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El PSOE de la periferia marca distancias con los barones críticos y cierra filas con Sánchez
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CONTRAOFENSIVA DE LOS AFINES A MONCLOA

El PSOE de la periferia marca distancias con los barones críticos y cierra filas con Sánchez

Frente a las posturas más críticas con las medidas del presidente respecto a Cataluña, los líderes territoriales con una posición más flexible y mirada federal lanzan su contraofensiva

Foto: Pedro Sánchez saluda a Ximo Puig. (EFE)
Pedro Sánchez saluda a Ximo Puig. (EFE)

Más federalistas o más centralistas, con posiciones netamente progresistas o tratando de ocupar la centralidad y haciendo gala de moderación, coincidentes con las opiniones de Felipe González o con las de José Luis Rodríguez Zapatero. En definitiva: del centro o de la periferia. Los denominados 'barones' del PSOE no son un grupo compacto ni forman una estructura unitaria de contrapeso a Moncloa o al 'sanchismo'. Con sus especificidades propias, se podrían agrupar en dos sectores con diferencias notorias. Tampoco tienen más peso, ni cuantitativo ni cualitativo, los críticos o clásicos que los más afines al secretario general de los socialistas y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Los dos PSOE a nivel territorial se han visibilizado más que nunca a cuenta de los indultos a los presos del 'procés', y es así porque la posición de los barones socialistas nunca fue uniforme con respecto a cómo abordar el conflicto catalán. Frente a las posturas más duras y críticas del manchego Emiliano García-Page, el extremeño Guillermo Fernández Vara o el aragonés Javier Lambán con respecto a la vía de diálogo y medidas de gracia abiertas por Moncloa, los presidentes que comparten frontera y lengua con Cataluña llevan mucho tiempo defendiendo una estrategia mucho más flexible con los independentistas como fórmula para normalizar su encaje en España.

Ximo Puig, 'president' de la Generalitat valenciana, y Francina Armengol, su homóloga en el 'Govern' balear, no solamente cuestionan la judicialización del 'procés', sino que respaldan abiertamente al Gobierno de Pedro Sánchez si opta por aplicar algún tipo de indulto a los líderes soberanistas presos. También la líder del partido en Euskadi y vicelehendakari segunda del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, o la presidenta navarra, Maria Chivete, son puntales del sector más federalista y que defienden gestos como los indultos de cara a superar el enquistado conflicto catalán.

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El respaldo público de estos barones, en contraposiciones a otras voces referenciadas en García-Page, ha llevado a la dirección del partido en Ferraz a restar importancia a los críticos, comenzando por Felipe González. "No esperamos mucho ruido interno", zanjan, tras constatar que el tono del expresidente respecto a los indultos y al propio Sánchez ha sido más amable de lo habitual si se compara con otras intervenciones.

Desde Moncloa insisten en que "no hay voz que no sea respetable" y avanzan estar "muy acostumbrados al ruido" y que "cuando hay que tomar decisiones se toman igualmente". Comparten estas mismas fuentes su impresión sobre las palabras de González, mostrando incluso "sorpresa" por su "ponderación".

El hecho de que PP y Vox estén liderando una ofensiva contra la medida de gracia también ayudaría a que los críticos con los indultos dentro del PSOE rebajen su tono o al menos traten de exponer argumentos que no coincidan con los de la oposición. Más todavía si se repite la foto de Colón y se intensifican las movilizaciones en la calle.

Foto: Concentración en la plaza de Colón en febrero de 2019. (EFE)

Este viernes, el barón valenciano, que gobierna el territorio más poblado con presidente socialista, apeló a la necesidad de dar margen de confianza al Ejecutivo y recordó que también mostró su respaldo a Mariano Rajoy en la aplicación del artículo 155 de la Constitución cuando la Generalitat de Carles Puigdemont optó por saltarse todas las barreras legales y convocó el referéndum de octubre de 2017. En el análisis de Puig, esos hechos forman parte del pasado y tenían un contexto distinto al de ahora. "El tiempo de la justicia ya fue, ahora es el tiempo de la política", señalaba en una entrevista en la Cadena SER. "Creo que el Gobierno tiene el derecho y la obligación de pilotar la recuperación del diálogo", insistió a la vez que reclamaba gestos a los independentistas.

