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El triunfo de Feijóo da alas al PP moderado y cuestiona la estrategia dura de Casado
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GANA EL GALLEGO, FRACASO EN EUSKADI

El triunfo de Feijóo da alas al PP moderado y cuestiona la estrategia dura de Casado

El examen electoral del 12-J significaba mucho para el PP. Feijóo se consolida como el barón con más peso con un triunfo indiscutible, mientras que la estrategia del líder nacional puede tambalearse

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado (i), saluda al líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado (i), saluda al líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

El examen electoral de este 12 de julio significaba mucho para el PP: la contraposición de dos modelos, las dos almas que existen dentro de la formación. La moderada que representa el presidente de la Xunta —que revalidó su cuarta mayoría absoluta con una campaña basada en la centralidad y en sumar más allá del PP— y la línea dura defendida por Pablo Casado en Madrid y extrapolada al País Vasco, además de su empeño en acudir a la cita de la mano de Ciudadanos como el primer paso hacia la absorción.

Feijóo logró su reto en un momento especialmente convulso para la política española, rozando el 48% de los votos y con 42 escaños (una vez se contó el voto exterior). Iguala el histórico éxito de Manuel Fraga. En Euskadi, por su parte, la prueba era doble: el inicio de una nueva etapa para el partido tras el cambio de candidato y la imposición de Carlos Iturgaiz, y el primer experimento de coalición con Ciudadanos. Y aunque la sensación que cunde en el partido es de haber salvado los muebles, la caída es más que evidente: salvan solo seis diputados de los nueve que obtuvieron en 2016 (el sexto se confirmó este 17 de julio tras el conteo del voto exterior).

Foto: El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, ejerce su derecho al voto en el colegio Niño Jesús de Praga, en Vigo. (EFE)

El presidente de la Xunta revalida una nueva mayoría —que se suma a las de 2009, 2012 y 2016— y confirma un liderazgo indiscutible en esa comunidad, pero también dentro del PP, al consolidarse como el barón territorial con más peso gracias a una estrategia alejada de la dirección nacional. Otro dirigentes que defiende el ala moderada como el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, no tardó en mostrar su respaldo a la estrategia del gallego: “Galicia gana con el equilibrio y la moderación de Feijóo, el mejor aliado para afrontar con seguridad un futuro exigentes”, afirmó el presidente andaluz enviando un recado claro a Génova.

Un guante que también recogió el propio Feijóo, al filo de las 12 de la noche, agradeciéndole su apoyo en primera persona, como también al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y a Mariano Rajoy. En último lugar dio las gracias "al PP de toda España, y con eso quiero decir al presidente Casado", zanjó. Y no solo eso. El presidente de la Xunta avanzó que cumplirá con los mensajes que lanzó en campaña: “Dije que defendería el entendimiento frente a las posiciones intransigentes a izquierda y derecha. La moderación alejada de bloques irreconciliables. Dije que no quería una Galicia que se separara de los españoles y voy a seguir defendiendo que estemos orgullosos de ser españoles”.

La dirección nacional, por su parte, hizo suyo también el éxito en Galicia. El secretario general, Teodoro García Egea, compareció ya entrada la noche para insistir en que “el modelo Casado-Feijóo se ha impuesto claramente” frente al “revolcón” que se han llevado Sánchez e Iglesias. El primero “ha sufrido un claro revés”, aseguró, y el segundo “ha desaparecido en Galicia”.

Si algo dejó claro en esta campaña el líder gallego —más allá del comentado detalle de su cartel electoral sin el logo del PP— es que Galicia era su prioridad por encima de siglas, y que su verdadera aspiración pasaba por ser el candidato de electores de muchos partidos distintos y no solo del PP.

En la otra cara de la moneda se encuentran los resultados en Euskadi, con la candidatura de Iturgaiz y una coalición con Ciudadanos, ambas apuestas personales de Casado, que dejaron el partido en seis escaños y el 6,7% del voto, justo a la altura del suelo electoral del PP vasco, que obtuvo también seis diputados en 1990.

Foto: Inés Arrimadas durante un mitin en Vigo junto a Beatriz Pino, la candidata naranja a la Xunta. (EFE)

A pesar de que las encuestas nunca auguraron grandes opciones para PP+Cs, que ya contaban con perder dos o tres escaños de los nueve que el PP atesoró en 2016, la realidad es que no cumplieron las expectativas de salvar la cifra de seis. Se quedaron con tres escaños por Álava (uno de ellos pertenece a Ciudadanos), dos por Vizcaya (el segundo fue el que se confirmó cinco días después de los comicios) y otro por Guipúzcoa. Tampoco la línea dura de Iturgaiz frenó la irrupción de Vox en el Parlamento vasco, que se hizo con un escaño por Álava.

El propio Iturgaiz trató de poner en valor el resultado conseguido, asegurando que muchas encuestas, “como el CIS de Tezanos”, daban “por muerta” la coalición y auguraban la desaparición del PP en esa comunidad. El candidato popular y naranja defendió que su opción es “la fuerza mayoritaria del centro derecha constitucionalista” en Euskadi e insistió en defender que se trata de la “única alternativa al nacionalismo del PNV”. Es más, Iturgaiz aseguró que la cita electoral también es “una meta volante” para acabar con el “caótico y nefasto Gobierno de Sánchez e Iglesias”, recalcando el “hundimiento” de Podemos en las dos comunidades que acudían a las urnas y el mal resultado de los socialistas.

Foto: Santiago Abascal y Amaia Martínez. (EFE)

Casado se volcó por completo en la campaña vasca, participando en una mayoría de sus jornadas y acompañando al candidato en muchas de sus intervenciones. Su nombramiento ya fue una apuesta personal tras la batalla interna vivida hace meses. Ante las dudas que suscitaba la alianza preelectoral con los naranjas en el PP vasco que dirigía Alfonso Alonso, y que ya se había enfrentado a Génova antes desmarcándose de la línea dura y apostando por alimentar el alma más moderada del PP, la dirección nacional decidió el cese fulminante del dirigente vasco —que dejó la política después de 30 años— y eligió a Iturgaiz como sustituto.

La apuesta estaba clara: mantener el tono duro, ahuyentar las opciones de Vox en esa comunidad (algo que tampoco han logrado con la irrupción de los de Abascal) y, al mismo tiempo, avanzar en la absorción de Ciudadanos gracias a esa coalición. Una estrategia que ha fracasado en Euskadi, a pesar de que Egea la defendió a última hora de la noche, con el 100% escrutado, dejando claro que su posición en el País Vasco ha sido "la centralidad" precisamente tras constituir una alianza con Ciudadanos.

El examen electoral de este 12 de julio significaba mucho para el PP: la contraposición de dos modelos, las dos almas que existen dentro de la formación. La moderada que representa el presidente de la Xunta —que revalidó su cuarta mayoría absoluta con una campaña basada en la centralidad y en sumar más allá del PP— y la línea dura defendida por Pablo Casado en Madrid y extrapolada al País Vasco, además de su empeño en acudir a la cita de la mano de Ciudadanos como el primer paso hacia la absorción.

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