta atractivo al votante de centro, ya que los intentos que ha puesto en marcha para captar al electorado de Ciudadanos han resultado un fiasco. Este ha recalado casi al completo en el PP.
También por el momento se ha atascado en su plan para ir escalando posiciones entre las capas de población más progresistas. El PSOE, de acuerdo con los últimos barómetros del CIS, muestra, si no un bloqueo, sí un debilitamiento. En abril tenía una estimación de voto del 31,5, en mayo se fue al 27,9 y en junio bajó un poco más hasta el 27,4.
Sánchez se encuentra en una fase delicada, pero no irreversible. Quizá el problema más acuciante es una crisis de credibilidad
El adelgazamiento de su base electoral no parece que esté alimentando ahora las ilusiones de Pablo Casado. El votante del PSOE se está guareciendo en el desencanto, en la abstención o en una formación que en el 4-M encontró un aliciente magnífico. Más País, si seguimos la estimación de voto del CIS, recabó un 1,9 en abril, ascendió al 3,8 en mayo y se ha plantado en el 4,1 en junio.
Los socialistas, por tanto, se han dejado cuatro puntos en tres meses, mientras que la formación de Errejón ha aumentado dos en el mismo periodo de tiempo. Aunque levemente, el partido que ahora mismo agita la bandera del ecologismo con más ahínco está pescando en el desencanto de los nuevos votantes socialistas. Esto en Ferraz ya se ha detectado. No preocupa la situación, pero el dato tampoco invita a la relajación.
Porque no es el único: en la escala del 1 al 10 para ubicar a los líderes políticos, siendo el 1 la izquierda y el 10 la derecha, el CIS enseña una evolución llamativa. Para los encuestados en el barómetro de abril, Sánchez residía en el 3,7, pero en el de mayo se desvió al 4,3. Esto quiere decir que los votantes progresistas sintieron que el presidente del Gobierno se alejaba de sus posiciones. En junio volvió al 3,7.
Precisamente el sondeo del CIS de este último mes incluye consideraciones sobre Yolanda Díaz e Íñigo Errejón. Lo que digan los próximos barómetros sobre el posicionamiento entre izquierda y derecha de los tres promete ser francamente revelador. El punto de partida es este: el líder de Más País es el que queda más a la izquierda, con un 3, seguido de Díaz con un 3,5 y de Sánchez con el citado 3,7. Otro aspecto llamativo: la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo es la exponente política mejor valorada de esta terna.
Así que a Sánchez, además de una fuga a Errejón de votantes, se le puede abrir otra grieta con Yolanda Díaz. No ayuda la creciente desconfianza que está adquiriendo el mandatario socialista. En abril, un 68,3 de los ciudadanos afirmaba tener poca o ninguna confianza en su presidente; en mayo se incrustó en el 70,6 y en junio se quedó en el 70,2. Son guarismos negativos, sin lugar a dudas.
Unidas Podemos y ser antisistema
El sondeo postelectoral madrileño del Centro de Investigaciones Sociológicas ilustra la decepción que en el antiguo electorado de Gabilondo arraigó, bien por la gestión de la pandemia, bien porque asociaron la gestión de la pandemia del presidente con un estado de ánimo sombrío. Y la gente, en mayo, quiso fiesta y optimismo, el optimismo que el presidente esparce ahora con el ritmo de la vacunación y con la tendencia de la recuperación económica. Si algo enseñó el 4-M a Moncloa, fue la distancia sideral que tenían con un determinado humor social. Esto lo reconocen ya en el entorno del presidente, según fuentes del equipo del líder.
La disociación se tradujo en un varapalo tremendo a Gabilondo, el mismo candidato que solo dos años antes ganó las elecciones. Más Madrid tuvo más de 616.000 votos el 4 de mayo, muy por encima de los 475.000 de 2019. Los socialistas, en cambio, pasaron de 884.000 a 610.000. Es cierto que no existe correlación entre lo ganado por el primer partido y lo perdido por el segundo, cuantitativamente, pero si a esta reversión de las preferencias del electorado de izquierdas se suma que un 19,4 de los votantes sintió el mensaje de Más Madrid más cercano a ellos que el del PSOE (11,7) y que un 20,9 por ciento de estos dudaron si votar a García o a Gabilondo (el porcentaje más alto), es evidente que el PSOE tiene un problema. Tiene un problema de carisma, predicamento y tirón.
Iñigo Errejón tiene delante un reto de calado: demostrar que trasciende las fronteras madrileñas
En parte se aprovechó Más Madrid. Y en parte se está aprovechando Más País. Es cierto que Errejón tiene delante un reto de calado: demostrar que trasciende las fronteras madrileñas. Su equipo, aseguran fuentes del entorno del líder, se ha puesto a trabajar en la Comunidad Valenciana y en Andalucía, en donde creen los estrategas de la formación que pueden conquistar un espacio de la mano de Compromìs y de la mano, quizá, de Adelante Andalucía, refundado por Teresa Rodríguez. La confraternización aquí no se prevé tan fácil, pero se están produciendo conversaciones.
Esta mezcla de identidad territorial, ecologismo y juventud preocupa al PSOE por los votos que le pueda restar. No preocupa, hay que insistir, la pérdida del liderazgo del espacio de la izquierda, sino que esos votos robados por la nueva izquierda le penalice en las elecciones generales. El brío de Díaz, además, puede detraer papeletas por otros flancos, lo que hace que la preocupación se agrave un poco más.
En Unidas Podemos, según fuentes de este partido, han hecho una lectura similar, pero su plan para poner el tapón es diferente. A Errejón le conocen bien y saben que su ideario nunca entrará en terrenos donde la formación "morada" se sabe poderosa. "En España nadie cuestiona el 'statu quo' como nosotras; nadie puede incluso cuestionar el papel de algunos medios de comunicación; nadie cuestiona la influencia de importantes empresas. Solo nosotras. Íñigo aquí no va a entrar", explica una fuente del partido que hace poco dirigía Pablo Iglesias.
Los "morados" se aferrarán a su carácter antisistema. Y Sánchez a su apuesta medioambiental. Lo "verde" siempre fue su prioridad, pero ahora quiere presumir de ello. Y mucho. Y con gestión. También lanzará medidas sociales más "cercanas", como la mencionada Estrategia de Salud Mental. Pretende desinflar así el lento auge de Errejón.
Uno de los anuncios más importantes del presidente durante el debate del pasado miércoles en el Congreso pasó desapercibido. En la réplica a los portavoces de los grupos de la oposición adelantó que el Gobierno entregaría a las comunidades autónomas en julio el borrador de una Estrategia para la Salud Mental. Apenas dedicó a este breve extracto del discurso unos segundos, pero fueron suficientes para que el líder de Más País, Íñigo Errejón, pusiera semblante de preocupación en su escaño. Sánchez, de hecho, se estaba dirigiendo a él en ese preciso momento. Aunque no es una situación alarmante, en el PSOE saben que cientos de miles de votos se les pueden escapar rumbo al territorio de una formación política que con la bandera de lo "verde" en lo más alto, y gracias a mensajes muy pegados a la rutina del ciudadano de clase media y clase media-baja, está asentándose en un espacio de la izquierda. El mandatario socialista se ha propuesto taponar la vía de fuga.
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