La posición de Puig hay que enmarcarla dentro de la corriente federalista del PSOE, donde juegan un papel clave los líderes del PSC, el ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, y el exministro de Sanidad y portavoz en el Parlament de Cataluña, Salvador Illa. Con ambos mantiene Puig una excelente relación que coincide además con una etapa de comunicación fluida con Sánchez y la Moncloa, si bien enrarecida en las últimas semanas por el recorte al trasvase Tajo-Segura aplicado por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Foto: El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, acompañado por todo su Ejecutivo. (EFE) Opinión

Pero hay otro factor que explica la posición del barón valenciano. Está trabajando en una recuperación de las relaciones de vecindad con el gobierno catalán. Las dos autonomías comparten intereses comerciales comunes e incluso posiciones parecidas en materia de infraestructuras y financiación autonómica, si bien Cataluña se resiste a participar en los foros multilaterales autonómicos. Tras un período de incomunicación completa con el 'expresident' Quim Torra, Puig mantuvo el pasado mes de diciembre un encuentro institucional con el entonces vicepresidente y hoy líder del gobierno catalán, Pere Aragonés. La reunión fue calificada de cordial por ambas partes y en Valencia se tiene la convicción de que ERC parece dispuesta a dar pasos para 'desprocesar' la política catalana y la relación con España. La intención es dar continuidad a esa relación, que no puede soslayarse en la estrategia global que está tratando de aplicar el PSOE con Cataluña.

Esa suerte de flanco periférico en las filas socialistas es el que mayor respaldo está dando a la solución de los indultos como fórmula para normalizar la situación política en Cataluña, aún a riesgo de provocar un desgaste importante en la base del electorado socialista en territorios en los que no se entiende la medida de gracia, cuestionada además desde el Tribunal Supremo. Pero con el PSOE andaluz en plena proceso de transición y renovación interna y fuera del poder autonómico, tanto Puig como Armengol, pero también el PSC tras su fuerte recuperación en las últimas elecciones catalanas, se ven legitimados para hacer valor su posición en el partido y sostener la arriesgada apuesta de Moncloa.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la presidenta del partido, Cristina Narbona (i), y la portavoz socialista, Adriana Lastra. (EFE)

En la dirección del PSOE se da por descontado el efecto electoral que tendrán los gestos hacia el independentismo catalán para destensar la situación. Sin embargo, esperan que a medio plazo, al final de la legislatura cuando arranque la próxima campaña, se pueda demostrar con hechos su utilidad. Argumentos que no calan entre los críticos, para quienes será imposible explicar a sus territorios la medida. "Nos echan de la centralidad", lamentaba un diputado autonómico.

"Más allá de lo que diga la oposición, la gente en España sabe latín", resumía gráficamente García-Page. Sin embargo, para ganar unas elecciones son cruciales los territorios periféricos y principalmente Cataluña, donde además se suele votar diferente en las generales que en las autonómicas. Territorios donde calaría el mensaje del PSOE como voto útil frente a la alternativa recentralizadora de PP y Vox, pudiendo arrancar votos a formaciones tan dispares como BNG, Compromís, Podemos o incluso independentistas. El PSOE lo apuesta todo a una carta, y la periferia gana protagonismo.

Más federalistas o más centralistas, con posiciones netamente progresistas o tratando de ocupar la centralidad y haciendo gala de moderación, coincidentes con las opiniones de Felipe González o con las de José Luis Rodríguez Zapatero. En definitiva: del centro o de la periferia. Los denominados 'barones' del PSOE no son un grupo compacto ni forman una estructura unitaria de contrapeso a Moncloa o al 'sanchismo'. Con sus especificidades propias, se podrían agrupar en dos sectores con diferencias notorias. Tampoco tienen más peso, ni cuantitativo ni cualitativo, los críticos o clásicos que los más afines al secretario general de los socialistas y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

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